La batalla política

¿Girauta, Ayuso y Milei son 'liberales'? Así transformó y se quedó la derecha con una bandera política ajena

Juan Carlos Girauta y Esperanza Aguirre, en una acto en Madrid en enero.

La palabra "liberal" rodea a Juan Carlos Girauta. Y no sólo por haber sido dirigente de Ciudadanos, partido en vías de extinción que se proclama "liberal". Hay más. Sus artículos en el diario digital El Debate se publican en la columna Liberalidades. Le dio fama el ensayo La eclosión liberal. Por qué los progres están tan nerviosos, prologado y presentado –respectivamente– por otros dos autoproclamados "liberales", Federico Jiménez Losantos y Esperanza Aguirre. El think tank que impulsó Girauta, Pie en Pared, nació para preservar la democracia "liberal".

Sí, se diría que estamos ante un "liberal" de relumbrón...

...hasta que nos enteramos de que será número tres de la candidatura en las elecciones europeas de Vox, un partido de extrema derecha, aliado de los posfascistas de Georgia Meloni en Italia y de los ultranacionalistas de Viktor Orbán en Hungría, que persigue la ilegalización de fuerzas políticas por sus ideas, defiende la discriminación de inmigrantes según la religión mayoritaria de su país de origen, acoge a apologistas del legado franquista y a antiguos veteranos de la derecha neonazi y es contrario a la extensión a las personas Lgtbi del mismo grado de reconocimiento que a los que integran "familias naturales", es decir, formadas por un hombre y una mujer.

¿Contradictorio? Puede parecerlo. Pero los hechos indican que esta integración de lo que supuestamente es "liberal" –y lleva su nombre– dentro de lo que mirado en detalle más se diría conservador, cuando no ultraconservador, constituye la normalidad en España. Aquí el término "liberal" ha sido patrimonializado por fuerzas derechistas, Isabel Díaz Ayuso es el faro nacional del "liberalismo" y Javier Milei el internacional, todo ello gracias a una relectura de esta tradición política que "se queda sólo con la defensa de la economía liberal de mercado", especialmente de los impuestos bajos, de forma que sirve sin más como etiqueta para oponerse a "socialistas y comunistas", presentados como enemigos de una libertad identificada con la no intervención del Estado, como sintetiza el politólogo Pablo Simón, profesor de la Universidad Carlos III.

"Liberales" Vox y Ayuso

Girauta no es una excepción en Vox. Como "liberal" es identificado uno de los impulsores del partido, Ignacio Camuñas, que fue vicepresidente de la Internacional Liberal y durante la transición un estandarte del sector más "liberal" de UCD. Y no es una figura menor en la historia del partido de Santiago Abascal. En Vox, el retorno de los ultras que nunca se fueron, el periodista especializado en extrema derecha Xavier Rius le atribuye la redacción del manifiesto fundacional. El propio Abascal, cuando Vox daba sus primeros pasos, decía que era un partido con "sitio" para "liberales" como Cayetana Álvarez de Toledo.

Así –y a pesar de los múltiples actos "iliberales"– ha ido calando la idea de que Vox no es un partido ajeno a lo "liberal". Cuando Iván Espinosa de los Monteros dimitió en agosto del año pasado, diversas crónicas hicieron referencia al golpe que ellos suponía para el "ala liberal" del partido [ver aquí y aquí], supuesto sector al que también pertenecerían otros como Víctor Sánchez del Real o Francisco Contreras. Aunque la mayoría de las veces en que figuras de Vox se reconocen como "liberales" se ciñen al terreno económico, también es usual que hagan una defensa amplia del espacio "liberal-conservador". Precisamente Contreras, al mismo tiempo próximo al movimiento cristiano radical Hazte Oír, es el teórico más destacado de Vox en este campo, con ensayos como Una defensa del liberalismo conservador.

Si muchos son capaces de ver una –supuesta– veta "liberal" en Vox, más gruesa aún la verán en el PP, que reivindica con mayor ahínco este apellido, especialmente en Madrid, principal foco de irradiación ideológica del partido. Si el PP en su conjunto se presenta en sus estatutos como garante de la "democracia liberal", el énfasis se hace mayor a medida que se acerca la figura de Isabel Díaz Ayuso, deudora a su vez de Esperanza Aguirre y de José María Aznar. La presidenta madrileña defiende un "liberalismo a la española", noción que utiliza con frecuencia para defender su modelo de gobierno, basado en los impuestos bajos a la inversión y la propiedad y en una importante penetración de agentes privados en la prestación de servicios públicos.

Dejando al margen el escaso desarrollo teórico del concepto "liberalismo a la española", su uso como marca registrada por la influyente lideresa madrileña sirve para aquilatar una certeza: lo "liberal" –al menos, si nos ceñimos al uso del término– es defendido con más frecuencia e intensidad desde la derecha que desde la izquierda. ¿Por qué? ¿Qué fenómenos han incidido en una relación tan desigual desde izquierda y derecha con el "liberalismo", que nació como oposición al absolutismo y en cuyo abecé político están la defensa de los derechos civiles, la igualdad ante la ley, el pluralismo y la tolerancia, conceptos con los que a priori un progresista debería sentir proximidad?

Reagan y Thatcher

El historiador Xosé Manoel Núñez Seixas, autor de Suspiros de España. El nacionalismo español (1808-1908), establece una premisa: no siempre para la derecha el "liberalismo" ha sido un espacio cómodo. "El franquismo denostó durante décadas el liberalismo del siglo XIX y toda su herencia: la declaración de los derechos del hombre, la tolerancia, la profundización democrática... Por eso, cuando la derecha sale del franquismo, su principal matriz, que es Alianza Popular, no se identifica como liberal, sino como conservadora. Y no se mira en los partidos liberales europeos, como el FDP alemán, sino en la derecha gaullista francesa y en el conservadurismo británico", resume Núñez Seixas. Coincide Pablo Simón, profesor de Políticas en la Carlos III: "Lo liberal, desde el siglo XIX, siempre ha estado asociado a lo externo, lo extraño, lo exterior. A la Antiespaña". Y eso, añade, dificultó la conexión de la derecha con el acervo liberal político en los primeros 80.

Las voces consultadas coinciden en que esta predisposición escéptica hacia el liberalismo político en sentido amplio por parte de la derecha española constituye un filtro que determinará una aproximación casi exclusivamente económica hacia lo "liberal". Las figuras que facilitan dicho acercamiento serán Ronald Reagan y Margaret Thatcher, cuya "revolución conservadora" de los años 80 permitió a Alianza Popular primero y más tarde al PP renovar su "imaginario" y poder apellidarlo "liberal" –"neoliberal", dirán sus críticos– asumiendo un programa que era al mismo tiempo calcado al suyo en los valores sociales y morales –jerarquía, seguridad, familia– y a su vez compatible con la "visión economicista de la prosperidad" impulsada por el tardofranquismo, explica el analista político y consultor José María Lasalle, autor de El liberalismo herido.

Poco a poco lo que había sido un adjetivo incómodo para la derecha en el arranque democrático, defendido por formaciones de escaso peso como el Partido Liberal –en el que militó Aguirre–, comienza a presentarse como un rasgo relevante de la identidad primero de AP y luego del PP. Pero lo hace, señala Núñez Seixas, centrado sólo en lo económico y basándose en una "lectura superficial de los clásicos de la economía liberal" del siglo XX, especialmente Friedrich Hayek y Milton Friedman. Se trata, añade, de una ideología que ignora al mismo tiempo las versiones más matizadas del liberalismo económico, que no excluyen el papel armonizador del Estado, como el grueso de la tradición política liberal española, especialmente republicana. "Aznar hizo alguna reivindicación de Manuel Azaña, pero poco más. Desde entonces, nada. Y más aún a raíz del procés y de Podemos, cuando la República llega a presentarse no como un elemento folclórico sino como una prioridad. Entonces hay un repliegue total. Hoy ni siquiera reivindican a [Niceto] Alcalá Zamora [primer presidente de la Segunda República, conservador]", añade Núñez Seixas.

Más Milei que Azaña

Tras esta poda de elementos políticos, el "liberalismo" que pueda haber hoy en el PP o en Vox, añade Núñez Seixas, se circunscribe a una defensa de la idea de que "el mercado lo arregla todo". Completa el también historiador Javier Tébar: "Lo llaman liberal, pero yo lo llamaría libertario o libertariano". El déficit de contenido "liberal", añade Tébar, no se debe sólo a que su repertorio en manos del PP o Vox se limite a lo económico, sino también a que su lectura "ignora" todo lo que en el campo intelectual "no conviene" a su visón, como puede ser la reivindicación de la igualdad de hombre y mujer de un John Stuart Mill.

Tébar señala cómo en realidad lo "liberal" cumple la función de ser la mitad de una fórmula convertida ya en un latiguillo no sólo de los partidos de derechas, sino de buena parte de sus medios afines y base social: "Conservador en lo social, liberal en lo económico". Es lo que Pablo Simón llama "la reivención neocón del liberalismo", por la que este queda desprovisto de su "pulsión democrática y emancipadora", que carece de suficiente "tradición" en España y en otras "democracias jóvenes". El resultado es que desde los altavoces de quienes se reivindican "liberales" sea más fácil ver presentado como referente a Javier Milei que a José María Torrijos, Rafael del Riego o Manuel Azaña.

"Neoliberalismo autoritario"

Este liberalismo para el que es "tabú" cualquier anclaje "revolucionario" o "republicano" a menudo deriva, añade Núñez Seixas, en un "neoliberalismo con cara autoritaria" que desconfía de casi todo papel del Estado, cuyas funciones deben ser "privatizadas" salvo en lo que respecta al orden público y al ejército. De nuevo, el referente sería Milei, figura idolatrada por Vox en pleno y que en el PP gana adeptos cada día, especialmente en el ayusismo. Hay de hecho toda una constelación de organizaciones y medios –Civismo, Juan de Mariana, El Club de los Viernes, Libertad Digital– que exaltan al mismo tiempo a Milei y a Ayuso como máximos exponentes del "liberalismo".

Al sociólogo Arsenio Cuenca, especializado en extremismos, no le extraña en lo más mínimo lo que a priori podría parecer otra paradoja: que la noción "liberal" en España aparezca con más frecuencia vinculada a la derecha y la ultraderecha que a las formaciones del arco progresista. ¿Por qué? Porque los partidos de extrema derecha, explica, han sabido integrar en un mismo discurso la defensa "liberal" de un "Estado mínimo" con la reivindicación de un "tejido social basado en las instituciones que defiende el conservadurismo", como "la familia, el asociacionismo y la Iglesia". El "liberalismo" desde esa óptica, desarrolla Cuenca, funciona no como como una defensa genuina de la "libertad", sino como una maniobra para "dotarse de legitimidad para explotar privilegios".

Contra el aborto y los impuestos

No sólo en el campo de los partidos la derecha ha logrado adueñarse de la bandera "liberal". También en el terreno de los medios y de las organizaciones sociales es más fácil encontrar "liberales" en el flanco diestro. La defensa de lo "liberal" o lo "liberal-conservador" están en la razón de ser del grueso de los grupos de presión y agitación de ese campo, desde FAES hasta Hazte Oír.

El cóctel "conservador en lo social, liberal en lo económico" funciona en múltiples entidades. Las que ponen el énfasis en los impuestos bajos suelen ser a su vez restrictivas en temas morales como aborto, familia y derechos Lgtbi. Y viceversa: las empeñadas en la "batalla cultural" contra los valores del progresismo suelen emplearse con la misma pasión contra el impuesto de sucesiones y las políticas redistributivas. El punto de encuentro de la derecha moral y la económica es la defensa de la "familia", que se presenta como una entidad amenazada al mismo tiempo por Hacienda y por la crisis de los valores tradicionales.

El desafío de la izquierda

Ni una de estas organizaciones, incluso la aparentemente más reaccionaria, deja de hacer suya la idea de "libertad" y muchas también la etiqueta "liberal", sea en solitario o con el apellido "conservador". Frente a esta hiperactividad en torno a lo "liberal", en la izquierda apenas se escucha el término. Se trata de un alejamiento de las fuerzas progresistas de la idea, o al menos de la palabra "liberal", que se manifiesta en la escasa reivindicación de figuras históricas del siglo XIX (Torrijos) o XX (Azaña) cuyo legado podría tener interés hoy desde una óptica progresista, señala Núñez Seixas. También se pasan por alto relevantes hitos históricos. "El año pasado se cumplieron 150 años de la Primera República y pasó casi desapercibida para la derecha, que no quiere saber nada de repúblicas, pero también para la izquierda", recuerda el historiador, que también se detiene en las dificultades de las fuerzas progresistas decantadas ahora por "plurinacionalidad" del Estado para reivindicar hitos como el 2 de mayo.

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Lasalle, que ocupó diversos altos cargos con los Gobiernos del PP entre 2011 y 2018 y ejerció como referente ilustrado dentro del partido, lamenta la escasa defensa desde derecha e izquierda de doctrinas y corrientes como el krausismo o el azañismo. En la derecha, dice, porque su visión de lo liberal suele ceñirse a la "defensa de la propiedad y el mercado" y porque todo lo que huela a republicano ha sido "anatemizado". En la izquierda, porque ha prevalecido la entronización de las figuras marxistas.

Simón advierte que el abandono de lo "liberal" por parte de la izquierda no constituye una cesión semántica irrelevante, sino que forma parte de una posición subordinada –"a la defensiva", son sus palabras– en el debate sobre la libertad. La derecha, analiza, ha logrado cuajar un discurso "transversal" en torno a la libertad basado en la "no interferencia" del Estado y el "ideal moral del enriquecimiento". Aunque se trata de un relato que ignora la imposibilidad real de la meritocracia sin una relativa igualdad de oportunidades, Simón considera que las fuerzas progresistas no pueden oponerse al mismo limitándose a situar la "igualdad" como su prioridad, ya que dejan a sus adversarios expedito el discurso según el cual "tu vida depende de ti". Si se trata, dice, de "ganar la batalla de la imaginación", los partidos progresistas necesitan una propia idea de libertad distinta del PP y Vox.

¿Qué idea? Una que podría sostenerse sobre dos pilares, expone Simón. El primero, la "autodeterminación": la política debe ayudar a superar las limitaciones socialmente dadas que impiden vivir con libertad, como la pobreza por origen o la discriminación por género. El segundo, el "autodesarrollo": la libertad no es una conquista individual ni egoísta, explica Simón, sino que se ejerce en plenitud en la sociedad, que a su vez se beneficia porque es en libertad cuando mejor se expresan los talentos y capacidades individuales, redundando en beneficio de lo común.

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