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Muertos que están muy vivos: el ‘efecto Aramburu’ o cuando te matan y tienes que desmentirlo

Fernando Aramburu en Madrid en abril de 2024

No es que lo desmintiera exactamente, pero tuvo su retranca y todos lo entendimos. "Nos vemos mañana a las 19:00 horas en la Fundación Sa Nostra de Palma, en el ciclo de debates 'Sa Nostra Conversa'", escribía en X (antes Twitter) el escritor Fernando Aramburu un martes aparentemente normal, mientras todo el mundo daba por cierto el anuncio de su muerte, difundido unos minutos antes en un teletipo de EFE. "Buah, para estar muerto goza de mucha salud usted", le respondía un seguidor, mientras otra aprovechaba el trance para hacer la gran pregunta: "¿Qué se siente al resucitar?" Volver a la vida siempre es, suponemos, motivo de alegría.

La difusión del bulo del fallecimiento de Aramburu siguió un patrón molestamente habitual en X empleado por el controvertido pseudoperiodista italiano Tommaso Debenedetti, algo así como el rey de las 'fake news' en las redes sociales, empeñado a su vez en burlarse de este periodismo del siglo XXI en el que impera la inmediatez y la vieja norma de verificar la información con al menos dos fuentes diferentes ha quedado en desuso. Debenedetti creó, de nuevo, una cuenta falsa con el nombre de la editorial donde el finado publica sus libros. "Última hora. Fallece por infarto el escritor Fernando Aramburu. Sigue nota oficial", decía el tuit de @TusquetsLibros, perfil ya eliminado y que buscaba suplantar al real, @TustquetsEditor, que replicó directamente contestando al embuste: "Esta noticia es falsa. Por favor, ayúdennos a no difundir este tipo de bulos. Gracias".

El error de EFE fue no confirmar ese supuesto deceso con una simple llamada y dar por cierto lo que decía @TusquetsLibros sin percatarse de que se trataba de un perfil en absoluto ligado a la editorial. "AVISO | La Agencia EFE anula la noticia sobre el fallecimiento del escritor Fernando Aramburu. Una cuenta falsa que se hace pasar por la editorial Tusquets informaba del fallecimiento. La editorial ha desmentido la información a través de su cuenta oficial", tuvo que rectificar el medio de comunicación de aquel mismo martes aparentemente como los demás. Un día extraño para el escritor, que consoló a amigos que llamaban llorando su muerte fallida y oyó panegíricos inesperados.

No es este, por supuesto, el único caso. De hecho, no son pocos los rostros populares que a lo largo de los años se han visto en la tesitura de tener que desmentir su propia muerte. El 7 de agosto de 2023 no uno, sino dos: Fernando Savater y José Luis Perales. El fallecimiento del filósofo se difundía a mediodía de aquel día a través de una cuenta falsa que simulaba ser la de la editorial Ariel (y que cambiaba la letra 'L' en la palabra 'editorial' por una 'i' mayúscula -@EditoriaIAriel- para perpetrar su engaño). A los pocos minutos ya no había ni rastro de este perfil fake y no fue demasiado potente el daño al no conseguir viralizarse lo suficiente por falta de amplificación en otros perfiles y en los medios de comunicación. En este caso la mentira se fue por donde vino y tanto la editorial como el afectado la dejaron correr.

Quien si quedó perplejo aquella tarde fue poco después José Luis Perales, quién sí fue 'trending topic' en Twitter después de que la noticia de su muerte saliera aparentemente con origen en México y corriera como la pólvora en esta red social y multitud de medios latinoamericanos se hicieran eco del supuesto óbito. "Os hablo desde Londres, un sitio maravilloso donde he pasado unos días con mis hijos y con mi mujer. Alguien, con mala idea, ha dicho que me he muerto, y estoy más vivo que nunca, más feliz que nunca, y mañana ya nos vamos a estar viendo en España", aclaraba Perales en un vídeo (no le valió con escribirlo, quiso que le viéramos) compartido a las 22:23 horas. Ya para entonces varios medios españoles (bien esta vez) habían hablado con el artista y desmentido su fallecimiento. Asunto resuelto y el desmentido del músico convertido en clásico.

"Acá desde el más allá y para que se queden tranquilos, no es como lo esperaba, pero teniendo en cuenta que soy atea y de todos modos me recibieron con los brazos abiertos, no me puedo quejar", escribía en su cuenta de Twitter la escritora argentina Claudia Piñeiro el 15 de junio de 2022 tirando, como es costumbre en estas resurrecciones, de todo el sentido del humor posible. El 'asesinato' lo ejecutó, efectivamente, esta vez también, una cuenta falsa de la editorial Alfaguara (que luego se esfumó, aunque ya sabemos quien está detrás). No era la primera vez para Piñeiro, que ya había sido dada por muerta allá por 2014 de una manera distinta: "Ya me habían matado antes en Wikipedia, pero de un modo más gracioso, años atrás, porque decían que iba a morir en una fecha futura. Todavía no habíamos llegado a esa fecha. En dos minutos, un ‘comando’ de gente de Twitter arregló todo y me mandó la dirección IP de la persona que lo había escrito. Ahora soy la primera escritora argentina que mata este hombre”.

La escritora bielorrusa Svetlana Alexiévich, premio Nobel de Literatura en 2015, tuvo igualmente que negar en mayo de 2017 la noticia de su fallecimiento, difundida por una cuenta fake de Twitter a nombre de la nueva ministra francesa de Cultura, Françoise Nyssen (poco después otro mensaje advertía: "la cuenta es falsa y ha sido creada por el periodista italiano Tommaso Debenedetti"). "Me siento bien. No imagino a quién se le habrá ocurrido difundir esto", dijo la laureada autora al portal informativo ruso RBC. Otros medios rusos y bielorrusos contactaron con Alexéivich y confirmaron que es falsa la noticia de su muerte. No sucedió lo mismo con el longevo diario francés 'Le Figaro', que llegó a publicar la noticia en su página web. "Mira lo muerto que estoy que me pillas navegando y ahora entro en un puerto con el barco", respondió en el verano de 2023 el escritor Arturo Pérez-Reverte a un periodista de El Mundo que contactó con él para comprobar si estaba vivo o muerto después de que una cuenta (falsa, claro) de Twitter con el nombre del entonces delegado del Gobierno en Murcia, Francisco Jiménez, anunciara su deceso.

Otra cuenta fraudulenta que suplantaba a la editorial Alfaguara (sí, así de persistente es) difundió este pasado octubre la noticia de la muerte de la escritora colombiana Laura Restrepo. La publicación se replicó multitud de veces, incluso por el propio presidente de Colombia, Gustavo Petro (tal es el peligro). La propia autora decidió difundir su respuesta en un vídeo a través del perfil de su editorial: “Un saludo muy alegre y efusivo a todos los colombianos que se han preocupado por mí, por esa falsa noticia de mi defunción. No es verdad. Estoy muy alegre, estoy muy bien, estoy muy viva. Les agradezco mucho su preocupación y el mal rato que pasaron, al presidente y a todos los medios, pero la verdad es que estoy bien. Y espero que tenga muchos años por delante”.

Los rumores sobre muertes de estrellas del mundo del espectáculo siempre se han difundido con asombrosa celeridad, si bien desde que las dichosas redes sociales son parte rutinaria de nuestras vidas podemos convenir que, como estamos viendo, se nos ha ido un poco de madre. Un ejemplo pretérito para viajar en el tiempo y dar con un pionero de todo esto: Paul McCartney, fallecido concretamente el 9 de noviembre de 1966 en un accidente automovilístico, siendo reemplazado en el mundo de los vivos por un doble llamado William Campbell. Una teoría conspiranoica que ha llegado hasta nuestros días y que se coció a fuego lento, pues el primer desmentido lo publicó la agencia de noticias United Press el 22 de octubre de 1969 (tres años después),​ y al mes siguiente la revista estadounidense 'Life' publicó una entrevista con una portada icónica del músico con su familia y el titular "Paul is still with us". No fue esto suficiente para muchos y esta permanece como una de las leyendas urbanas más arraigadas (y fascinantes) de nuestra cultura popular. McCartney, por cierto, está a puntito de regresar a España para tocar en Madrid este mes de diciembre, dos noches en el WiZink Center. Tiene 82 lozanos años

En diciembre de 2011 alguien llamó a Jon Bon Jovi para verificar si estaba vivo o muerto. La noticia estaba ahí fuera creciendo sin freno, por lo que el rockero decidió aclararlo todo compartiendo una fotografía sosteniendo un folio con la fecha en que fue tomada y la siguiente chanza: "El cielo se parece mucho a Nueva Jersey”. El pie de foto enfatizaba: “¡Ten la seguridad de que Jon está vivo y bien! Esta foto acaba de ser tomada". Tres años después fue el cantante de Guns n' Roses, Axl Rose, quien en diciembre de 2014 por el mismo trago, si bien lo finiquitó por la vía rápida con otro chiste: “Si estoy muerto, ¿tengo que seguir pagando impuestos?

Otro caso del rock. En mayo de 2001, en la época en la que los foros de internet y los grupos de correo electrónico comenzaban a dominar el mundo, Lou Reed fue dado por muerto en un email que se envió a cientos de medios de comunicación, informando de un fallecimiento por sobredosis de demerol en su apartamento de Nueva York. La situación se desmadró y el músico tuvo que desmentir su muerte a través de un comunicado en el que explicaba que estaba en Holanda trabajando en un proyecto (Poetry) junto al director teatral Robert Wilson. Lamentablemente, Lou sí que murió realmente el 27 de octubre de 2013. Y otro más. La revista musical británica 'Melody Maker' publicó a mediados de los setenta una crónica de un concierto de Alice Cooper en forma de necrológica. No eran, ni mucho menos, los tiempos de las redes sociales y las nuevas formas de comunicación viral, pero el revuelo que se montó fue morrocotudo y todavía retumba en la cabeza del músico, quien salió al paso de los rumores con un titular inconfundible en el que dejaba claro que sí, era él: ”Estoy vivo y borracho, como de costumbre”.

Con humor pero sin disimular su enfado escribió un comunicado el baterista de Mägo de Oz, Txus di Fellatio, para aclarar allá por 2010 que no había fallecido. Cosas como esta decía: “Después de besarme la parca vi un resplandor de luz y toda mi vida pasó rápidamente… ¡Espero con ansia que terminen de juzgar a la puta madre del que se inventó tamaña idiotez! Tranquilos, todo llegará, incluso mi muerte. Lo único es que hasta que no elija un modelito de leopardo que vaya bien con mi ataúd no tengo pensado fallecer. Mientras, os deseo un buen verano y que nunca os olvidéis de soñar tomando una cerveza a la salud de Ronnie James Dio“.

Como no podría ser de otra manera, no es ajeno tampoco el mundo del pop a este tipo de situaciones, vividas por ejemplo por Ricky Martin, 'aniquilado' virtualmente en los primeros compases de 2015. Tanto ruido se montó, que el puertorriqueño publicó una foto de una playa paradisíaca con el mensaje “Hello from heaven”. No contento con esta forma de desmentir su deceso, insistió pocas horas después con otra instantánea suya en un idílico atardecer y la leyenda “Sunset in heaven“. Porque no, él no había muerto en un accidente de coche en Los Ángeles, sino que estaba vivito y coleando perdido por ahí por algún paraíso (terrenal, se entiende). "Hello, it's me. Hello from the other side! Me encanta Adele", tuiteó David Bisbal para negar su muerte en 2016, utlizando los populares versos de la canción Hello de la vocalista inglesa.

Mientras todavía era Hannah Montana en Disney, Miley Cyrus ya bregaba con todo tipo de rumores, que no han dejado de merodearla hasta la actualidad. En 2009, por ejemplo, circuló un bulo que decía que había muerto por un accidente de tráfico, a lo que respondió en Twitter con hastío: “¿Qué ha pasado esta semana? ¿Estoy embarazada o muerta? Necesitáis ser un poco más creativos”. Más tarde, en 2014 la dieron de nuevo por muerta por sobredosis a raíz de una noticia falsa en Facebook que la llevó a desaparecer de las redes sociales como respuesta, avivando la rumorología por diversión hasta que publicó varias fotos en Instagram, entre ellas una en topless en el desierto de espaldas a la cámara.

En la primera parte de su carrera, Melendi llegó a acostumbrarse a ser matado reiteradamente en internet. "Al principio lo llevaba mal. Mis padres no estaban acostumbrados y de repente les llaman de madrugada para contarles que han visto en un foro que he muerto en un accidente de tráfico. No contactaron conmigo hasta la mañana siguiente y la espera fue dura. Después de tantos rumores, se han hecho a la idea, como yo, de que cada día voy a morir de algo y ya no se preocupan tanto", explicaba el asturiano en una entrevista en 2009 a 'La Opinión de A Coruña'. Por su parte, Raphael tuvo que desmentir en 2014 con una llamada en directo a un programa de televisión que hubiera fallecido, después de que lo mataran en un foro y el bulo se propagara incluso por Latinoamérica.

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La lista de afectados es, en definitiva, interminable. "Saludos desde el más allá. Otra vez", escribía en Twitter en 2012 el reguetonero Daddy Yankee. Situaciones parecidas han pasado no una ni dos veces otros como Justin Bieber, Avril Lavigne o Britney Spears. Hace apenas un par de meses reaparecía a sus 81 años Julio Iglesias en Instagram para negar con amargura su retirada de la música: "Hoy me he levantado con la falsa noticia de que me retiro, en estos últimos años me han matado varias veces, han dicho que tengo alzheimer, han dicho de todo, y hoy han llegado aún más lejos, un periodista no sé de dónde dice que un amigo le ha dicho, que ya no puedo ni quiero cantar más". Y mucho antes de todo este maremágnum de las redes sociales, en 1992, que supuestamente Miguel Bosé estuviera muriéndose de sida se convirtió en cuestión nacional hasta que lo desmintió con notable enfado en televisión. “Llamé de inmediato a la tele para desmentirlo y me dijeron que lo habían cogido de un teletipo de EFE y que tenía que llamar a la agencia porque no creyeron que fuera yo, seguían manteniendo que era verdad", lamenta Ana Torroja en el libro Mecano, de Javier Adrados (Plaza & Janés, 2019). La cantante de Mecano sintió ahí todo el peso de la fama al verse incapaz de frenar el bulo sobre su propia muerte, que llegó hasta el telediario de TVE, el 11 de junio de 1982, mientras llegaban coronas de flores a su casa.

"Jackie Chan está vivo. No sufrió un ataque al corazón y no murió, como fue reportado en muchas redes sociales y sitios de noticias. Está bien y se encuentra ocupado preparándose para la filmación de su siguiente película", tuvo que recalcar un mensaje en el Facebook del actor de filmes de acción tras ser asesinado en 2011 (también lo fue en 2010). "Por favor, ignoren la estupidez. Vivo y bien y feliz y saludable... ¡Todavía golpeando!", anunciaba a los cuatro vientos Sylvester Stallone en Instagram ante una noticia viralizada en redes que aseguraba que había fallecido víctima de un cáncer de próstata. "Como Mark Twain, continúo leyendo que he muerto. Espero que estas historias no sean verdad... pero si lo son, estoy contento de reportar que mi vida futura parece idéntica a cuando estaba vivo. Fui a Las Vegas para empezar a trabajar en la película Last Vegas. Esto no es ni de lejos una sentencia de muerte", escribía Morgan Freeman en su Facebook en 2012 como contestación a una de las no pocas veces que se ha enterado de su deceso en internet.

El pasado 19 de junio Noam Chomsky era dado por muerto en las redes sociales casi al mismo tiempo que era dado de alta en un hospital de Sao Paulo (que emitió un comunicado dando explicaciones) en el que estaba ingresado para recibir tratamiento por el ictus que había sufrido meses antes. El pensador estadounidense Francis Fukuyama desmintió en su cuenta de X los rumores sobre su fallecimiento en octubre, después de que una supuesta cuenta de la Universidad de Standford publicara la noticia esta mañana: "La última vez que revisé, seguía vivo". No una única vez ha salido la escritora Isabel Allende al paso de informaciones sobre su deceso -"estoy muerta, pero de la risa", escribió en una ocasión- para negar la mayor. Parecido padeció Mario Vargas Llosa, como también los actores Rusell Crowe o Taylor Lautner, pues lo que antaño era una especie de funesta anécdota, se ha convertido de un tiempo a esta parte en el signo de los tiempos de la información. Lo mejor para los afectados es tomárselo con humor y regresar del más allá a ritmo de rumba catalana cantando aquello de 'no estaba muerto, estaba de parranda'.

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