El negocio militar
Casado, Morenés, un nieto de Botín y ex altos mandos militares: quién se frota las manos con el rearme

En la Unión Europea parecen tener claro que el nuevo contexto geopolítico internacional, marcado por el alejamiento de EEUU y el deseo expansionista de Rusia, conduce hacia un cambio en la política de defensa comunitaria. Y para muestra, el multimillonario plan de rearme comunitario. Bruselas espera movilizar 800.000 millones de euros: 150.000 millones financiados con emisiones de deuda para la compra conjunta de equipamiento militar y otros 650.000 millones a través de los presupuestos de cada Estado. Un gasto en defensa al que el Gobierno dio otro acelerón la semana pasada con el transvase de 2.084 millones de euros al Ministerio de Defensa para hacer frente a desembolsos comprometidos. La mayor parte, relacionados con armamento de alta tecnología.
El nuevo mundo ha convertido la industria de la defensa, con una facturación superior a 150.000 millones en el Viejo Continente, en una nueva pepita de oro. Y el repunte bursátil de este tipo de compañías da buena cuenta de ello. Un sector muy atomizado en nuestro país del que forman parte casi cuatro centenares de compañías, según los últimos datos del Informe sobre la industria de Defensa en España. La inmensa mayoría, un 99%, son pequeñas y medianas empresas. Pero el mercado, sin embargo, está en manos de los peces gordos. Solo cuatro compañías aglutinan alrededor del 73% del negocio, que en 2023 tuvo una facturación consolidada de 13.900 millones de euros. Son Airbus, Navantia, Indra y GDLS-Santa Bárbara.
Solo la segunda, referente en la construcción naval –aunque también fabrica munición o radares–, es pública en su totalidad: la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) controla el 100% de su capital. El resto, cuentan con un accionariado diverso, en el que participan desde Estados hasta fondos de inversión u otras firmas armamentísticas. Indra, empresa de ingeniería tecnológica para defensa que acaba de hacerse con el control de la rama de satélites militares de Hispasat, tiene a la SEPI como accionista mayoritario, con un 25,15%. Un pastel que también comparten las compañías de defensa Escribano y Sapa, así como el fondo británico Amber Capital, la suiza UBS, la neerlandesa ING o las firmas de inversión estadounidense JP Morgan y Goldman Sachs.
En Airbus, el gigante aeroespacial, tienen una participación importante el Estado francés, alemán y español, si bien también figuran como accionistas minoritarios destacados el buitre BlackRock o los fondos Capital Research and Management y TCI Fund Management. Y Santa Bárbara está desde hace años en manos americanas. Creada en la década de los sesenta, la firma española de armamento fue vendida a General Dynamics durante el Gobierno de José María Aznar. Una compañía por la que ahora, en plena ola belicista, se ha interesado Indra. "Teniendo esta empresa en nuestras manos podemos multiplicar por tres o por cuatro el tamaño de la compañía", llegó a decir a mediados de marzo el presidente de Indra, Ángel Escribano. Una venta que desde GDLS rechazan.
Fondos de inversión españoles
Casi seis de cada diez empresarios del sector, según una encuesta incluida en el último anuario editado por Infodefensa, creen que sus compañías van a tener una evolución "muy positiva" en los próximos años. Un futuro boyante al calor del cual han florecido dos fondos españoles de capital riesgo especializados: Nazca Aeroespacial y Defensa I FCR e Hyperion Fund FCR. El primero aspira a captar en los próximos meses 400 millones de euros para "impulsar el crecimiento de compañías españolas". El segundo, que cuelga de la gestora Singular, ya ha logrado captar 150 millones de euros para invertir en los ámbitos aeroespacial, de ciberseguridad, de inteligencia artificial y de defensa, excluyendo armas y equipamiento letal.
Una de las caras visibles de Hyperion Fund es la del expresidente del PP Pablo Casado. Un equipo inversor del que también forma parte Ricardo Gómez-Acebo Botín, nieto del expresidente de Banco Santander. Y Joaquín Ortiz, quien fuera miembro del gabinete del exministro de Defensa Pedro Morenés. En el llamado "consejo asesor internacional" están el ex secretario general de la OTAN y ex primer ministro de Dinamarca Anders Fogh Rasmussen o la exministra de Defensa de Francia Michele Aliot. En las últimas semanas, Hyperion se hizo con un 11,7% de la startup espacial Sateliot tras inyectar 10 millones. Y ha liderado otra ronda de financiación alrededor de la startup de sistemas de propulsión Pangea.
Las puertas giratorias
También Morenés mira con ilusión hacia el futuro rearme europeo. A sus casi setenta y siete años, el primer ministro de Defensa de Mariano Rajoy figura como presidente externo de Amper, que destaca en defensa, seguridad y comunicaciones –desde protección de infraestructuras críticas a guerra electrónica–. Este grupo es otro de los contratistas habituales del Ministerio de Defensa. Recientemente, se ha hecho con una licitación millonaria para el suministro de redes multiespectrales 2D para el camuflaje de las Fuerzas Armadas. Pero lo realmente gordo fueron los acuerdos firmados con Navantia de suministros de todo tipo para las fragatas de la serie F-110.
Solo el año pasado, según consta en el informe de retribuciones enviado por la compañía a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Morenés percibió 100.000 euros como retribución por su pertenencia al Consejo de Administración de la firma. No es, sin embargo, la única empresa del sector que consta en su currículo. Antes de coger una de las carteras más importantes del Ejecutivo, y tras una primera etapa ocupando varias Secretarías de Estado –Defensa, Interior y Política Científica y Tecnológica– con José María Aznar, fue consejero de la firma de bombas Instalaza y presidente de MBDA, compañía europea de misiles.
Un sector al que también miran pesos pesados de las Fuerzas Armadas. Al menos cuatro altos mandos militares, según consta en el Portal de Transparencia del Gobierno, tienen en la actualidad autorización para realizar actividades privadas en compañías dedicadas a la seguridad y la defensa. Escribano ha fichado como asesor al teniente general Fernando García González-Valero, quien fuera Jefe del Estado Mayor Conjunto de la Defensa, mientras que Fernando de la Cruz Caravaca, quien fuera segundo jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire, es ahora responsable de relaciones públicas de Airbus.
Fernando Ángel García y García de las Hijas, quien fuera jefe del Mando de Apoyo Logístico del Ejército de Tierra, tiene autorización para trabajar con Indra. Compañía a la que también asesorará Francisco González-Espresati, antiguo jefe del del Mando Aéreo de Combate, de cuya incorporación como responsable de estrategia de defensa también presumía a comienzos de año la firma Integración Tecnológica Empresarial (ITE), quien se hiciera en su día con el mantenimiento de carros del Ejército de Tierra.
El Grupo Oesía, especializado en ingeniería electrónica para los sectores de la defensa y la seguridad, también es una muestra de esa segunda vida en el sector privado de los responsables militares. Allí está como director de Soporte y Seguridad Alfredo Sanz, quien ocupara puesto de responsabilidad en el Cuartel Supremo de la OTAN. Y Fernando Acero, quien fuera en su día director de ciberdefensa del Ejército del Aire, es hoy Chief Information Security Officer a nivel global de la compañía. Además, al menos media decena de miembros de su Comité de Estrategia vienen de las Fuerzas Armadas.