"Reír más alto no es reír con más sinceridad": Joan Matabosch y el humor “contra la estupidez”

El director artístico del Teatro Real, Joan Matabosch

Es el Teatro Real uno de los coliseos musicales más prestigiosos del mundo, en el que tienen cabida la ópera, la danza, la música clásica y de un tiempo a esta parte incluso también el rock o el flamenco. Cultura de altura siempre, en cualquier caso, bajo la batuta de su director artístico, Joan Matabosch, uno de los nombres esenciales del universo musical de nuestro país y una mente preclara cuando se trata de analizarnos a nosotros mismos. "El humor es una estupenda medicina contra la estupidez humana", remarca a infoLibre, dando así, en una breve frase de pocas palabras, un diagnóstico tan directo como certero. Sin rodeos.

Una estupidez que, según recalca, deberían corregir algunos políticos a los que les anima a que "no proyecten en nosotros el odio y el desprecio que sienten por sí mismos y su mediocridad, tantas veces con motivos sobrados". Debido a su distancia con el clima parlamentario actual, se retrotrae unas cuantas décadas y sale de nuestras fronteras para traernos a un político que valora por su gran sentido del humor: Winston Churchill. "Aseguraba que la principal diferencia entre los humanos y los animales es que los animales nunca permitirían que los lidere el más estúpido de la manada. En boca de un político, es una afirmación como para detenerse en ella", subraya, divertido.

Su trabajo como responsable del teatro le exige muchos actos y ruedas de prensa que alguna vez se han visto interrumpidas por sus ataques de risa. Carcajadas que quiebran la solemnidad. "No puedes parar de reír cuando eres consciente, precisamente, de que no deberías estar mostrando con tanto desparpajo que la situación es hilarante. Es tu propia desvergüenza, de reírte cuando no debes, la que acaba por hacerte reír todavía más", profundiza Matabosch, confesando que estas situaciones desternillantes también le han provocado carcajadas incómodas en momentos o lugares nada apropiados como un hospital o en alguna reunión importante.

A pesar de su facilidad para reír, considera que hay límites que nunca sobrepasaría, como por ejemplo bromear con los temas conyugales de los demás. "Como decía Tolstoi, todos los matrimonios son felices de la misma manera, pero en cambio cada uno es desgraciado de una manera particular", plantea, citando al emblemático autor de Guerra y paz.

Considera, no obstante, que "los dictados de lo políticamente correcto casi nos quitan las ganas de tomarnos las cosas con ironía y distancia". Una ironía que Matabosch admite que suele utilizar cuando no le hace gracia un chiste o decide seguirle la corriente a alguien. Parafraseando a Julian Barnes, añade que "la ironía te permite imitar la jerga del poder, leer discursos vacíos escritos en tu nombre, lamentar seriamente la ausencia del retrato de Stalin en tu despacho mientras detrás de una puerta entornada tu mujer contiene una risa prohibida".

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El humor, la chanza y la risa también las asocia a España, sin concretar ningún territorio concreto por encima de los demás en lo que a cachondeo se refiere: "Todos tienen su propio sentido del humor, que puede ser muy diferente al de sus vecinos. Hay sitios donde son más abiertos en sus manifestaciones externas, pero eso no implica necesariamente que tengan más sentido del humor. Reír más alto no es reír con más sinceridad".

La mención de varios autores literarios a lo largo de la entrevista deja entrever que los libros también le han provocado muchas carcajadas. Recomienda la novela Memorias de un Arte Vitas, de su hermano Ramón, para sacar una sonrisa a la persona más resistente. "Encuentra algo picante en la situación más previsible. Dice en un momento del libro que en la vida hay que escoger entre tener razón o tener pareja", subraya entre risas el director del Teatro Real.

Sin abandonar la literatura, señala Matabosch que hay personajes de ficción que adora y con los que se ríe en la intimidad, pero le cuesta reconocer en público. Uno de ellos es el señor Brooke en Middlemarch: Un estudio de la vida en provincias, de George Eliot. De los libros y sus autores también extrae hasta un chiste, que se ha atrevido a contar a infoLibre para terminar regalando una sonrisa a los lectores: "Borges estaba firmando ejemplares en una librería del centro de Buenos Aires y un joven se le acercó y le dijo: 'Maestro, usted es inmortal'. Y le respondió Borges: 'Vamos, hombre, no hay por qué ser tan pesimista'". 

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