Al mismo tiempo que Ai Wei Wei, el conocido artista disidente chino, lleva seis de sus creaciones a la prisión de Alcatraz, otros las sacan de la cárcel. En concreto, una decena de internos del Módulo X de la prisión madrileña de Soto del real, que exponen sus obras hasta el 12 de octubre en el Museo Nacional de Artes Decorativas (MNAD), que acoge la muestra colectiva Pausa. Los trabajos, realizados en colaboración con estudiantes de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid y el impuso del colectivo La rueda invertida, componen una suerte de diario de viaje a ninguna parte, no por ello exento de sueños, de anhelos y de frustraciones.
El proyecto, como apunta Álvaro Crespo, responsable del programa de prisiones, que se desarrolla en Madrid y Sevilla, no se concentra solo en la pintura u otras disciplinas artísticas, sino que se trata de generar “un diálogo continuo entre voluntarios e internos”. “El programa de prisiones, que ya tiene 27 años, intenta vincular la reinserción con la cultura”, agrega. “En el día a día, los internos tienen acceso a la biblioteca, puntualmente a periódicos y quien tiene radio a la radio, y quien tiene televisión a la televisión. Por eso, el arte les ayuda a expresarse, a canalizar muchas cosas. El primer objetivo es que pase el tiempo más rápido, pero también encontrar un modo de expresión”.
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La obra 'Paternidad'.
Concretada, esa vía de comunicación se ha materializado en obras de muy diferentes formatos, desde pinturas a esculturas, vídeos o fotografías. “Realmente mi profesión en estos últimos años fue y es ser padre”, escribe uno de los presos sobre su obra, la escultura Paternidad. “Mis niñas nacieron, tenía miedo de cogerlas, creo que como cualquier padre, y tardé en sentirlas, pero cuando sus manitas me apretaron por primera vez, ahí me di cuenta de que, realmente, para mí era un sentimiento nuevo y fabuloso. ¿Cómo empezó esta obra? Pues era un padre con dos hijas. Mucho más no puedo decir, porque los materiales que utilicé son cartón y cola, la estructura de alambre metálico, forrado con papel y cola, sobre esto el cartón. Aunque no es el material con el que me habría gustado expresarme, o que pudiera sintetizar lo que siento por mis hijas, el intento está hecho”.
Dividido en tres salas, el recorrido arranca con una presentación de las dinámicas y el lugar donde han trabajado los internos desde abril a julio, al menos dos veces por mes, para después desplegar las piezas. Las temáticas de cada una de ellas hacen casi siempre referencia a cuestiones autobiográficas, como en el caso de Paternidad, aunque también se expresan otras ideas, consensuadas entre los participantes. Y después de esta exposición –que algunos de los internos, que próximamente recibirán la visita de un representante del MNAD, ya saben que se está desarrollando-, habrá más arte. “Cuando lo retomemos”, dice Crespo, “estoy seguro de que muchos de los que participen seguirán siendo los mismos, y con las mismas ganas”.
Al mismo tiempo que Ai Wei Wei, el conocido artista disidente chino, lleva seis de sus creaciones a la prisión de Alcatraz, otros las sacan de la cárcel. En concreto, una decena de internos del Módulo X de la prisión madrileña de Soto del real, que exponen sus obras hasta el 12 de octubre en el Museo Nacional de Artes Decorativas (MNAD), que acoge la muestra colectiva Pausa. Los trabajos, realizados en colaboración con estudiantes de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid y el impuso del colectivo La rueda invertida, componen una suerte de diario de viaje a ninguna parte, no por ello exento de sueños, de anhelos y de frustraciones.