De acuerdo con la definición del diccionario, un inmigrante es una "[persona] que llega a un país o región diferente de su lugar de origen para establecerse en él temporal o definitivamente".
Hay diversidad de razones que conducen a esa decisión, principalmente vienen dadas por motivos económicos, políticos, académicos o personales. En otras palabras, entre los objetivos que más comúnmente persiguen quienes se marchan de su país para radicarse en uno extranjero se encuentran la intención de conseguir una mejor forma de vida, un mejor trabajo, una oportunidad de estudiar y obtener una formación y, en muchos casos, de escapar de la guerra, de la persecución en su tierra natal por motivos políticos, etc.
Esas necesidades son, a la vez, unos derechos inalienables garantizados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Concretamente, en su artículo 13: “Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso el propio, y a regresar a su país”.
Sin embargo, y a pesar de este importante reconocimiento, los inmigrantes son objeto de discriminación y rechazo, principalmente por partidos políticos de derecha y extrema derecha. Y sobre todo, los que más sufren esa doble discriminación y rechazo son las personas de raza negra. Sólo por el color de su piel.
Hay que recordar que la mayoría de los países de destino de la inmigración africana son los países que han sometido al continente africano y a su pueblo a esclavitud y colonización durante siglos.
Han creado conflictos étnicos entre los pueblos africanos, separando familias, comercializado a su gente como esclavos y expulsando a millones de sus casas y de sus propios países.
Han seleccionado y repartido los distintos países africanos para realizar la mayor colonización en la historia de la humanidad. Exploraron y saquearon sus importantes recursos naturales y la mano de obra de los esclavos para desarrollar actividades económicas e industriales que han aportado y contribuido en gran medida al crecimiento y desarrollo socioeconómico de los países colonizadores. En consecuencia, han ocasionado enormes perjuicios al continente africano.
Han empobrecido a su población y al desarrollo de sus economías locales llevando a muchos africanos a la inmigración como única opción de salida para poder sobrevivir y ayudar a sus familiares. Es el colectivo de inmigrantes que más rechazo sufren respecto al resto de los inmigrantes. Los que más dificultad obtienen en todo y mayores esfuerzos realizan para conseguir sus objetivos. Les utilizan con más facilidad para identificar los problemas de la inmigración y la entrada masiva de inmigrantes, sobre todo en periodos electorales. Desde los medios de comunicación, reproduciendo imágenes de inmigrantes subsaharianos entrando en pateras. Desde discursos del líder del PP Pablo Casado afirmando: “No es posible que España pueda absorber millones de africanos que quieren venir a Europa”, “hay un millón de inmigrantes esperando en las costas libias que están planteándose una nueva ruta a través de España” y “50 millones de africanos están recabando dinero para poder hacer esas rutas”.
A pesar de todas esas falsedades que apuntan a una invasión masiva de inmigrantes africanos y de los intentos de provocar una alarma social antiinmigración, hay una realidad distinta. Hay datos oficiales que desmienten todas esas informaciones. Según datos publicados por el Observatorio Permanente de la Inmigración del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, del total de la población residente en España a 30 de junio de 2018 (46.733.038), el número total de extranjeros residentes corresponden a 11,41% (5.331.774). De estos, los inmigrantes africanos Subsaharianos solamente representan un 0,43%. Mientras, al conjunto de la Unión Europea más el resto de Europa corresponden 5,8% y 0,38% respectivamente. América Central y Sudamérica 1,85%, África del Norte 1,83%, Asia 0,94%, etc. Esta es la realidad y estos son los datos reales.
En la actualidad asistimos el auge de discursos xenófobos y racistas y a la radicalización creciente de diversos partidos políticos de derechas y de extrema derecha, desde Estados Unidos a Europa.
Se están organizando en varios frentes con la complicidad de los medios de comunicaciones afines, utilizando las redes sociales para difundir sus ideales antisociales basándose en mentiras, falseando informaciones y datos.
Hemos visto cómo el presidente de EEUU, Donald Trump, en un mitin electoral antes de ser elegido, ridiculizó y se burló de una persona con discapacidad física. Además dijo que “podría parar en mitad de la 5ª Avenida y disparar a la gente y no perdería votantes”. Y aun así la gente le votó.
Están manipulando y engañando a las personas con la finalidad de obtener más votos para poder servir a sus intereses y defender su estatus social.
Asocian a los inmigrantes con la delincuencia, con quitar el trabajo a los nacionales, se les acusa de beneficiarse de derechos en detrimento de los trabajadores, etc. Diferencian y discriminan al inmigrante por país de procedencia, considerándolos subdesarrollados y del tercer mundo, discriminan en función del estatus social, creencia religiosa, etc.
Frente a estas manifestaciones es necesario distinguir la falsedad de la veracidad.
La delincuencia hace referencia al hecho de cometer uno o varios delitos, es una acción que ejercen personas al violar las leyes. Lo puede cometer cualquier persona, sea inmigrante o no. Sea blanco o negro. Sea quien sea, debe de responder y cumplir con todas sus consecuencias ante la ley por los hechos cometidos.
Es falso que los inmigrantes quitan el trabajo a los autóctonos. Al contrario, les utilizan en muchos casos para explotar y sacar provecho. Para realizar trabajos de baja cualificación que muchos autóctonos rechazan. Realizan el doble de esfuerzo, sacrificio y capacidad para conseguir un trabajo y obtienen en muchos casos menor retribución.
La inmigración aporta grandes beneficios al conjunto de la sociedad, tanto en países de destino como en países de origen. Es un hecho real demostrado por diversos estudios e instituciones nacionales e internacionales con informes, datos y resultados comprobados. Citando como ejemplos de la contribución económica de los extranjeros en España, según el informe elaborado por la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno de España en 2006, los inmigrantes habían sido directamente responsables de la mitad del fuerte crecimiento del PIB Español entre 2000 y 2005, con un crecimiento medio anual aproximado de 3,6%.
En la misma línea, el informe de Caixa Catalunya de 2006 señala que durante el periodo 1996–2006 España creció de media un 2,6% anual gracias a la contribución de los inmigrantes. De acuerdo con ese mismo estudio, el PIB español hubiera retrocedido un 0,6% anual en dicho periodo sin la aportación de los inmigrantes. Incluso a nivel de los países de la Unión Europea los descensos más significativos hubieran sido: Alemania (-1,5%); Italia (-1,2%); Suecia (-0,8%); Portugal y Grecia (-0,6%).
Otro ejemplo más reciente de la contribución de los inmigrantes en la economía española viene de los datos publicados por el INSS en febrero de este año 2019: la afiliación media de los extranjeros a la Seguridad Social ha sido de un 10,51%. Eso significa un aumento considerable en la cotización de la Seguridad Social, con todos los beneficios que esto conlleva: ayuda a mantener y mejorar los derechos del Estado del Bienestar tales como las pensiones por jubilación, desempleo o coberturas en caso de incapacidad médica, etc.
En cuanto a los países de origen, la contribución más importante de la inmigración consiste en las cifras de envío de remesas. Según los datos que publica el Banco Mundial, en 2017 se enviaron 481.000 millones de dólares, una cantidad más de tres veces superior a la ayuda oficial para el desarrollo. Y según datos de Eurostat publicados en noviembre de 2018, “el envío de divisas de los trabajadores extranjeros en España superó los 7.300 millones de euros a lo largo del año 2017”. Esas cantidades contribuyen a mejorar la calidad de vida de las familias receptoras en mejorar su educación, la salud y en fomentar actividades económicas en los países de origen.
Sin embargo, al margen de todas esas informaciones importantes que demuestran los grandes beneficios de la inmigración, estamos viendo cómo se utilizan esta para fomentar y alimentar actitudes de odio y enfrentamiento hacia los inmigrantes.
Estamos viviendo un nivel preocupante de pérdida de valores sociales y de calidad democrática, sobre todo si están destruyendo muchos de los grandes logros alcanzados en derechos sociales.
Frente a todas estas manifestaciones y actuaciones xenófobas y racistas, es necesario fomentar actitudes de tolerancia para una convivencia pacífica, incluyente y de respeto entre las personas sin distinciones.
Ver másCae casi a la mitad la llegada de inmigrantes en 2019, pero sube el riesgo del viaje y cada vez hay más menores
Es necesario actuar y detener las políticas de retrocesos en derechos sociales. Es necesario comprometerse por el progreso, por la igualdad en derechos y libertades, por una sociedad próspera, más abierta, más plural, más igualitaria e inclusiva.
En toda historia de la humanidad siempre hubo inmigración en todas las sociedades y ha contribuido y seguirá contribuyendo en gran medida a la diversidad cultural, al crecimiento y desarrollo socioeconómico de los estados y gobiernos. ______________
Bubacar Baldé es socio de infoLibre
De acuerdo con la definición del diccionario, un inmigrante es una "[persona] que llega a un país o región diferente de su lugar de origen para establecerse en él temporal o definitivamente".