Virginia Pérez Alonso, (Barcelona, 1972) acaba de convertirse en la nueva directora de infoLibre. Ha ocupado el mismo cargo en el diario Público desde 2019 hasta ahora. Tras licenciarse en la Universidad Complutense de Madrid en Periodismo, trabajó en Radio Voz y en Cinco Días. Fue una de las fundadoras y directivas de 20 Minutos y durante un año adjunta a la dirección de El Mundo. Como respuesta a la ley mordaza de 2014, participó en la creación de la Plataforma en Defensa de la Libertad de Información, cuya presidencia ostentó hasta 2023 y a la que sigue vinculada. A favor de la inteligencia artificial para ciertas tareas, advierte de su peligro como fuente informativa: “Si preguntamos qué país del mundo es más seguro, ¿cuál es el criterio? ¿criminalidad, bienestar, seguridad económica? Con sus respuestas se puede llegar al simplismo”.
“Para mí es un privilegio incorporarme a infoLibre. Me parece que es de absoluta referencia dentro de los medios independientes y progresistas que hay en este país. Y para mí es un lujo trabajar con todo el equipo de infoLibre, con Jesús Maraña, y haciendo un tipo de periodismo con el que me siento muy identificada. Jesús y yo conectamos desde hace años, precisamente porque entendemos el periodismo de una manera muy parecida, como un ejercicio de honestidad y de transparencia. infoLibre hace mucha investigación, lo cual siempre es un lujo cuando uno es periodista, creo que es uno de los géneros periodísticos que más alegrías le puede reportar a un medio. Pido a los lectores paciencia. Todavía estoy aterrizando y voy a necesitar un tiempo para entender el medio por dentro, para ver qué podemos hacer. Creo que es un medio al que yo le puedo aportar mi conocimiento sobre el mundo digital y que vamos a hacer cosas chulas y a seguir haciendo el periodismo en el que creemos”.
“Estamos posiblemente en la época –al menos que yo haya conocido– de mayor desinformación de la historia reciente. Los bulos y las mentiras circulan de forma libre y en cascada. Y por eso creo que es un grandísimo momento para el periodismo, porque es en tiempos como estos cuando podemos demostrar los periodistas que lo que hacemos es necesario, que es fundamental y que, además, permite mantener sólidos los cimientos de las democracias. Sin embargo, en España veo una concentración de medios de derechas muy apoyados por gobiernos sobre todo regionales, con dinero público, y algunos de esos medios son difusores natos de bulos y de mentiras. Esto creo que es preocupante, sobre todo porque los medios progresistas son generalmente mucho más pequeños, tienen muchos menos recursos y se produce un desequilibrio que creo que es importante y que no es bueno para el periodismo ni para las propias democracias”.
“En general, el ejercicio del periodismo en España ha mejorado. Pero también creo que tiene mucho margen de mejora. Creo que seguimos muy anclados en la opinión. Nos gustan mucho los opinadores. Están fenomenal para centrar determinados asuntos, pero creo que la opinión pública se debería generar sobre todo con la información. Siempre he sido muy seguidora de la prensa anglosajona y su modelo de periodismo. Con esa división estricta, por ejemplo, de la parte informativa, la parte de opinión y la parte publicitaria. Era inconcebible, por lo menos hasta hace unos años, que un empresario llamara a un periodista para presionar. En España pasa casi todos los días. También es cierto que en Estados Unidos The Washington Post es propiedad de Jeff Bezos, que es el dueño de Amazon. Y Bezos es uno de los cuatro jinetes del tecnoapocalipsis. Es importante mencionar también lo que está ocurriendo con las redes sociales. Todo lo que anunció Zuckerberg de que se cargaba todos los sistemas de verificación en Facebook y en Instagram, lo que está pasando con X, antes Twitter, con Elon Musk, que es la mano derecha de Trump. Todo esto tiene consecuencias en el periodismo”.
“Me parece un drama que haya gente que le haga preguntas a cualquier Inteligencia Artificial y con las respuestas considere que ya está informado. Creo que estar informado implica un esfuerzo mucho mayor. Ese es uno de los principales problemas que tenemos en este país y en este momento. Que mucha gente no está dispuesta a hacer ese esfuerzo. Entiendo que muchas veces es complejo. En muchas ocasiones supone pagar por leer la información, en otras supone buscar mucho para entender los distintos puntos de vista. Si pides un resumen, no sabes de dónde lo sacan. Creo que se pierde el contexto, la profundidad, los detalles, los enfoques, que para mí es algo clave en el periodismo. La desinformación toma una deriva tremenda. Las inteligencias artificiales tienen sesgos también. Además, hacen perder audiencia a los medios escritos. Creo que deberíamos hacer entre todos una reflexión y animar a las personas que tenemos alrededor a informarse de una forma completa y compleja”.
“Tengo mis dudas de que Europa consiga salir airosa, porque creo que en los últimos años ha hecho una cierta dejación de sus funciones o de lo que se esperaba de esa unión cuando se constituyó como tal. Europa ha estado aplicando políticas, y cada vez lo hace más, de apartheid a los migrantes, lo que llamamos la Europa fortaleza, la externalización de fronteras, el financiar a terceros Estados para que frenen la inmigración allí y no llegue aquí. Me parece una aberración que va contra todos los valores que se le presuponían históricamente a Europa. Por otro lado, hablar de Europa como un conjunto es un poco complicado geográficamente. Hay países como la Hungría de Viktor Orbán que tienen un sentimiento antieuropeísta desde sus orígenes y que acaban de prohibir el Orgullo LGTBI. No veo una Europa sólida y unida. Está habiendo ya un menoscabo de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en algunos países y Europa no está demostrando una unidad en estas cosas”.
“Me resulta muy sorprendente que llegue Trump y ponga sobre la mesa una propuesta de paz, una boutade, posiblemente, pero una propuesta de negociaciones, algo que Europa no ha hecho desde que empezó el ataque de Rusia contra Ucrania. Europa lo que ha hecho ha sido entonar canciones de guerra, casi empezando por Borrell y acabando por Von der Leyen. A mí me parece que el rearme no conduce a ningún sitio. Las armas son para usarlas o para venderlas. Sabemos que España ha vendido armas a países como Israel. Me niego a creer que no haya otras vías para resolver lo que está sucediendo. Vías que pasen por el diálogo, por la política. Una amiga que ha cubierto periodísticamente muchas guerras, que ha visto el horror, recordaba lo que ocurrió en la Primera Guerra Mundial. Se empezó a combatir por una franja de muy pocos kilómetros. Iban para adelante, para atrás, un poco lo que está pasando en Ucrania, no está nada claro quién avanza. ¿Pensamos que Putin va a invadir Europa si lleva tres años haciendo la guerra a Ucrania y no ha ganado? ¿Cuál es la amenaza real? ¿Es Putin? ¿Es Trump? ¿Son los dos? No lo sé. Tengo la sensación de que se está creando tal clima bélico que se va a producir una criminalización del pacifismo”.
“Creo que están muy amenazadas, pero no creo que sea algo de ahora. En el año 2014, con otra gente, montamos la Plataforma en Defensa de la Libertad de Información. Se iba a aprobar una reforma del Código Penal, la ley mordaza, y suponía un recorte de derechos fundamentales, como son el derecho a la información y la libertad de expresión. En los años siguientes, hemos visto cómo tras atentados islamistas en Europa había un recorte de derechos. En Francia se impuso un estado de emergencia que bloqueaba libertades fundamentales y se prolongó mucho. Organizaciones como Abogados Cristianos o Hazte Oír han ido poniendo a personas críticas con el sistema en un brete utilizando el Código Penal. Ahora parece que ya es irreversible, que el daño ya está hecho y sentimos que estamos un poco ante el abismo. Creo que la ciudadanía y los Estados también tienen que entenderlo”.
“Está un poco tensa esta legislatura. El Gobierno suma apoyos en el Congreso de forma muy estrecha. Creo que Pedro Sánchez ya ha demostrado que es el Ave Fénix y que renace de sus cenizas todas las veces que haga falta. Pero una cosa que era bastante importante para dar estabilidad a la legislatura, que era la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, ya parece que no va a ser. Eso creo que es peligroso, porque pienso que un gobierno progresista puede hacer acciones progresistas cuando tiene un presupuesto, cuando le dedica una inversión a esa puesta en marcha de acciones progresistas. Si no, hay ministerios que se quedan muy vacíos de contenido. No veo tan claro como ven algunos que la legislatura se vaya a agotar y que vaya a llegar hasta el final”.
“Esto se puede abordar desde la izquierda y desde la derecha. Creo que está bien que dentro de la izquierda haya distintas sensibilidades. Es algo lógico y natural que existan diferencias. Pero también creo que hay una serie de puntos en común que son los que hay que poner en valor, sobre todo en un momento como este en el que estamos ante un riesgo real para el Estado del bienestar y para las democracias. No estoy nada segura de que todos los partidos de izquierda quieran estar en esa línea de encontrar los puntos comunes, pero sí que creo que sería importante. Lo que vemos en la derecha es que casi nunca hay fisuras. Es algo muy sorprendente. El PP y Vox cada vez se mimetizan más. Hay una estrategia global para relanzar a la extrema derecha a nivel planetario. Y al final, ideológicamente no hay tanta diferencia entre partidos como PP y Vox. Y desde luego a nivel global van a una. Pero yo tengo esperanza siempre”.
“No hay obra de arte a través de la cual se deba permitir hacer un ejercicio de violencia machista. Creo que uno de los problemas que ha habido con el libro de José Bretón es que se ha abordado el asunto como si fuera un suceso. Las mujeres feministas llevamos muchísimos años luchando para que la violencia machista no sea abordada de esa forma, sino como un tipo de violencia específica. Cuando se trata como un suceso, llegamos a libros como este en el que hay un diálogo entre un escritor y un asesino en el que no se tiene para nada en cuenta a la víctima, a la superviviente de esa violencia, que en este caso es la ex esposa de José Bretón, que además es la madre de los hijos a los que él asesinó. Me parece una aberración. Puedo entender que al escritor le pareciera buena idea, pero lo que no puedo entender es que una editorial, a estas alturas del siglo XXI, no entendiera antes que un libro puede ser una extensión del ejercicio de violencia machista y creo que eso no se puede consentir”.