LA PORTADA DE MAÑANA
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Un 90% de condenas y un 0,001% de denuncias falsas: 20 años de la ley que puso nombre a la violencia machista
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Javier Moneo

Es como si hubiera perdido la capacidad de ordenar y relacionar sucesos, como si lo que sucede a mi alrededor no tuviera explicación y solo pudiera imaginar conspiraciones. No soy politólogo, ni periodista, ni influencer; solo un ciudadano que pretende procesar la información que recibe, analizarla y sacar conclusiones para poder decidir con criterio cuando toque.

Ayer vi a un individuo, encarcelado de forma provisional por un posible fraude enorme a Hacienda en relación, además, con una práctica empresarial delictiva, declarar voluntariamente ante un juez, imponiendo (el delincuente) las condiciones de quién podía o no estar presente en la comparecencia, reconociendo delitos por los que aún nadie le había imputado, para esparcir acusaciones a políticos (por asuntos sin relación con el motivo de su encarcelamiento) y sin aportar prueba alguna, que tampoco le fue exigida por el juez. Pero no solo eso: Sin evidencia probatoria alguna que sostuviese la mayoría de sus acusaciones, a las pocas horas, la Fiscalía Anticorrupción se mostró muy satisfecha con lo sucedido, pidió al juez instructor que le pusiera en libertad y, antes de que acabase ese mismo día, salió a la calle y se fue a su casa convertido en referente para analistas políticos y antisanchecistas

Cospiranoia: ¿Qué le han prometido a este personaje, quién lo ha hecho (a través de su abogado, gran experto en dejar en casi nada el castigo a grandes delincuentes condenados y confesos), en nombre de quién o quienes, hasta qué nivel decisorio sobre su caso se le ha garantizado seguridad y a cambio de qué, para exponerse de esa manera y anular con tanta facilidad una prisión preventiva?

Un ejemplar como el tal Aldama, corruptor autodefinido, por tanto basura primigenia generadora de toda basura, experto en caminos tortuosos, este indeseable, se ha convertido en socio del PP en el ataque a Sánchez y en protagonista de horas y horas de contenido para el periodismo opinador y para generadores de bulos de todo pelo. Le hemos escuchado y visto reaccionar con ira y agresividad cuando se ha sentido amenazado, como reaccionan los que tienen amigos rompe-piernas y conocen las tarifas por servicio.

Un corruptor profesional como éste no camina pensando en el bien público sino exclusivamente en su propio beneficio. Estará rondando por donde pueda encontrar a un tonto útil básico (Koldo) con acceso a otros tontos útiles con mayor poder de decisión (Ávalos) o cercanos a quien pueda decidir qué se hace con las enormes cantidades de dinero que se mueven por las administraciones públicas. 

¿Qué le han prometido, quién lo ha hecho, en nombre de quién, hasta qué nivel decisorio sobre su caso se le ha garantizado seguridad y a cambio de qué, para exponerse de esa manera y anular con tanta facilidad una prisión preventiva?

El perfil de corruptor profesional es muy conocido en este país por cualquiera que esté moderadamente bien informado y, sobre todo, por el Partido Popular. Por ello, resulta muy llamativo que un tipo así, un iluminado que dice ser colaborador condecorado del grupo antiterrorista de la Guardia Civil, de la CIA, o del FBI, se cuele en la estructura del PSOE y en el Gobierno de la Nación cuando el compromiso que permitió ganar la moción de censura contra M. Rajoy fue, precisamente, acabar con la corrupción en la política

Pedro, ¿qué ha pasado?, ¿cómo ha podido ocurrir? ¿Cómo puede haber todavía tanto rincón oscuro en este asunto? ¿Te puedo dar un consejo como alguien que te ha votado y que está viendo que no le va a quedar más remedio que volver a hacerlo?: Cuando camines, abandona el “tumbao” de guapo y hazlo pisando fuerte, sin contoneo, que parezca que vas adonde vas. Y cuando hables, hazlo claro, con contundencia, con voz redonda, sin susurros enfáticos ni palabros de quinceañero ni bromas, que esto no tiene ninguna gracia. No digo que te vuelvas antipático; solamente serio, con la seriedad que se precisa para afrontar esta época tan jodida para la verdad, la democracia y la justicia social. Recuerda lo que ganó Felipe cuando su asesor de imagen consiguió convencerle de que abandonase la pana. Ya con él aprendimos a votar con la nariz tapada porque en aquel contexto político y social era lo más práctico si queríamos avanzar en derechos y libertades. Y considero que acertamos a pesar de lo que nos hace sentir ahora….

Señores jueces y fiscales, a falta de sentencia definitiva, llevamos tiempo con la certeza de que la pareja Ávalos-Koldo han sido cola de león en las sucias tramas de este“pequeñonicolás mayorcito”, y por lo mucho (demasiado) que ustedes tardan en alumbrarnos, los ciudadanos vivimos con la zozobra de no poder descartar que la lista de implicados sea mayor. Pero nos inquieta la facilidad con la que desaparecen los riesgos de fuga, destrucción de pruebas, etc., que mantienen a un sujeto como éste bajo prisión preventiva, por el mero hecho de que preste declaración en la que solamente esparce acusaciones sin prueba alguna y que ponen en entredicho a instituciones del Estado. ¿Nos lo podrían explicar? 

Muchos españoles (muchísimos) no votamos a un líder, aunque sea guapísimo y esté buenísimo. Votamos a quienes presentan un programa de gobierno que enfoque hacia lo que consideramos bueno para nosotros, para nuestros hijos y nietos y para nuestros conciudadanos (o sea, para nuestra patria). Y nos mueve a plantearnos votarles nuevamente si afrontan la lucha política de manera leal, limpia (dentro de lo posible) y desde las ideas; o que se les vea intención de hacerlo al menos. Por esto, muchos españoles (muchísimos) nunca podremos votar a un partido navajero y sin plan político conocido como es el Partido Popular. Muchos españoles (muchísimos) consideramos que el problema de este país es la desinformación y la ignorancia que genera y que permiten que calen mentiras y medias verdades como si fueran realidades incontestables.  Lo estamos viendo en Valencia pero eso es harina de otro costal.

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Javier Moneo es socio de infoLibre.

Es como si hubiera perdido la capacidad de ordenar y relacionar sucesos, como si lo que sucede a mi alrededor no tuviera explicación y solo pudiera imaginar conspiraciones. No soy politólogo, ni periodista, ni influencer; solo un ciudadano que pretende procesar la información que recibe, analizarla y sacar conclusiones para poder decidir con criterio cuando toque.

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