Perdidas las votaciones de investidura, volvemos a la casilla de salida: Pedro Sánchez ya no es el candidato a la Presidencia del Gobierno. La propuesta del jefe del Estado decae en el momento de fracasar la investidura del candidato.
Esto supone, claro, que de nuevo el rey podrá iniciar una nueva ronda de consultas con los partidos que tienen representación en el Congreso de los Diputados (y Diputadas) y, en su caso, proponer un nuevo candidato (que puede ser el mismo). Pero difícilmente lo hará si esta vez ningún cabeza de partido tuviera asegurada la investidura, y aún si lo hiciera, difícilmente un candidato sin garantías de éxito en la investidura aceptaría el encargo (como hizo Rajoy en su día).
Sánchez, no como candidato, sino como líder del partido más votado tendrá que negociar apoyos si quiere ser presidente del Gobierno. Y los demás partidos deberán decidir si negocian con él o si le rechazan definitivamente.
Por experiencia sabemos que la fórmula utilizada para la negociación (retrasarla más de la cuenta, pedir apoyos a cambio de nada, hablar de Ministerios antes que de programa de gobierno, vetos, filtraciones interesadas, reproches continuos y, sobre todo, mutua desconfianza insalvable) no ha sido la adecuada, sea por torpeza, por soberbia, por cálculos electorales o simplemente, por inexperiencia real de negociar pactos con éxito.
Es fácil decir, pero difícil de hacer, que unos y otros olviden el proceso anterior, pero parece necesario que, si realmente nadie quiere nuevas elecciones, todos hagan, aunque sea metodológicamente, borrón y cuenta nueva.
Los electores hicimos nuestro trabajo (elegir a quién votar y votar el 28A) y el resultado ha sido el que ha sido. Con ese resultado deben trabajar los partidos para resolver quién presidirá el Gobierno, con qué apoyos y con qué programa. Que sepan o no resolver el problema es asunto suyo, no nuestro. Si no son capaces de resolverlo, volveremos a votar en noviembre, pero quién sabe a quiénes y en qué proporción.
Jesús Pichel Martín es socio de infoLibre
Perdidas las votaciones de investidura, volvemos a la casilla de salida: Pedro Sánchez ya no es el candidato a la Presidencia del Gobierno. La propuesta del jefe del Estado decae en el momento de fracasar la investidura del candidato.