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Mbappé y Unai Simón

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Verónica Barcina Téllez

Lleno de tópicos, lugares comunes y muletillas, el lenguaje del futbolista es muy limitado, tanto como la creatividad de los seguidores radicales a la hora de componer e interpretar himnos y coreografías. Desconozco si los futbolistas reciben, además de preparación física, clases teóricas de táctica y entrenamiento técnico, algún tipo de instrucción oratoria para hilar palabras en ruedas de prensa y entrevistas. Las redes sociales son otra cosa, algo de más fácil manejo, menos complicado, de mayor comodidad y mucho menos compromiso.

Salvo contadas excepciones, por suerte cada día más numerosas, los artistas del balón muestran sus carencias expresivas ante los micrófonos abusando de oraciones simples que recitan con la cadencia de una letanía en el velorio o unas palabras en la cena de empresa. A nada que se analiza detenidamente un muestrario de declaraciones, da la impresión de que existe un método Palau o Michu futbolero que muy pocos superan.

Pero no sólo afecta a quienes dan patadas al balón en el campo, también se extiende a quienes patean la información deportiva en los medios y a quienes dan puntapiés al mundo en tajos y tabernas. El fútbol se ha convertido en un conjunto de creencias y dogmas, de sentimientos que implican comportamientos, a título individual y colectivo, y prácticas rituales reconocibles. Todo lo que se salga de ahí es infracción sancionable, pecado mortal.

Estos días, han sorprendido las declaraciones de dos futbolistas que se han salido de la línea ortodoxa marcada por los clubes y los organismos nacionales e internacionales. Esta línea, roja, reprime cualquier gesto o comentario susceptible de ser interpretado en clave política

Con estos mimbres, estos días, han sorprendido las declaraciones de dos futbolistas que se han salido de la línea ortodoxa marcada por los clubes y los organismos nacionales e internacionales. Esta línea, roja, reprime cualquier gesto o comentario susceptible de ser interpretado en clave política, algo sumamente infrecuente motu proprio. De Héctor Bellerín, ya se conocía su disposición para pronunciarse sobre cuestiones sociales desde posiciones progresistas ponderadas, con conocimiento de causa y un análisis personal elaborado.

Mbappé ha sido todo un descubrimiento, dado que su silencio encajaba en la norma de jugador manipulado. Hijo de inmigrantes, argelina y camerunés, negro sin paliativos, se ha unido a su compañero de selección Thuram, otro negro, para intentar evitar el desastre que supondrá la llegada al poder de la extrema derecha. Mbappé ha fichado por el Real Madrid, un club cuyos palcos frecuentan las derechas y cuya grada acoge a una hinchada racista, misógina y homófoba de ultras, con sus habituales símbolos y cánticos fascistas.

Thuram pide a los jóvenes que voten para que Le Pen y su partido no pasen, para evitar repetir el caos fascista que llevó a la Segunda Guerra Mundial. Mbappé pide a los jóvenes que vayan a votar apelando a "los valores de tolerancia, diversidad y respeto" y "en contra de las ideas que dividen". Los apoyan, ¡oh sorpresa!, ¡oh envidia!, el seleccionador, otros jugadores y exjugadores, la Federación Francesa de Fútbol "…bien comprometida con los derechos de libre expresión y ciudadanía … y apoya salir a votar, lo cual es un requisito democrático” y su presidente “…los jugadores son libres de hablar".

En España, los periodistas preguntan a Unai Simón por el tema y el portero no defrauda a las derechas políticas y mediáticas, como es habitual en un alto porcentaje de jugadores, y ha tirado de letanía: "(los futbolistas) tenemos tendencia a opinar de ciertos temas, cuando no sé si deberíamos opinar … porque yo aquí soy jugador, me dedico al fútbol y soy profesional del balón. Lo único que debería hablar es de temas deportivos y los temas políticos dejarlos a otras personas o entidades". Unai no es negro, ni extranjero (¿o sí?), ni gay, ni mujer, ni pobre… ¿para qué opinar? A Iñaki y a Nico que les den. "El fútbol es así".

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Verónica Barcina Téllez es socia de infoLibre.

Lleno de tópicos, lugares comunes y muletillas, el lenguaje del futbolista es muy limitado, tanto como la creatividad de los seguidores radicales a la hora de componer e interpretar himnos y coreografías. Desconozco si los futbolistas reciben, además de preparación física, clases teóricas de táctica y entrenamiento técnico, algún tipo de instrucción oratoria para hilar palabras en ruedas de prensa y entrevistas. Las redes sociales son otra cosa, algo de más fácil manejo, menos complicado, de mayor comodidad y mucho menos compromiso.

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