Verónica Barcina

Te convencieron de que la escuela era “una tontería que no sirve para nada”, “una pérdida de tiempo”. ¡Cualquiera competía con los 1.600 € “limpios” que ganaban tus colegas en la obra allá por los años 90! “Más que un maestro”, decías, ¿te acuerdas? ¡Qué mal lo pasamos tu padre y yo! ¡Y cómo te gustaba restregarnos en la cara tu flamante Alfa Romeo cuando nos llevabas a comer a un restaurante carísimo! Catetos, nos decías, y callábamos derrotados porque tú, simplemente, no escuchabas. ¡Qué rebeldía más desperdiciada!

Estrenaste el milenio con una hija y luego te casaste por la iglesia, para jodernos, dijiste a tus amigos y a la familia. Ni tu novia quería ni tú nos jodiste, fue puro postureo, como toda tu vida. Como pudimos, consolamos a la Charo en el bodorrio. No nos extrañó que te dejara siete años después, cuando te empeñaste en que Jessica (vaya nombre que le impusiste) hiciera la comunión. Se veía venir, te lo ganaste a pulso, pero no fue lo peor para ti, que ya cobrabas 2.000 euros y vivías como un marqués. Separado, alejado de tu hija… ¡y parado! Quién te iba a decir que la burbuja del ladrillo estallaría como una pompa de jabón.

El mundo en crisis y tú, con tu medio dedo de frente, votando al enemigo, a quien os recortó el desempleo, a quien me quitó las pagas extras y me congeló el sueldo, a quien subió el IVA al 21%, a quien infló el ladrillo a lo bruto. Odiabas a los sindicatos porque tu abuelo fue de UGT, tu padre de CCOO y yo de CGT; odiabas a la izquierda porque nosotros, tus padres, votábamos a IU; odiabas todo lo que nosotros, tus padres, jamás te impusimos. Pero ahí estuvimos para hacernos cargo de la hipoteca, para que no te echaran del pisazo y porque era la herencia de la Yesy, nuestra nieta. ¿Te hicimos algún reproche?

Malos años aquellos para ti, que no tenías más formación que un graduado escolar de la beneficencia educativa, que no tenías más experiencia que echar horas de más cobradas en negro cuando las cobrabas, que no tenías más aspiraciones que hacer 500 kilómetros en el Alfa Romeo para ver al Real Madrid en el Bernabéu

Malos años aquellos para ti, que no tenías más formación que un graduado escolar de la beneficencia educativa, que no tenías más experiencia que echar horas de más cobradas en negro cuando las cobrabas, que no tenías más aspiraciones que hacer 500 kilómetros en el Alfa Romeo para ver al Real Madrid en el Bernabéu. Pasaban los años y seguiste votando a quien no hacía más que empeorar tu situación, hasta que decidiste dejar de votar con el “todos son iguales” como excusa. En lo peor, rechazaste hacer cursos de formación para el empleo, “¡qué tontería!”, y buscaste refugio en el alcohol y los porros.

Malvendiste el coche, te lo bebiste, te lo fumaste en dos o tres meses. Tu cuerpo huyó de ti y te quedaste en los huesos. Tus pocos amigos huyeron de ti, hartos de tu altanería y tu soberbia, de que les dijeras que se metieran los consejos en el culo, de que despreciaras los trabajos porque pagaban poco. La alarma se encendió cuando empezaste a trabajar de gorila cuarentón en el puticlub, a cobrar un sueldo “digno”, según tus palabras, y a ganar peso en el gimnasio. Cuando te hiciste portero de discoteca, ganando 1.200 € “limpios” entre sueldo y propinas, ya pensabas y actuabas como un gorila. Eras nuestro gorila.

Ahí te perdimos. Nos cerraste la puerta, cerraste la puerta al mundo dejando fuera a Jessica porque se avergonzaba del padre que tenía, del simio sin sentimientos ni uso de la razón en que te habías convertido. A tu hija le llegaban noticias de ti en el instituto y en la calle, a tu padre y a mí nos las traían la policía, la guardia civil o el juzgado. Entre la Charo y nosotros, hemos conseguido que la Yesy no odie al enfermo que eres y ahora, a dos años de acabar enfermería, esperamos que el gorila que aparece en la tele apaleando negros y moros o echando de sus casas a familias indefensas, no le recuerde que un día fue su padre.

Has encontrado un sitio en el mundo para tu hueco cerebro, rapado como tu cabeza. No te odiamos por votar a Vox, por militar en el fascismo. Somos tu familia y sentimos pena.

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Verónica Barcina es socia de infoLibre.

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