Juan Chabás a los setenta años de su muerte en el exilio

Retrato de Juan Chabás de Gregorio Prieto. Óleo sobre lienzo. Expuesto en el Museo Gregorio Prieto.

Javier Pérez Bazo

Del escritor Juan Chabás y Martí, destacado miembro de la llamada Generación del Veintisiete y del exilio republicano español, se han cumplido este otoño, el 29 de octubre, setenta años de su muerte en La Habana y el próximo 10 de septiembre hará un siglo y cuarto de su nacimiento en la alicantina Denia. Coincidiendo con tales efemérides, un grupo de profesores universitarios, artistas, escritores y personas sobresalientes del ámbito cultural español y cubano han constituido en su honor y memoria la "Asociación hispano-cubana Amigos de Juan Chabás", cuya voluntad primera ha sido declarar 2025 "Año Chabás" para potenciar el conocimiento de la trayectoria intelectual y difundir la totalidad de su obra narrativa, poética, ensayística e historiográfica.

Bajo los auspicios de la Asociación y de instituciones españolas y cubanas se celebrarán varios actos conmemorativos y conferencias que complementará la reedición de algunas obras del escritor, quien además tendrá un lugar destacado en la "Feria Internacional del Libro en Cuba" del próximo mes de febrero en La Habana. Allí se presentarán el volumen Estudios sobre Juan Chabás, que reúne trabajos de especialistas de las vanguardias literarias y del exilio de 1939, la antología Versos de transtierro (obra poética de Chabás en Cuba: Árbol de ti nacido y textos inéditos) y el facsímil homenaje del discurso apócrifo de Max Aub en su imaginario ingreso en la Academia de la Lengua en 1956, seguido de la contestación de Juan Chabás, cuando uno estaba en su exilio mexicano y el otro había muerto dos años antes. Junto a estos títulos se presentará el libro Los espacios habitados de Juan Chabás, del arquitecto Joan Carles Fogo. A lo largo de 2025 se llevarán a término otros proyectos editoriales, entre ellos, una recolección de ensayos de Chabás sobre escritores de la tierra levantina (Blasco Ibáñez, Azorín, Miró, Arniches, Miguel Hernández, Aub, Alejandro Gaos…) bajo el título La savia de sus raíces. Entre paisanos, y la traducción francesa de su novela Puerto de sombra.

Más allá del verso vanguardista y exiliado, o de la prosa narrativa que le distinguieron en los años veinte, hoy cabe situar a Chabás en un lugar asimismo de preeminencia dentro de la historiografía literaria y la crítica periodística, así como por sus muy refinados aportaciones ensayísticas adscritas a la tradición estilística hispana y, de manera especial, por su aportación a la historiografía literaria de la primera mitad el siglo XX, sin duda el trabajo más destacable de la época por su excelencia.

En 1910, con el fin de dar educación selecta a los hijos, se había mudado desde Denia a Madrid la familia de Juan Chabás Bordehore, prestigioso juez. El primogénito Juan tuvo una sólida formación bilingüe en el Liceo francés antes de cursar las carreras de Derecho y de Filosofía y Letras. Buen conocedor de la literatura francesa y lector nutrido de las savias de los clásicos y contemporáneos pronto mostró su interés por la creación literaria, sólo interrumpida cuando volvía a su casa veraniega de Les Marines dianenses para hacerse a la mar en su falucho.

Dicen las crónicas que en el Madrid de los años veinte Juan destacaba por su gran atractivo y afabilidad. Era un tipo fuerte más bien bajo, con enormes pestañas y ojos negros; de porte elegante, casi siempre con sombrero, traje y corbatín, le distinguía en conversación amena su voz cálida, como de barítono y sin petulancia alguna. Fue uno de los jóvenes poetas que, siguiendo la estela de los ismos artísticos y literarios europeos, pretendían al alba de aquellos años renovar la literatura y el arte al dictado de la Modernidad. Por entonces, Madrid rebullía apresurado en interminables atardeceres de café tertuliano o de Ateneo, de la cripta del Pombo, de variopintas veladas poéticas o de vodevil cabaretero. Autor de un librito de versos adscrito al Ultraísmo titulado Espejos, sus poemas buscaban la osadía tipográfica, la imagen visual, la sugestión relampagueante de la metáfora y temas de la moderna cotidianidad, del culto a la urbe moderna, al maquinismo, al ocio lúdico, al deporte... Las revistas literarias, clarines del movimiento y tribunas para sus jóvenes acólitos, se sucedían con extrema fugacidad. Juan Chabás publicará sus primeras composiciones en varias de ellas —Ultra, Tableros, Reflector— y hasta será cofundador en 1922, con Pedro Garfias y José Rivas Panedas, de Horizonte. Pero la aventura ultraísta apenas desbordó un trienio de existencia, hacia 1923 se hizo necesaria la contención y el regreso a los modelos clásicos. Chabás dio entonces a la imprenta versos de corte neotradicional en el suplemento de La Verdad murciana y en las revistas Alfar, Mediodía, Verso y Prosa..., destinados al poemario Ondas, que permaneció inédito.

De pronto, en 1924, quiso dilatar su formación merced a una beca de la Junta para ampliación de estudios y se marchó a Génova, de cuya universidad fue, apenas dos cursos, lector adjunto a la cátedra del hispanista Restori. Desde allí enviaba artículos para la sección semanal dedicada a asuntos literarios y culturales del diario madrileño La Libertad, sin sustraerse de la crítica sociopolítica al régimen de Mussolini. Los escritos suyos contra el fascismo le costaron la expulsión de la universidad genovesa de la Vía Balbi. Sus relaciones con la cultura italiana le sitúan dentro de la larga tradición de una escuela hispano-italiana o ítalo-española, en la cual cabe inscribir su Italia fascista. Política y cultura (1929). Con este trabajo el autor alcanza logradamente el propósito de reconstrucción teórica del fascismo político y cultural italiano. En tierras de la Liguria concluyó Sin velas, desvelada (1927) y situó la acción de Puerto de sombra (1928), novelas ambas que con Agor sin fin (1930) destacan en la prosa narrativa de la vanguardia histórica e hicieron de su autor uno de los mejor dotados de su generación, la del veintisiete, al decir de Max Aub. Italia también le ofreció anchas horas de solaz: en Roma, en Florencia y en tierras napolitanas —logró verse con Croce en el Palazzo Filomarino y durante unas vacaciones pascuales en Capri conoció a Maximo Gorki—; visitó el valle Crespiano, en la Toscana, y la Liguria costera, recorrida desde Génova a La Spezia, a veces acompañado por una joven casada de Chiavari, de nombre Juliette, hija de un diplomático.

A su regreso a España se incorporó al agitado Madrid de los últimos años veinte. Es sabido que en diciembre de 1927 viajó a Sevilla con un grupo de jóvenes poetas —Rafael Alberti, Gerardo Diego, Federico García Lorca, Jorge Guillén, Mauricio Bacarisse, José Bergamín, Dámaso Alonso—, hecho que vino a ser el acta fundacional de la célebre "generación del veintisiete". De muchos de ellos y su obra escribió Juan Chabás en las páginas de los diarios La Libertad, Diario de Barcelona, el Heraldo de Madrid y en revistas como La Gaceta Literaria. Sus reseñas críticas y agudísimos apuntes dieron el espaldarazo a la juventud literaria. De aquella época datan sus amores con la poeta canaria Josefina de la Torre, con quien mantuvo una fluida correspondencia y estuvo a punto de casarse. Sus amigos más allegados fueron Max Aub, Gabriel Miró, Dámaso Alonso, María Teresa León y Rafael Alberti, Genaro Lahuerta, Pedro Salinas, Maruja Mallo, María Zambrano...; José Moreno Villa y Rafael Barradas dibujaron su rostro en La Gaceta Literaria, Gregorio Prieto le pintó un óleo leyendo Le grand écart de Cocteau.

Los años treinta propiciaron su acercamiento al mundo del teatro, del que levantó acta crítica en sus colaboraciones periodísticas, especialmente en Luz, además de perfilar su compromiso militante de izquierdas. La producción suya de preguerra se completa con dos biografías noveladas, de Joan Maragall y Santa Teresa, varias traducciones y, de manera muy sobresaliente, los ensayos de Vuelo y estilo (1934), avalados por la solidez del pensamiento crítico de su autor, incorporado así a la entonces incipiente estilística.

De otra parte, su agudeza crítica y conocimientos dramatúrgicos le valieron el respeto de las gentes de la escena española. Contribuyó al género como autor con Krik, comedia hoy perdida, colaborando con García Lorca en el teatro de marionetas y con las adaptaciones de obras de Elmer Rice, Somerset Maugham y Carles Soldevila. Conviviendo con la actriz Carmen Ruiz Moragas creó una compañía en el Teatro Fontalba después de haber suscrito varios proyectos sobre renovación de la escena teatral cuya realización impidieron la muerte inesperada de Carmen Moragas y la guerra civil.

El golpe de estado de Franco y los suyos le condujo a defender la Segunda República con grado militar en las milicias de Izquierda Republicana, a participar en el Congreso de Intelectuales Antifascistas y a colaborar en revistas de trinchera. La derrota de la República y el fascismo le empujaron al exilio francés en compañía de sus padres y Simone Tery, corresponsal de guerra de L’Humanité, con quien se casó el 24 de junio de 1939 en Ivry sur Seine, municipio a las afueras de París. Tras la invasión nazi en Francia la policía franquista dirigida por el comisario Pedro Urraca anduvo persiguiéndole, pero enterado Chabás de su inminente detención pudo escapar hacia Marsella. Días después se embarcaba con sus padres en el Lasalle con rumbo a la República Dominicana de Leónidas Trujillo para luego recalar definitivamente en Cuba, donde cosechó el prestigio y el reconocimiento de la intelectualidad y del pueblo cubano. A Venezuela viajó posteriormente, casado con Aida Vals, y en la universidad de Caracas ejerció un tiempo la docencia antes de regresar a Cuba..

En su periplo de desterrado sufrió no pocas dificultades profesionales y precariedad económica. En Cuba profesó en la santiagueña Universidad de Oriente, disertó en la de La Habana y en casas de cultura; frecuentó el cuento histórico (Fábula y vida, 1955), el ensayo (Con los mismos ojos, 1956; Poetas de todos los tiempos, 1960) y la poesía (Árbol de ti nacido, 1956), publicados todos ellos póstumos al cuidado de su esposa Aída Valls. Allí concluyó Literatura española contemporánea, 1898-1950 (1952), obra mayor, primera en su género y una de las realizaciones mejor logradas y más ambiciosas del exilio republicano y, por extensión, de la España de posguerra.

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Perseguido por Fulgencio Batista tuvo que esconderse. Un infarto acabó con su vida. Al sepelio acudieron en gran número amigos, personalidades cubanas y compañeros de exilio. Sobre la lápida de su tumba en el cementerio Colón de La Habana quiso que grabasen la leyenda "Puerto de sombra", título con reminiscencia gongorina de su segunda novela.

El Año Chabás se antoja ocasión propicia para no sólo restablecer la memoria del escritor desde las instituciones, iniciada hace cuarenta años y caída en el olvido por algunos desaires, sino además para difundir y favorecer el acceso a su obra, reconocida en el perímetro académico, pero desafortunada y paradójicamente ignorada en gran medida. Por las sobradas razones de honor y mérito que concurren en el antaño nombrado hijo predilecto de Denia, convendrá dignificar con decoro su legado y archivo, retomar los premios literarios que llevaban su nombre y, asimismo, dárselo a la Biblioteca municipal de su pueblo natal y por qué no a algún espacio en La Habana o Santiago de Cuba, editar con urgencia los siete volúmenes de sus obras completas... No hay peor traba para la recomposición cultural de los pueblos que el olvido e, incluso más grave, la torpe indiferencia.

* Javier Pérez Bazo es catedrático de Literatura española en la Universidad de Toulouse (Francia).

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