'Ella'
Estos días, coincidiendo con las manifestaciones, actos culturales, actividades de ONGs, sesiones terapéuticas… en torno a los 50 años del Movimiento Feminista y su lucha, nos hemos encontrado con el inefable y grotesco autor y director de teatro catalán Albert Boadella, quien, en los Teatros del Canal (Madrid), muy cerca de donde pasan las manifestaciones del 8M, la puesta en escena de su último bodrio. Ella. Obra retadora, agresiva, antifeminista, provocadora, que pretende no sólo apuntalar la ola que, desde las extremas derechas del mundo, se viene atacando a las conquistas del feminismo.
“Si ha sufrido usted una violación, póngase un mandil y haga sus labores del hogar, arréglese, vaya a la peluquería para distraerse, póngase guapa y cocine para su hombre. Ya verá cómo se le pasa pronto. Pero, sobre todo, no se deje llevar por el rencor, envenena el alma y además es muy malo para la piel”. Así empieza la “obra” interpretada por la soprano María Rey-Joly, acompañada por Alfredo Ancillo al violín y por Rubén Sánchez Vieco al piano… Y así termina, sin poder encontrar algo creativo porque el texto es una especie de corta y pega de los consejos que la Sección Femenina del franquismo dictaba a lo largo y ancho de este país. Según su autor, es un “drama lírico” que lo ha apartado de las sátiras cuando dirigía Els Joglars.
(La obra) ataca por lo más duro, por lo más despreciable de la condición patriarcal que pervive en nuestra sociedad: la violación
Lo infumable de la “obra” no es que se burle de las luchas por la igualdad de género y de la presencia activa de la mujer en la sociedad del siglo XXI, sino que ataca por lo más duro, por lo más despreciable de la condición patriarcal que pervive en nuestra sociedad: la violación. La misma hay que entenderla porque “las manos de un macho no están para estar quietas”.
Me ha sorprendido Berna González Harbour con el paralelismo que establece entre esta “obra” y la película de Pedro Almodóvar Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980) al intentar explicar el principio que impera actualmente desde que los poderes blasonean la pervivencia del patriarcado: “Reaccionan, ergo retrocedemos. El pulso entre revolución e involución se tensa estos días hasta los últimos confines de lo conocido. Y la reacción de la violada de Boadella no desentona mucho de la frivolidad de Pepi, Luci y Bom… Seguro, con mucha menos gracia”.
Seguro que Berna no quiso terminar así su desafortunado artículo, equiparando una de las primeras películas de Almodóvar, de hace 45 años, en el contexto social en el que nos movíamos recién salidos del franquismo –etapa que nada tiene que ver con la sociedad actual– con la sociedad construida en gran parte por el movimiento feminista y donde las expresiones artísticas (cine, teatro, fotografía, canciones…) tienen un sello indiscutible del trabajo de la mujer. Y las leyes españolas son el reflejo de 50 años de lucha feminista. Finalmente, la evolución de los dos personajes, tanto en su creación artística como en su compromiso social, son como el agua y el aceite.
Con Ella, Boadella conseguirá el aplauso agradecido de Vox y sin duda alguna Milei intentará que se represente en Argentina al grito de “¡Viva la libertad, carajo!”, mientras Almodóvar, comprometido con la lucha feminista, sufrirá el desprecio, el insulto y la amenaza de los intolerantes.
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Marcelo Noboa Fiallo es socio de infoLibre.