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El nuevo Holocausto

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Fernando Granda

Shoah, catástrofe, llamaron los judíos al holocausto que sufrieron durante la Segunda Guerra Mundial en Alemania y sus tierras conquistadas. La persecución a muerte de los nazis contra la condición judía fue denominada mundialmente como el Holocausto, con mayúscula, por ser concreta contra un grupo humano. Y Holocausto, repito la palabra para resaltar su significado, tiene su origen en el griego “quemarlo todo”. Sin olvidar “genocidio”, quizá por esto es más preciso utilizar Holocausto para definir lo que está ocurriendo en Gaza. Porque en la franja palestina apenas queda nada, ni vida ni la sombra de hechos humanos. Más de 42.000 muertos, la mitad niños o menores, un tercio sus madres, más que una catástrofe, un quemarlo todo. 

En la franja palestina apenas queda nada, ni vida ni la sombra de hechos humanos

Consideramos a Adolf Hitler como un monstruo que dirigió una operación para eliminar a más de seis millones de personas por la simple razón de considerarlas de otra raza, una raza inferior a los rubios teutones, ensalzados por gloriosas leyendas no reales. ¿Cómo debemos considerar hoy a Benjamin Netanyahu? ¿Qué es, un monstruo más pequeño, que solamente en un año ha matado a más de cuarenta mil personas, la gran mayoría niños y sus madres?

Apenas quedan supervivientes de la matanza organizada y llevada a cabo por los seguidores del partido Nazional Socialista pero sus testimonios esperemos que no se olviden, que permanezcan en las páginas más sobresalientes de la Historia. Aunque parece que olvidar la Historia es una corriente que recorre muchas democracias actuales. La ultraderecha, abonada por grandes poderes económicos, gana partidarios al tratar de borrar la barbaridad de los fascismos, nazismos, franquismo…, surgen trumpismos, lepenismos, melonismos… que intentan borrar su egoísmo, su deshumanización en su favor.

Pero el Gobierno actual de Israel ya no se queda en teorías sino que utiliza su poder económico para borrar del mapa a todo un pueblo. Un pueblo que reivindica su origen, naturaleza, su tierra, sus derechos… Y los colaboradores, económicos y políticos, del régimen gobernante en Jerusalén deberían ser considerados tan facinerosos y perversos como los mandatarios actuales israelíes. Su poder es fruto del dinero que reciben de la venta de armas, de las bombas que matan a inocentes que tuvieron la desgraciada suerte de nacer en un lugar maldito. Fuentes económicas británicas, muy cercanas a las norteamericanas, calculan que la Administración Biden ha suministrado al menos unos 25.000 millones de dólares en el último año al ejército destructor israelí.

El terrible y condenable atentado de Hamas asesinando a más de 1.200 israelíes, secuestrando a cerca de dos centenares más y arrasando campamentos cercanos al territorio gazatí lo están pagando muchos miles de seres inocentes. Según declaraba a la cadena Ser el exministro de Exteriores israelí Shlomo Ben-Amí, que también fue embajador en España, “no creo en ningún momento que el ejército israelí apunte a civiles a propósito”, mientras calcula que uno de cada dos muertos en la franja gazatí, “si son 45.000 civiles [palestinos muertos], suponiendo que sea verdad, por lo menos el 50% son de Hamás. El otro 50% da enorme pena…”. ¡La mitad!

Es decir, la barbarie desatada por esos señores sentados en una mesa rodeados de asesores, vestidos de negro, impolutos, serios, con un rostro adusto, ceñudo, es más que un genocidio, señor Ben-Ami, es el nuevo Holocausto de un pueblo semita, hermano, en esta ocasión perpetrado por unos judíos sobre unas gentes que han sido expulsadas de su tierra, la mayoría menores y sus madres. Todo un ejército lleno de miles de “niños terroristas” que no pueden vivir acosados por la destrucción, el hambre, las enfermedades, la muerte…

En fin, mientras escribíamos estas líneas han sido asesinados unas docenas de gazatíes, de libaneses, de civiles, de personas. Testigos. Jóvenes, madres, niños… personas. Testigos.

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Fernando Granda es socio de infoLibre.

Shoah, catástrofe, llamaron los judíos al holocausto que sufrieron durante la Segunda Guerra Mundial en Alemania y sus tierras conquistadas. La persecución a muerte de los nazis contra la condición judía fue denominada mundialmente como el Holocausto, con mayúscula, por ser concreta contra un grupo humano. Y Holocausto, repito la palabra para resaltar su significado, tiene su origen en el griego “quemarlo todo”. Sin olvidar “genocidio”, quizá por esto es más preciso utilizar Holocausto para definir lo que está ocurriendo en Gaza. Porque en la franja palestina apenas queda nada, ni vida ni la sombra de hechos humanos. Más de 42.000 muertos, la mitad niños o menores, un tercio sus madres, más que una catástrofe, un quemarlo todo. 

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