Por poco no ha tenido que ocultarse la vicepresidenta en el maletero de un coche oficial para poder cruzar la frontera sin que se lo impidieran Gamarra y otros vigilantes de las esencias, todos de un PP tan contaminado de Vox que ningún grupo decisivo quiere verlos, pero cuyo líder ha convencido al rey para que se la juegue por él, encargándole una investidura que solo puede fracasar o nacer envenenada con los votos de quienes decidan “cambiar de opinión”.
En España, siempre buscando alterar la voluntad popular para salvar privilegios cuando llueve, desde un Adolfo Suárez que encargó unas encuestas y, como salía que los españoles querían “República”, coló al rey en el referéndum sobre la “Reforma política” de 1976. Y cuánta fuerza tienen las grandes mentiras que convienen a los que mandan: la monarquía sigue viva y el gobierno sigue ocultando, aunque haya contribuyentes que las reclamen, aquellas encuestas, justificando el oscurantismo con una ley aprobada durante la dictadura que restauró la misma monarquía.
Como todo en política, resulta inútil especular sobre el resultado del encuentro entre Yolanda y Carles, pero no cabe duda de que ambos han sido atrevidos y generosos
Cierro paréntesis histórico para confesar que he recurrido a lo del maletero como metáfora porque, para poder reunirse con él, Yolanda ha tenido que cruzar las mismas fronteras con la intención de no fracasar como en 2016 y 2019, cuando hubo que repetir unas elecciones que, si fueran una lotería, deberían inhabilitar a los agraciados que no fueran capaces de repartirse los premios. Con otras palabras, algo parecido leí en 2016 en una editorial de El País, ese Grupo PRISA que tanto altavoz prestó a quienes desde dentro del PSOE intentaron acabar con Pedro Sánchez, pero que también, y durante tantas décadas, fue cómplice por ocultación de las corrupciones del rey anterior, que muchos escuchamos a Iñaki Gabilondo en una de sus últimas “mañanas” de La SER.
Extrañas fronteras, las mismas para ambos, pero con resultados tan distintos. Para él, sin duda bien asesorado, cruzarlas fue la decisión que le permitió convertirse en europarlamentario en lugar de habitar las cárceles de un Reino en el que no quiere seguir, esa proclama que animó a los vencedores de 2015 en Catalunya a cumplir con el programa que había convencido a sus votantes, menuda osadía. Para ella, en cambio, viajar a Bruselas ha sido lo mismo que a cualquier otro lugar de España, si no fuera por el detalle de tener que pisar el mismo suelo que él pisa cada día para poder moverse con algo de libertad.
Como todo en política, resulta inútil especular sobre el resultado del encuentro entre Yolanda y Carles, pero no cabe duda de que ambos han sido atrevidos y generosos, pues no es poca cosa reunirse el día anterior al que desde hace días Puigdemont señaló para anunciar las condiciones de siete parlamentarios que pueden decidir el próximo gobierno de España.
¿O quizás está preparando Yolanda Díaz su candidatura para la también probable repetición de elecciones generales?
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Domingo Sanz es socio de infoLibre.
Por poco no ha tenido que ocultarse la vicepresidenta en el maletero de un coche oficial para poder cruzar la frontera sin que se lo impidieran Gamarra y otros vigilantes de las esencias, todos de un PP tan contaminado de Vox que ningún grupo decisivo quiere verlos, pero cuyo líder ha convencido al rey para que se la juegue por él, encargándole una investidura que solo puede fracasar o nacer envenenada con los votos de quienes decidan “cambiar de opinión”.