Los africanos suspiran por la electricidad
Cuentan las crónicas que recientemente se celebró una Cumbre de la Energía Mission 3000 en Dar es Salaam. Parece ser que más de 1.000 personas, incluidos varios jefes de Estado, se juntaron en esta ciudad tanzana para dar cauce a esa Mission 300 que había sido apadrinada por el Banco Mundial y el Banco Africano de Desarrollo, hace más o menos un año. Y claro, pasado tanto tiempo hay que conocer cómo va aquel proyecto. En síntesis, se podría decir que se trataba de proporcionar electricidad a unos 300 millones de personas que en estos momentos ni siquiera tienen una triste bombilla en su cuarto común de la casa. Así lo he leído en The Guardian tanzano de finales de enero. Se supone, cuestión humanitaria y económica, que este simple logro tendría la categoría de derecho humano. Incluso se ha creado una Alianza Global de Energía para las Personas y el Planeta (GEAPP) a la que empiezan a llegar algunos fondos, siempre insuficientes porque la tarea es descomunal.
En esos países en los que las personas carecen de casi todos recursos –unos 600 millones de personas carecen de acceso y energía confiable y duradera–, resolver este problema es urgente. Desde la rica Europa lo vemos con lástima, pero es un logro trascendental. Es más, he conocido que unos 12 países, entre ellos Nigeria, la República Democrática del Congo y Côte d'Ivoire, se comprometen a llevar a cabo reformas sustanciales en cinco áreas clave: generación de energía a bajo costo, integración energética regional, mayor acceso a la energía, facilitación de la inversión privada y fortalecimiento de los servicios públicos. ¡Ahí es nada! Como en otros muchos lugares se han puesto una fecha: 2030, como la Agenda de los ricos en donde su ODS núm. 7 para 2030 aboga por energía asequible y no contaminante.
No deberían olvidar que el acceso universal a la energía lleva pareja la equidad social, la protección del medioambiente y la inclusión política en torno a la democracia y a la justicia
Seguro que cuando llegue esa electricidad a bastantes lugares se sentirán alborozados, casi como le sucedió a Pedro Salinas hacia 1929, cuando escribió aquel poema social de la vida diaria “35 bujías”. Bastantes países africanos buscan entrar en el club de los productores de energías limpias. Está bien, pero no deberían olvidar que el acceso universal a la energía lleva pareja la equidad social, la protección del medioambiente y la inclusión política en torno a la democracia y a la justicia.
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Carmelo Marcén Albero es socio de infoLibre.