Queda menos de un mes para que Donostia se vista con sus mejores galas y se convierta, por unos días, en la capital mundial del cine. Aún no han llegado a la ciudad las películas ni los actores, directores, guionistas, montadores,... que las crean y dan forma convirtiéndolas en ese sueño real, proyectado sobre una pantalla, frente a cientos de hombres y mujeres dispuestos a aparcar su atareada vida para soñar, reír, llorar o sufrir con sus historias junto a desconocidos. También para reflexionar sobre nuestra propia existencia o para intentar entender este mundo que a veces solo parece abocado a su autodestrucción.
En Donosti ya se empiezan a ver las señales de su pronta llegada: se oyen los primeros nombres de los artistas premiados (Cate Blanchett y Pedro Almodóvar) o de las estrellas internacionales que pisarán sus salas (Javier Bardem) y se repiten los títulos de las películas que llenarán cada una de las diferentes secciones.
Esta ciudad apasionada del cine alimenta ese amor durante todo el año a través de otros festivales
Pero el festival no termina cuando se cierra el telón. Esta ciudad apasionada del cine alimenta ese amor durante todo el año a través de otros festivales: festival de cine y derechos humanos, semana del cine fantástico y de terror, festival de cine documental musical de San Sebastián, ciclo internacional de cine submarino...y también acogiendo en sus calles el rodaje de diferentes películas, las últimas: "Ya no quedan junglas a donde regresar" o "La infiltrada".
En unos días estaremos sumergidos de lleno en esa locura transitoria que es el cine. Ahora esperamos ansiosos, como niños en víspera de reyes, esos regalos hechos de historias que nos volverán a atrapar sin compasión.
To be continued...
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Fernando Pérez Rodríguez es socio de infoLibre.
Queda menos de un mes para que Donostia se vista con sus mejores galas y se convierta, por unos días, en la capital mundial del cine. Aún no han llegado a la ciudad las películas ni los actores, directores, guionistas, montadores,... que las crean y dan forma convirtiéndolas en ese sueño real, proyectado sobre una pantalla, frente a cientos de hombres y mujeres dispuestos a aparcar su atareada vida para soñar, reír, llorar o sufrir con sus historias junto a desconocidos. También para reflexionar sobre nuestra propia existencia o para intentar entender este mundo que a veces solo parece abocado a su autodestrucción.