Benjamín Prado: "El drama no es que quede vivo algún nazi de los de antes, es que nazcan nazis nuevos"

El escritor Benjamín Prado

El anillo del general (Alfaguara, 2024) es la séptima aventura protagonizada por Juan Urbano, el profesor-detective creado por Benjamín Prado (Madrid, 1961), que en esta ocasión se enfrenta a un truculento caso que comenzó en los años más oscuros del franquismo y que tiene como protagonistas a importantes personalidades de la dictadura argentina. Una trama que arranca con el robo de las manos del general Juan Domingo Perón en su propia tumba y que, en un recorrido lleno de conexiones espacio-temporales, nos lleva a la casa del dirigente argentino en Madrid, donde se juntaban nazis con masones y se practicaban rituales de magia negra con la momia de Evita, así como al Torremolinos de los años setenta repleto de nazis y estrellas de Hollywood. "La historia avanza pasando páginas, pero no arrancándolas", apunta a infoLibre el escritor hablando esta nueva novela que llega a las librerías este mismo 16 de mayo.

Evita, Perón, López Rega, Billy El Niño... hay un montón de personajes aquí congregados. ¿Qué es El anillo del general?

Yo diría que es la historia de dos edificios. Uno es el de la Puerta del Sol, el que fuera Dirección General de Seguridad, por donde yo pasaba siempre preguntándome qué horrores habrían ocurrido allí en la época de la dictadura. Un interés que creció sobre todo a partir de un encuentro en homenaje a Rafael Alberti que montó Alberto Ruíz-Gallardón siendo presidente de la Comunidad de Madrid, en el que nos enseñó la parte de más abajo, donde se producían las torturas, los golpes, las violaciones y los horrores, que habían convertido en una especie de auditorio. Pensé que algún día tenía que contar la historia de ese edificio. Y luego está la casa de Perón, la famosa Quinta del 17 de octubre en Puerta de Hierro, de donde yo fui vecino más de veinte años años y cuando pasaba por delante siempre veía a mucha gente que venía de Argentina a hacerse fotos delante de esa casa donde estuvo la momia de Evita. Se dice que se practicaban rituales masónicos y de magia negra con el cadáver embalsamado, que se lo ponían a Isabelita Perón cabeza con cabeza para que le transmitiera su aura... La historia parte de ahí y del robo de las manos de Perón en los años ochenta en Argentina, que todavía no se han encontrado, lo cual dio pie a teorías que dicen que lo que querían era el anillo de Perón, donde supuestamente estaba grabada la combinación de una caja fuerte con su famosa fortuna, que se dice también que viene del oro que le pagaban los nazis a los que salvaba llevándolos a Argentina...

Y a partir de ahí se mezcla la realidad, muy documentada, con la trama de ficción.

Claro. A partir de ahí empecé a contar la historia de los dos edificios y poniendo el acento en lo inventado, porque a mí me vais a juzgar como novelista y no como historiador, porque no lo soy. Esta serie de novelas tienen una parte de investigación histórica muy grande, por lo que mi trabajo consiste en destilar y no olvidar nunca que estoy escribiendo una novela. Sé por ejemplo que en la Puerta del Sol a veces se llamaba a las familias de los torturados para que al estar delante estos confesaran antes, y sé que hubo miembros de la Triple A argentina, la organización terrorista paraestatal y paramilitar creada por el secretario de Perón, López Rega, que vinieron a España a ejercer su profesión macabra y que participaron por ejemplo en el 23-F, donde estaba Rodolfo Eduardo Almirón. Luego, yo me he inventado que además de torturar delante de las familias, pudo haber algún torturador que sacara incluso rendimiento económico en plan 'si no quieres que mate a tu hijo, dame dinero o me das esa casa que tienes en Torremolinos'. A partir de esos torturadores que vinieron acá, pudo haber también otros que fueran desde aquí para allá, porque se reunían todos en la casa de Perón. Empiezo la historia buscando las manos y el anillo de Perón, aprovechando un momento político en el que hay una nueva ley de memoria democrática que está provocando que se pongan denuncias sobre torturadores que todavía siguen vivos.

Vivos, algunos pocos, pero ya ancianos, claro.

Claro. Por eso es muy importante la palabra 'todavía'. Y por eso la pregunta que está en toda la novela es si se puede sentir piedad por quien ha sido un monstruo, algo que tiene mucho que ver con las imágenes de Billy El Niño huyendo de las cámaras o con las fotos del propio Almirón cuando lo detienen cerca de Valencia y acaba muriendo en la cárcel en Buenos Aires. Tiene mucho que ver con todo eso y con la idea de que la justicia suele llegar, si es que llega, tarde. Para unas cosas, claro, porque para otras es de una velocidad supersónica, como estamos viendo.

¿Y se puede sentir piedad por esa gente?

Para eso hay que leer la novela porque si lo contara estropearía uno de los misterios (risas). En las novelas me importan mucho los personajes potentes e históricos, por ejemplo como el de Isabelita Perón, seguramente la que dejó crear la Triple A durante su presidencia, de la que me intriga mucho saber que vive todavía en las afueras de Madrid con noventa y tantos años. Y también me importan mucho los personajes secundarios, como puede ser el matoncete que llaman El electricista y que tienen en una discoteca que se ha montado un torturador. Ese personaje tiene mucho que ver con la pregunta de la obra y me gusta por ser de esos secundarios que le dan empaque a la historia. Algo más importante aún en una novela como esta, en la que estás contando historias basadas en la realidad, con personajes auténticos que se mezclan con otros de ficción.

¿Por eso siempre se dice que la novela es el mejor género para contarnos a nosotros mismos?

Balzac decía que la novela cuenta la historia privada de los países. Ya no la de las cifras o las fechas, sino la del efecto real que tuvo sobre la gente todo eso que ocurrió en un momento dado en determinado lugar. En ese sentido, cada novela de Juan Urbano es un intento de respuesta a un episodio concreto visto desde ese punto de vista. ¿A la gente qué le pasó, qué fue de ellos?

Para poner al lector en situación describes un panorama con "profanadores de tumbas, bandas de ultraderecha, torturadores franquistas y ritos satánicos". Menuda mezcla, como para no tener miedo.

(Risas). Y sobre todo en un tipo como Juan Urbano, que me parece que es muy supersticioso y le da muy mal rollo investigar todo esto. Pero como resulta que cada vez que ve algo noble no tiene más remedio que meterse en ello, aquí también se pone a buscar las manos de Perón. Y esta es una novela que en cierto modo tiene mucho que ver también con las novelas de fantasmas, porque hay mucha cripta, mucha tumba profanada, personajes que están vivos mientras muchos creen que están muertos...

Esa nueva ley de memoria democrática de 2022 es la que nos trae hasta el presente a toda esa gente que se reunía en la Quinta del 17 de octubre. ¿Ese es el puente que conecta con el pasado recordando lo que hacían?

Para eso sirven las leyes y está muy bien dicho que conecta ese pasado tenebroso con una actualidad que te hace ver que esto ocurrió y en algunos casos sigue teniendo efecto, sobre todo sobre las víctimas. En este caso particular, a un torturado le han robado una casa y hay que intentar recuperarla.

Alberti siempre me decía 'niño, tú no seas nunca sectario, porque te vas a perder la mitad de cada cosa, y además, uno aprende mucho de las personas con las que no está de acuerdo'. Yo esa frase la tengo grabada en la cabeza y me acuerdo mucho de ella cuando estoy en tertulias por ahí. Y también cuando escribo novelas

Y frente a esta ley de memoria democrática, aparecen ahora las leyes de 'concordia' de PP y Vox que pretenden reescribirlo todo a su manera. ¿Imaginas qué sentirá esa gente de derechas leyendo esta novela? ¿Dirán que la historia no fue así?

Bueno, la noticia de que leen me parece muy interesante y me alegro de que así sea (risas). Eso sí, ocurre que uno puede elegir sus libros pero no a sus lectores, con lo que muchas veces te lee gente que no se te hubiera ocurrido que lo hiciera. Creo en cualquier caso que a la literatura hay que quitarle el rango ideológico, porque de lo contrario no podemos leer a Valle-Inclán porque era simpatizante de Mussolini, o a Luis Rosales, que era un gran poeta, porque era falangista. Eso no tiene nada que ver con la literatura. Yo intento que las novelas no sean novelas de banderín, y por eso tiene que haber alguien con la ideología contraria al narrador, alguien que te haga pensar que a veces puedes matizar o aceptar una parte de las ideas opuestas a las tuyas. Esta serie está protagonizada con un personaje llamado Juan Urbano, en homenaje a Rafael Alberti, que fue mi maestro, y su Juan Panadero, el alter ego que firmaba sus poemas políticos. Y Alberti siempre me decía 'niño, tu no seas nunca sectario, porque te vas a perder la mitad de cada cosa, y además, uno aprende mucho de las personas con las que no está de acuerdo'. Yo esa frase la tengo grabada en la cabeza y me acuerdo mucho de ella cuando estoy en tertulias por ahí (risas). Y también cuando escribo novelas.

La idea que existe en Argentina y probablemente en otros sitios del mundo sobre quién fue Juan Domingo Perón explica muy bien lo confuso que es el mundo de la política, donde a veces los mitos sobrepasan a los hechos, y se fijan figuras casi retóricas que la gente repite sin preocuparse de profundizar

Recuperas en esta novela toda esa conexión que se dio en España entre nazis, franquistas y fascistas argentinos. ¿Crees que es algo que la gente recuerda y tiene claro cómo fue?

Eso depende de si dentro de la expresión 'la gente' metes a los argentinos, porque allí la idea que sigue teniendo una gran parte de la población de quien fue Juan Domingo Perón es bastante surrealista. Es verdad que era un tipo muy astuto, que cuando estuvo en el poder hizo algunas leyes que ayudaron a los obreros, a las mujeres y a la sanidad pública, pero también es verdad que era un hombre de mentalidad claramente fascista, admirador a muerte de Mussolini y que consideraba que los juicios de Nuremberg eran una vergüenza, y en cuya casa de Madrid se juntaban todos los nazis amparados por Franco en España, incluyendo algunos mandos muy potentes. Eso junto a todo el fascismo local con falangistas y policías de ultraderecha como Billy El Niño, y por supuesto viejos camisas negras y los mafiosos de la Propaganda Due (P2) encabezados por su amigo Luccio Gelli, que fue el que le pagó el regreso a Argentina y obtuvo grandes negocios a cambio de sus favores. Y él fue posiblemente incluso también el inductor del robo de sus manos muchos años después para vengarse de determinadas cosas. Esa idea que existe en Argentina y probablemente en otros sitios del mundo sobre quien fue Juan Domingo Perón explica muy bien lo confuso que es el mundo de la política, donde a veces los mitos sobrepasan a los hechos, y se fijan figuras casi retóricas que la gente repite sin preocuparse de profundizar. Hay muchos episodios de la historia sobre los que creemos saber mucho, pero lo que sabemos son una serie de tópicos que se han convertido en eso que llamamos la verdad oficial. Pero precisamente en Argentina hay una canción que dice "si la historia la escriben los vencedores, es porque hay otra historia". Y esa otra historia es la que yo quiero contar en las novelas.

Arriba está el reloj, la fiesta, las uvas, las campanadas de Nochevieja. En medio, la gente feliz pegando saltos y bailando sobre el kilómetro cero de España, el punto de donde surge casi todo. Y abajo, unos calabozos, unos sótanos donde se produjeron torturas, violaciones, crímenes verdaderamente horrorosos. Como expresión de lo que es una dictadura y un estado no de derecho, el edificio de la Puerta del Sol es modélico

Volvamos sobre el edificio de la Puerta del Sol, sede desde hace años del Gobierno de la Comunidad de Madrid, pero antaño Dirección General de Seguridad durante el franquismo. Un edificio con una historia muy truculenta que ni los madrileños conocen bien, porque no es algo que se cuente demasiado. Pasan por delante miles de personas cada día sin tener ni idea de lo que fue.

Por eso está en la portada, porque creo que es una imagen muy potente. Arriba está el reloj, la fiesta, las uvas, las campanadas de Nochevieja. En medio, la gente feliz pegando saltos y bailando sobre el kilómetro cero de España, el punto de donde surge casi todo. Y abajo, unos calabozos, unos sótanos donde se produjeron torturas, violaciones, crímenes verdaderamente horrorosos. Como expresión de lo que es una dictadura y un estado no de derecho, el edificio de la Puerta del Sol es modélico porque tiene tres pisos en los que ocurren desde la celebración hasta la muerte.

El kilómetro cero del mal durante la dictadura y primeros años de la transición.

También, absolutamente. Además, a la gente la traían de toda España a torturarla a la Puerta del Sol. La transición en este país fue un camino hacia el olvido, comprensible y admirable en uno de sus extremos, pero un poco preocupante en el otro. Porque muchas veces se ha dado una capa de pintura sobre cosas que no deberían haberse tapado. Entiendo que la historia avanza pasando página, pero no arrancándolas. Si las arrancas, mala cosa, porque dejas mucha gente lesionada por el camino.

Y si arrancas páginas los que vengan detrás no van a poder volver a leer la historia.

La historia hay que reescribirla continuamente porque se descubren nuevas cosas, aparecen nuevas leyes y se dilucidan asuntos oscuros. Por eso hay que seguir reescribiéndola, y porque es muy sospechosa una historia sobre la que no quieren que hables. Yo siempre digo 'tiene que ser buena' si no quieren que la cuentes.

La desmemoria es muy mala cosa para un país, porque se sepultan muchos sufrimientos y mucha lucha

Hay que mencionar Málaga, Torremolinos en particular, que también es importante en esta historia. ¿Para tanto fue el glamour que tuvo en los años sesenta? Mucha estrella de Hollywood y mucho nazi también.

Una novela de hoy en día tiene que tener un tanto por ciento de cinematográfica, y para hacer una película son muy importantes las localizaciones. Se me ocurrió Torremolinos porque en una España todavía muy dura, a finales de los sesenta, de pronto allí, como entran muchos dólares y mucho turismo, se permite que se inauguren por ejemplo algunos de los primeros bares gays y lésbicos de Europa. Y está el famoso hotel Pez Espada, donde estuvieron todas las estrellas de la época: Elizabeth Taylor, Sofia Loren, Ava Gardner, Frank Sinatra, Brigitte Bardot... todas las grandes estrellas del Hollywood dorado pasaron por allí. Incluso a Frank Sinatra lo expulsaron del país en 1964 y le mandó un telegrama a Franco en el que decía: "Felicidades por sus 25 años de paz. Muérase". Torremolinos es también donde sitúo la casa robada a los torturados y es, además, donde Franco manda a Perón, al Hotel Pez Espada, cuando viene a España exiliado. Porque Franco no le recibió nunca durante aquellos años salvo el día que se marchó. Me pareció que era una manera bonita de contar esa España dentro de la otra España que ocurría en algunos lugares. También porque estaba la imprenta Dardo, de donde sale la Generación del 27, y porque Torremolinos es donde Gala, la mujer de Dalí, hizo el primer topless en España. Toda la historia de Torremolinos es muy fascinante.

¿Contar en una novela todas estas historias es un ejercicio de memoria?

Absolutamente, porque si no se cuenta va a llegar un momento en el que no ha pasado nunca. La desmemoria es muy mala cosa para un país, porque se sepultan muchos sufrimientos y mucha lucha. Desde el humilde lugar que ocupa un novelista, lo intento en la medida que pueda. En España se han tapado muchas cosas. Hemos tenido mucha prisa por modernizarnos, lo cual se entiende, por salir de aquel horror y por ser europeos, pero nos hemos dejado cosas atrás. Cuando uno corre se deja cosa atrás muy deprisa.

Confieso que esta novela me ha recordado todo lo relacionado con el cadáver momificado de Evita en la casa de Puerta de Hierro.

Es que Perón incluso se fue y dejó aquí el cuerpo. Luego ya la repatriaron. Y es muy inquietante saber todas las cosas que la hicieron, las vejaciones y profanaciones, un horror todo. Quien era Evita es otro misterio, porque una cosa es conocer a alguien y otra saber quien es. Y la fama no implica conocimiento, sino fascinación.

Fascinación no parece una palabra a usar demasiado con Javier Milei, pero leyendo El anillo del general me pregunté algo: ¿Tendrá conexiones esotéricas con Perón?

Por ahí le anda, por todo lo que se cuenta en la novela de López Rega, que era un quiromántico que terminó siendo el hombre más poderoso de Argentina y, efectivamente, parece que hacía rituales mágicos y, de hecho, tiene publicados varios libros al respecto. Milei tiene también el mismo rango de payaso, pero es que los payaos son muy peligrosos, sobre todo cuando llegan a presidentes.

Hay en la novela una frase que es un buen aviso: "Quien ha sido peligroso no deja de serlo nunca".

Esa idea tiene mucho que ver con la trama y se refiere a esos ancianos aparentemente venerables que fueron muy peligrosos. Y que por otra parte son ridículos, porque se pasaban la vida en casa de Perón planeando su vuelta a Argentina y un cuarto Reich.

¿Qué sentimientos te gustaría provocar en el lector que termine de leer esta novela?

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Me gustaría que tuviera ojeras, porque aunque tuviera que madrugar para trabajar decidió leerse un capítulo más antes de dormir (risas). También que se haya entretenido, que es una función muy noble, aunque la palabra se ha deteriorado mucho con el mal uso. Que haya aprendido cosas, que se haya divertido y emocionado en algún momento, e incluso que hubiera pasado un poco de miedo.

Saber que estuvieron y que igual todavía quedan nazis por aquí da miedo.

Quedan pocos, pero también queda algún ministro de Franco, Fernando Suárez concretamente, que acaba de publicar sus memorias... El problema de las sociedades actuales no es que quede vivo algún nazi de los antes, es que nazcan nazis nuevos. El verdadero drama es que haya chavales que vayan a la sede del PSOE en Ferraz a gritar "Viva la Constitución, viva Franco". Hombre, decir eso, un repasito a la historia tenéis que dar.

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