Librepensadores
Justo todo lo contrario

Reconozco que, cuando empezaba a sonar lo de los indultos y antes de que salieran las derechas en tromba contra tal posibilidad, éstos me sabían a cuerno quemado, retrotrayéndome a los días aquellos del “pacífico y democrático” levantamiento de los independentistas catalanes y no por lo de catalanes, sino por lo de nacionalistas excluyentes, por su cinismo, por las mentiras de sus dirigentes y por qué no decirlo, su chulería y menosprecio hacia todos aquellos catalanes que no pensaban como ellos.
También tengo que reconocer que el artículo 155 fue como el vinagre a la ensalada y que, con la prisión de sus dirigentes, esa chulería y fanfarronería se les fue “patas abajo” sin que llegaran a sentarse en la trona (el retrete).
Ya sé que esto les resultará irritante a los independentistas genuinos, pero creo sinceramente que los chulos solo entienden ese lenguaje, que es el que ellos dominan y entienden a la perfección, en vez de los razonamientos o la empatía hacia lo que no sea catalán, que ellos desprecian e incluso muchos odian.
Después de que las huestes de las diestras irrumpieran en todos sus medios y el Gobierno central empezaran a dar explicaciones y argumentos, empecé a utilizar la razón para opinar justo lo contrario que la derecha, que creo que es la mejor manera de acertar en temas de política razonada.
Un familiar mío, residente desde niña en Cataluña y nada independentista, le decía en un mensaje a mi mujer, con motivo de la reciente visita Barcelona del presidente del Gobierno: "Aquí estoy escuchando al sinvergüenza del Sánchez".
El presidente Sánchez ha conseguido no gustarles a los independentistas, ni a los que no lo son y tampoco a las derechas españolas y además ha conseguido el apoyo razonado de los empresarios. Eso solo puede ser porque ha acertado plenamente, pero la verdad es que me dieron ganas de preguntarle a ese familiar:
- ¿Sabes de algún dirigente político, aunque solo sea uno, que tenga más vergüenza que Sánchez?
Prometo que lo analizaré con detenimiento.
A no ser que lo dijera en plan cariñoso, vamos como me decía mi madre cuando era pequeño: "¡Tienes menos vergüenza que la Damiana!".
Yo pensaba entonces: "¿Quién será la Damiana?, ¡Pobrecita!" Y me sentía identificado con ella, como me siento ahora identificado con el Sánchez.
Juan Priego Romero es socio de infoLibre