Martín Caparrós: "El fango es la unión de dos materias nobles, tierra y agua, el problema es la proporción"
Nos contaba Martín Caparrós hace unas pocas semanas que sintió en no pocas ocasiones la frustración de ver la ficción superada por la realidad durante la escritura de su última obra, una novela interactiva titulada Vidas de J.M. e inspirada en buena parte en el presidente argentino, Javier Milei, "Yo escribía algo y al día siguiente salía en el periódico algo que había dicho él y siempre era mucho peor que lo que yo había escrito. Era muy desesperante, porque son cosas además que la realidad tolera pero la ficción no. Ocurre que cuando ciertas cosas suceden uno las acepta pero, si las inventa un narrador, son de esas que te dicen 'pero qué tontería estás inventando'".
Y es que, por desgracia, la realidad siempre supera a la ficción en este mundo enfangado, en el que la barbarie de la mentira y el insulto parece desplazar cada vez más (si acaso no lo ha hecho y solo estamos esperando sin saberlo a padecer las consecuencias) a la razón de la argumentación. Una práctica generalizada principalmente desde la extrema derecha política, más que extendida igualmente a la extrema derecha mediática, y que pone a los ciudadanos como sujetos pasivos que no son capaces de correr más rápido que las mentiras que desde esas situaciones incesantemente se les lanzan.
Es por ello que el escritor y periodista argentino comparte con infoLibre su reflexión sobre este momento presente en el que demasiadas figuras públicas caminan por la vida sin moverse en realidad del sitio, al no poder poner un pie delante de otro y estar atrapados por ese fango movedizo en el que la verdad carece de valor y los bulos nos agarran por los tobillos para intentar desequilibrarnos y tirarnos al suelo.
"Se habla mucho del fango, últimamente, para decir que nos revolcamos en la mugre. El fango, sin embargo, es la unión de dos materias nobles: la tierra, el agua. Lo que falla en él son las proporciones: tierra escasa, demasiada agua. Si somos materia noble pero no nos mezclamos en las proporciones adecuadas, esas que nos transformarían en arcilla, ¿la solución consistiría en encontrarlas? ¿Qué para cada cual, de quién esto o lo otro, modos de repartir lo que tenemos?", plantea Caparrós.
Y todavía prosigue: "Eso es como decir que la desgracia siguen siendo las desigualdades: si este o aquel tienen demasiado lo usarán para seguir teniéndolo. Y ese uso, como siempre, supone comprar voces y plumas que, como siempre, engañen a todos los que puedan. Siempre habrá quien lo intente; la cuestión es aprender a prevenirlo sin crear otras desigualdades: de expresión, de libertades, de poderes. Y en esa búsqueda se nos van los años, caemos en los barros, desbarramos y la seguimos porque creemos que es, al fin y al cabo, la que vale la pena. ¿Sabremos encontrarla?"
La fórmula de Lola García para combatir las 'fake news': educación, pedagogía y autorregulación mediática
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Una semana atrás, el también periodista David Jiménez lamentaba también en infoLibre que la mentira esté "ganando por goleada. "Y aunque las razones de esa victoria son variadas, una destaca sobre las demás: se ha convertido en un gran negocio", lamentaba. Es por ello que proponía, como principal manera de limpiar el barrizal mediático, establecer multas más severas y elevadas a quienes hacen dinero con las 'fake news' y los embustes. Precisamente porque la mentira es más rentable que la información veraz —esta necesita periodistas profesionales, medios y tiempo—, la estrategia debe centrarse en golpear los bolsillos de los creadores de bulos", proponía.
En otro artículo reciente, la directora adjunta de La Vanguardia, Lola García, reclamaba más educación y pedagogía social para luchar contra los engaños premeditados. "De igual forma que existen campañas y explicaciones en las aulas sobre las bondades de una dieta sana, es preciso formar a quienes enseñan para que, a su vez, ayuden a las nuevas generaciones a distinguir entre fuentes de información veraces y, sobre todo, les ilustren sobre los riesgos de navegar sin prevenciones por el mundo de las redes sociales, verdadero coladero de bulos y de una imagen simplista de la realidad", planteaba.
Añadía, en esta línea, que para reducir la dependencia de los medios de monopolios como Google será necesario preguntarse si, dado que ejercen una función pública, las instituciones deberían subvencionarlos sin esconderse, pero de forma más equilibrada. El equilibrio, la proporción de la que habla Martín Caparrós, es la clave. Algo que podría depender de una combinación entre los parlamentos y la propia profesión periodística, ya que, según defendía García, "solo desde una potente autorregulación de los medios, de una gobernanza propia, se puede aspirar a una mayor efectividad". Hay que trabajar en equipo para asear el barrizal.