LA PORTADA DE MAÑANA
Ver
El Gobierno responderá a la maniobra de Feijóo y Weber contra Ribera "con datos" y "sin caer en el barro"

Carguen… apunten… ¡fuego!

2

Verónica Barcina Téllez

Fue canción del verano del 36 en toda España, sin distingos entre ciudades, pueblos y aldeas, con tapias de cementerios como escenario preferente. Las orquestas vestían verde caqui o azul mahón, sus miembros hablaban castellano, pero no eran extraños el italiano, el alemán o el árabe. Los instrumentos utilizados para interpretar la fanfarria —¡bang!, ¡bang!, ¡bang!— eran el viento y el metal de fusiles y carabinas Mauser calibre 7 mm que respondían al aria del solista —Peeelotón: caaarguen… apunten… ¡fuego!—.

Ocupó el número uno en las listas durante cinco años, junto a temas como Cara al sol o El novio de la muerte, y otros treinta y cinco en los 40 Principales. Ha quedado registrada para la Historia la versión ejecutada sobre Federico García Lorca por soldadesca golpista y alimañas falangistas. La música —¡bang!, ¡bang!, ¡bang!— ha llegado inalterada al siglo XXI, pero la letra, falseada en su origen, ha sufrido nuevas alteraciones a cargo de los herederos de la pieza, reacios a reconocer la Verdad, expertos en desfigurar la Realidad y fanáticos de todo Negacionismo. Así son ellas y ellos, el neofranquismo, 88 años después.

El golpismo neofascista se ha vuelto a instalar en esta desgracia de país. Hace unos días, durante la conmemoración del aniversario del asesinato de García Lorca, en el mismo lugar donde sonó el “Carguen… apunten… ¡fuego!” y la fanfarria “¡bang!, ¡bang!, ¡bang!”, el Partido Popular ha vuelto a disparar al Federico “rojo y maricón” cuya memoria es una denuncia de la ideología sectaria, dictatorial y asesina que el PP defiende hoy como propia compitiendo con Vox y el delincuente con escaño europeo. Les duele Lorca.

Desde que el PP ostenta mayorías, absolutas o compartidas con sus socios extremistas, como las milicias golpistas y la Falange, los pelotones de fusilamiento están a pleno rendimiento y Granada, “La tierra del chavico donde se agita la peor burguesía de España”, es un referente. El estreno de la Diputación pepera fue el “Carguen…”, al intentar colocar al negacionista Membrilla al frente del Patronato Federico García Lorca, resuelto con la dimisión del interfecto tras hacer lo propio Laura García Lorca.

El golpismo neofascista se ha vuelto a instalar en esta desgracia de país

El “Apunten…”, en fechas lorquianas, de Diputación, Ayuntamiento y Junta ha consistido en intentar reducir a Lorca al rol de dramaturgo y poeta. Rodríguez, presidente de Diputación, ha intentado silenciar al Lorca defensor de “los perseguidos, del gitano, del negro, del judío…, del morisco que todos llevamos dentro”, al “partidario de los pobres... de los que no tienen nada”, al comprometido con la educación del pueblo. Un trago demasiado amargo para un partido racista, xenófobo, clasista y enemigo de la Educación Pública.

Y “!Fuego!”. Un opúsculo no–teatral, ideológico, de un dramaturgo de cámara ha usurpado la representación de una pieza de Federico. En línea con el negacionismo de la derecha, el autor dispara al poeta, pero no lo asesina: se permite la ignominia de suicidarlo. En línea con el revisionismo de la derecha, la obra es un chafardeo que mancilla la amistad de Lorca y la Xirgú, además de especular con amoríos de índole, ¡cómo no!, homosexual.

La ideología censora y represora de la ultra y la extrema derecha de PP y Vox ha cerrado, con cadena y candado, el Parque García Lorca, entre Víznar y Alfacar, para evitar el homenaje popular a Federico García Lorca. Si les valiera, viejas fosas cercanas llenarían con nuevos cadáveres fusilados. Como dijo Olivier Guez: "Cada dos o tres generaciones, cuando se agosta la memoria y desaparecen los últimos testigos de las masacres anteriores, la razón se eclipsa y otros hombres vuelven a propagar el mal”. En ello están.

Verónica Barcina es socia de infoLibre.

Fue canción del verano del 36 en toda España, sin distingos entre ciudades, pueblos y aldeas, con tapias de cementerios como escenario preferente. Las orquestas vestían verde caqui o azul mahón, sus miembros hablaban castellano, pero no eran extraños el italiano, el alemán o el árabe. Los instrumentos utilizados para interpretar la fanfarria —¡bang!, ¡bang!, ¡bang!— eran el viento y el metal de fusiles y carabinas Mauser calibre 7 mm que respondían al aria del solista —Peeelotón: caaarguen… apunten… ¡fuego!—.

Más sobre este tema
>