La guerra cultural contra el feminismo
La guerra cultural que ha entablado la extrema derecha y la derecha, a secas, contra el feminismo y las mujeres ha llegado a todas partes y, mal que bien, muchos de nuestros medios de comunicación parecen rendirse a ello, por el procedimiento de reducir el movimiento feminista a la ley trans y solapando tras la polémica generada por esta el deterioro de la situación de las mujeres. El término “guerra cultural” fue acuñado por A. Gramsci y actualmente es una de las estrategias utilizadas para polarizar la sociedad y ganar influencia social y electoral. Steve Bannon, exasesor de Donald Trump, ya defendió que la batalla antes que política tenía que ser cultural para alcanzar la hegemonía ideológica.
En el caso del feminismo el objetivo es sabotearlo y detener su influencia y avance social reduciendo el movimiento a los delirios de cuatro mujeres amargadas e infelices que quieren vengarse de los hombres y no cuidar de sus hijos. El penúltimo ataque de esta guerra se ha producido en USA, el Supremo de EEUU se dispone a revocar el derecho al aborto cuando esto se consideraba algo consolidado. En España, la cosa tampoco está demasiado boyante, Vox, además de bramar contra el aborto, proclama que la violencia contra las mujeres no existe y que la violencia vicaria tampoco, pero ya que no pueden esconder a las mujeres, ni a los niños y niñas asesinados por sus parejas y padres, dicen que lo que hay es una violencia intrafamiliar. También anuncian que suprimirán todos los organismos que velan y trabajan por conseguir la igualdad entre los sexos porque son “chiringuitos” que solo sirven para alterar la paz de las familias.
Por la otra parte, (¿o quizá la misma?) el conflicto avanza de la mano de las teorías Queer. Sus gurús Paul B. Preciado, Judith Butler y otros están hasta en la sopa. El 1 de mayo, El País publicaba una entrevista con Butler en la que esta defendía abiertamente los vientres de alquiler y la prostitución como una aceptable forma de vida. “Hay diferentes maneras de ganarse la vida y la subrogación es una de ellas. Otra es la prostitución. ¿Por qué nos importa tanto lo que hagan los demás?” son las palabras exactas de Butler. En cuanto a Paul B. Preciado propone eliminar la inscripción “sexo” de todas las gestiones administrativas, (ya me dirá cómo se podrán calcular la brecha salarial o la del cobro de pensiones, por poner un ejemplo) y a continuación deja perlas como estas: “Las trabajadoras sexuales pueden considerarse el estamento más bajo de las mujeres obreras, aquellas cuyo medio de producción es su propio cuerpo.” (El Confidencial Cultura: 21/04/2022). Por lo visto, el cuerpo de las mujeres está para ser usado o por los hombres o por el capital.
Todo apunta a una guerra cultural contra el feminismo ahora que hay un contexto muy adverso para las mujeres. En el Informe Mujeres, trabajos, y cuidados: propuestas para el Futuro, elaborado por el Consejo Económico y Social de España (CES) (Infolibre, 28/04) se nos informa de que, en la pandemia, las mujeres han visto reducida sus rentas un 4% más que los hombres, y que presentan "una clara desventaja" respecto a la media de la UE en cuanto al mayor tiempo dedicado a las actividades relacionadas con cuidados (15ª posición); así como " escasos avances" en los ámbitos del empleo (12ª posición) y monetario (17ª). El informe también denuncia que la realidad de las mujeres "siga siendo bastante opaca o invisible en diversos ámbitos", pues se "han constatado carencias que no permiten conocer bien la situación de las mujeres y las desigualdades persistentes".
La encuesta El coste de la conciliación, de la Asociación Yo No Renuncio, concluye que el 57% de las mujeres españolas ha sufrido una pérdida salarial al ser madres, al verse obligadas a reducir la jornada, coger una excedencia o dejar el empleo. La ausencia de medidas de conciliación es clamorosa, “la conciliación no existe", afirma su presidenta, Laura Baena, “costeamos con nuestro sueldo y nuestra salud mental la falta de medidas de conciliación.” De qué sirve, pues, destacar la importancia que tienen los cuidados para la sociedad, (cosa que está muy bien, hay que visibilizar todo ese trabajo gratuito de las mujeres), si no se busca la manera de que estos sean compartidos y compensados. Eso, por no hablar del tema violencias: ciberacoso, acoso sexual en las empresas, abusos a chicas “colocadas”, una industria pornográfica que es una incitación a la violación….
Parece pues que la involución del feminismo está en marcha. La conciliación es cosa de las mujeres, la economía sumergida también (no importa si después de trabajar más, al final, ellas reciben una exigua pensión, si es que la reciben) los organismos de defensa de la igualdad no son necesarios, la violencia de género no existe, (los jóvenes que niegan su existencia han pasado del 12% en 2019, al 20% en 2020, según los últimos datos), la violencia vicaria no existe, el sexo, pese a todas las evidencias científicas, tampoco, solo existe el género que ya puedo elegir a voluntad, masculino, femenino, fluido, inter, etc., cuidando, eso sí, que las manifestaciones externas de lo elegido sean las correspondientes a los dos géneros instituidos por el patriarcado, bien en estado puro, la feminidad rosa hipersexualizada, llena de abalorios y ornatos y la virilidad azul independiente y combativa, o bien mezclando elementos. Lo curioso del caso es que el feminismo lleva dos siglos luchando contra ese injusto sistema genérico y por la dignidad del cuerpo de las mujeres y ahora resulta que el género es liberador y que la libertad consiste en que una mujer pueda vender su cuerpo o a la criatura que ha gestado.
Y todo esto, con un Ministerio de Igualdad del Gobierno que se autoproclama más progresista de la historia. Pero, entonces, ¿dónde están las políticas y las medidas, más allá del ámbito penal (ya vale de judicializarlo todo) que nos permitan defendernos y revertir esta situación de retroceso que vivimos las mujeres? Es triste, pero parece que lo que más importa es conseguir un cambio de sexo registral sin requisitos. ¿Se creerán de verdad en las altas esferas lo que asegura Paul B. Preciado en la citada entrevista? “Estamos en un proceso planetario de revolución (no binaria) que es uno de los más importantes desde las revoluciones obreras de 1848”.
Pilar Laura Mateo es socia de infoLibre