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Elecciones y emociones

Jose Maria Barrionuevo Gil

Ahora que Karlota (con perdón) nos ha traído unas aguas, que han sido bastante bien recibidas, nos embarga un buen nivel de emociones, que ya pensábamos dormidas. Siempre se ha dicho que de ilusiones también se vive, pero queremos que las ilusiones sean justificadas con emociones y no nos hagan perder los estribos y caernos de los caballos o del nido o delante de los tractores. Podemos pensar, aunque sea algunos días bajo los paraguas, este año de tantas elecciones, que lo que más necesitamos son emociones y que nos resulten más amistosas, más agradables y más que sólo deseables.

En este turbulento mar de dudas y elecciones, podemos encontrarnos con los inquisidores de antaño, que nos empañen las ilusiones con sentimientos totalmente anticatárticos, que no nos permitan despojarnos de tantas tétricas vestiduras, que nos entristezcan aún más las diferentes fiestas democráticas con las cercanas llamadas de las urnas. Es verdad que cada cual juega su papel con su papeleta, pero las papeletas, que nos sitiarán este año por todos los costados, serán tan distintas y diversas, que no podemos dejarnos llevar por el hastío, cuando, precisamente, nos estamos jugando el porvenir. No podemos, descuidadamente, dejarnos llevar de dudosas y hasta falsas ganancias pretéritas por incompletas o incumplidas, que tantos dolores de cabeza nos están acarreando, porque entre todos hemos labrado mal el campo de la inteligencia y la razón.

Con nuestra inteligencia emocional por bandera debemos participar votando favorablemente en bien de todos y no solamente para beneficio de unos pocos, que tienen el apoyo de los que nunca tienen ni han tenido ganas de que se participe y se vote en masa. Podemos recordar que, en Galicia, una vez no se llegó ni al 48% de participación. Pues bien, en el caso de que algún partido consiguiera el 51% de los votos, con esa participación, no representaría ni el 25% del electorado.

Con el poco margen democrático que se nos concede y nos queda, prácticamente, con las elecciones, no podemos renunciar a acercarnos a votar, pero, eso sí, con verdadero conocimiento de los compromisos a los que tenemos derecho y que se detallan en programas políticos claros y definidos y no empujados por el escandaloso mercado de las descalificaciones y de los insultos con que tantos años nos llevan torpedeando, de día y de noche, por la falta de proyectos y porque partidos que nos han gobernado, a veces, se muestran demasiado respetuosos dándole una mano de cal para blanquearse sus casillas, cosillas y tinglados.

Con nuestra inteligencia emocional por bandera debemos participar votando favorablemente en bien de todos y no solamente para beneficio de unos pocos, que tienen el apoyo de los que nunca tienen ni han tenido ganas de que se participe y se vote en masa

Tenemos que abandonar a su mala suerte los sentimientos negativos y catastrofistas, que a todo trance y a todas horas se nos inoculan desde todos los medios y por todos los rincones que carecen de alma. Después de estos últimos años de instigaciones y no de investigaciones, queremos que nos aclaren los palos sociales y laborales que nos dieron los que nos hablan de buena gestión y que pretenden, a todo trapo, que nos lo creamos.

Podemos recordar que el PP nos subió el IVA al 21% (para crecerse), que creó el impuesto al sol (para que no nos quemáramos y que arruinó a cantidad de empresas), que nos impuso el impuesto a los premios de la lotería (no fuera que nos enriqueciéramos excesivamente), que vació la caja de las pensiones y solo subió las pensiones ridículamente un 0.25% y que nos clavó, además, a los jubilados con el copago farmacéutico, que constitucionalmente llevó a cabo una amnistía fiscal a los ricos, que regaló a los bancos 60.000 millones de euros, porque no los hemos recuperado...

Podemos hablar entre nosotros, que somos más, de muchas cosas y ver con claridad que, además, la ley electoral que tenemos es demasiado conservadora y poco representativa.  Podemos ver claro, así, que si no hay una fuerte participación y con conciencia de hacernos entre todos un favor a la mayoría currante de esta España (única, grandiosa y liberal) no podremos salir de la fosa que unos pocos nos han preparado y que nos creemos que no existe. Si es buena gestión atropellar a la mayoría o no denunciar ya claramente la malísima gestión de los herederos de la dictadura, seguiremos equivocándonos, incluso otros ochenta años.

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José María Barrionuevo Gil es socio de infoLibre.

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