Monarquía, Ilustración y guillotina

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Verónica Barcina

La indolencia es uno de los rasgos identificativos del español medio, mal que le pese. Impávida, impasible, impertérrita, la ciudadanía, de vuelta de todo, disfruta de otra de sus más castizas señas de identidad: tropezar repetidamente con la misma piedra. Desde que, en 1700, el gabacho impuso a España el real esperma de los Bourbon-Anjou, se abrió la veda para el pillaje de esta estirpe de malandrines con cetro, armiño y corona. Desde entonces, los borbones han consolidado un pedigrí de reputados puteros, intrigantes cortesanos, vendedores de la patria usurpada y corruptos insaciables.

Desde Felipe V "El Animoso" hasta Felipe VI "El Preparado", han transcurrido poco más de 300 años en los que el negocio de España ha pasado, de zarpa en zarpa, por los borbones: Luis I "El Bien Amado", Fernando VI "El Prudente", Carlos III "El Político", Carlos IV "El Consentido", Fernando VII "El Felón", Isabel II "La Castiza", Alfonso XII "El Pacificador", Alfonso XIII "El Africano", El Dictador que vetó a Don Juan y el hijo de éste Juan Carlos I "Juanito El Campechano". Doce piedras para tropezar a gusto los españoles, con auténtico fervor y loable empecinamiento, como si en ello les fuese la vida y la honra.

Oiga, lo de socialcomunistas, filoetarras y separatistas no lo ve muy democrático "El Preparado", cuyo Partido Borbón lleva ganadas casi todas las elecciones de los últimos tres siglos y cuarto sin haberse presentado a ninguna

Todo comenzó al morir Carlos II "El Hechizado" sin descendencia, lo que provocó en Europa la Guerra de Sucesión Española. En España, fue una guerra civil, entre seguidores de los borbones apoyados por Castilla y seguidores de los austrias por Aragón, que duró hasta la capitulación de Barcelona y la rendición de Mallorca a Felipe V. Esta guerra supuso la pérdida de las posesiones españolas en Europa y la abolición de leyes e instituciones de la Corona de Aragón, poniendo fin a la monarquía compuesta de los austrias, un modelo federal de monarquía caracterizado por agrupar reinos, estados y señoríos bajo un mismo monarca pero manteniendo la identidad institucional y legal de cada territorio.

Como se ve, más moderna, plural y avanzada era la Monarquía Hispánica de 1479 que la borbónica de 2023. La España de los siglos XVI y XVII era plurinacional y en ella eran respetadas las costumbres y las señas de identidad de cada uno de los pueblos, llamados reinos o estados, que formaban parte de la Corona unificada por los Reyes Católicos. Se puede afirmar que el problema territorial no existía más allá de las disputas entre condes, duques... y barones, siempre con las lindes como excusa, el pueblo como víctima y el patrimonio como objetivo. Los borbones dieron al traste con la pluralidad y, en 1785, Carlos III impuso la bandera rojigualda de sangre, mucho oro y más sangre.

"El Preparado", como las once piedras que lo precedieron, no escapa a la regla y no duda en posicionarse cada vez que le da la real gana, siempre con actitud muy de derechas y tomando partido por una parte de los españoles frente a otros. No pierde ocasión para arengar a la derecha y al pueblo que la vota en contra de catalanes y vascos, apoya a las monarquías dictatoriales árabes y calla como un Borbón ante el secuestro del CGPJ por parte de la derecha o la llamada a un golpe de Estado militar por parte de la extrema derecha. Y todo lo hace sin despeinarse ni remojar las barbas.

Ahora, por tradición y por si sonara la flauta, tras escuchar a los representantes electos de la soberanía popular, encarga formar gobierno a Feijóo y Abascal. Porque, oiga, lo de sociocomunistas, filoetarras y separatistas no lo ve muy democrático "El Preparado", cuyo Partido Borbón lleva ganadas casi todas las elecciones de los últimos tres siglos y cuarto sin haberse presentado a ninguna. Puestos a elegir una invasión francesa, mejor le hubiera ido a España que hubiese sido bajo la bandera de la Ilustración y la Guillotina, en lugar del rancio y corrupto pendón de la Flor de Lis.

Hay cantera, mezcla de sangre azul y plebeya. La infanta Sofía y la reina consorte Letizia han asistido en directo a la tocada de huevos de Rubiales en un palco australiano. La reina, que no asiste a entregar la copa que lleva su nombre a las jugadoras que la ganan desde 2019, ha ido a hacerse la foto a las antípodas con las campeonas del mundo y esa copa como floreros. Por su parte, la infanta heredera Leonor está haciendo cosas de reinas como la mili, para ponerse al día en las artes de la guerra y los ruidos de sables.

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Verónica Barcina es socia de infoLibre.

La indolencia es uno de los rasgos identificativos del español medio, mal que le pese. Impávida, impasible, impertérrita, la ciudadanía, de vuelta de todo, disfruta de otra de sus más castizas señas de identidad: tropezar repetidamente con la misma piedra. Desde que, en 1700, el gabacho impuso a España el real esperma de los Bourbon-Anjou, se abrió la veda para el pillaje de esta estirpe de malandrines con cetro, armiño y corona. Desde entonces, los borbones han consolidado un pedigrí de reputados puteros, intrigantes cortesanos, vendedores de la patria usurpada y corruptos insaciables.

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