La verdad y el sindicato del crimen
La señora Gámez, socialista, directora de la Guardia Civil, ha dimitido porque su marido ha sido imputado. Simultáneamente, García Albiol, llevado a juicio acusado de prevaricación, es mantenido por su partido, el PP, como candidato.
Como una gracieta más, como un bucle de infamia que envuelva y distraiga, mientras se aseguran de que ningún zarrapastroso quede sin su castigo por tamaña osadía, por haberse atrevido a poner en aprietos a los mandamases de turno.
La verdad manoseada, esquilmada, retorcida, hasta convertirla en “su verdad” incontestable, en “su verdad” en exclusiva, en consecuencia, en la “verdad” aplicada, publicada y publicitada para que forme parte del ADN de las masas populares, para contentar al “pueblo soberano”, tan displicente en cuanto le obsequien con panem y circus. Porque el relato fue escrito hace mucho y debe permanecer, casi casi, como verdad revelada.
La “verdad propia”, inmutable, airada e inatacable, venida desde el origen de los tiempos y la desigualdad instalada en la resignación de la mayoría insolvente, llegada y anunciada desde los palacios y los templos, desde los tronos y los sitiales, la verdad que se instalará, una vez más, en rotativas digitales o analógicas, incluso desde despachos e instancias judiciales, ocupando portadas, titulares, instrucciones y sentencias… exculpatorias, para que se sepa y se asuma “la verdad” reescrita, “única y verdadera”, incontestable y que vaya a misa… mayor, y nada pueda suceder que enturbie el propósito de los poderosos, es decir de los dueños de medios, de los fines y de las cajas fuertes, dueños del “único relato admisible”.
La verdad manoseada, esquilmada, retorcida, hasta convertirla en “su verdad” incontestable, en “su verdad” en exclusiva, en consecuencia, en la “verdad” aplicada, publicada y publicitada para que forme parte del ADN de las masas populares
A merced de los impagables servicios de los somatenes de antaño y “el sindicato del crimen” puesto al servicio de la causa, así autopostulado por quienes lo crearon, lo engordaron y engordan a diario, y lo mantuvieron y mantienen también a diario, desde el inefable y astuto Luis María Ansón, pasando por Antonio Herrero, el delfín que tanto prometía, ya desaparecido, hasta el actual y bilioso Jiménez Losantos, bajo el paraguas de la iglesia y el trono, airados y sentenciosos, porque pueden, porque les pagan y porque se lo permiten. Al cabo son los esbirros del poder y son, por lo tanto, imprescindibles, odio a diario, bulos y mentiras repetidos hasta la saciedad, hasta la inoculación en el tejido social.
Al servicio, como no podía ni puede ser de otra manera, de sus “amos y señores”, aunque se repita el mantra, aunque nadie ponga en contradicción tal afirmación y tan aviesa actuación, instalada en el tiempo, en la estrategia consagrada y perversa, y se afiance la malicia de envolver “la verdad en su verdad”, es decir en “la verdad, única y verdadera”, ladina y perversa.
En la verdad sostenida por el “sindicato del crimen” que luce fauces que debieran dar mucho… miedo.
Aunque lo pinten de “gracieta”, como cuando la lideresa del PP, en Madrid, anima a “matadlos”, y se refiere a “la izquierda en su conjunto y es una forma de hablar”.
Porque “niegan la legitimidad al adversario” desde el minuto anterior al cero, y jamás perdonarán, ni olvidarán, porque es suya “la hacienda, el caballo y la pistola”.
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Antonio García Gómez es socio de infoLibre