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"Soy la reina y me gusta bailar": las canciones que escuchaba la 'Dancing Queen' Isabel II

Pantalla conmemorativa de la reina Isabel II de Gran Bretaña en Piccadilly Circus, Londres.

Da tiempo a ver de todo durante 96 años de vida, supuestamente. En el caso de Isabel II, literalmente. No en vano la monarca, fallecida este jueves a los 96 años, ha reinado durante siete décadas en los que el mundo no ha dejado de cambiar y la cultura de evolucionar. Poco o (casi) nada se parece este 2022 a aquel 1953 en el que fue coronada con tan solo 25 años.

Figura histórica indudable, mucho se ha escrito y cantado sobre ella a lo largo de los años pero, ¿y qué le gustaba a ella? Pues bien, según el famoso pinchadiscos de la BBC Chris Evans, la canción favorita de Isabel II siempre fue Dancing Queen de ABBA. En el año 2008, un amigo de Evans asistió a una fiesta presidida por Isabel II y cuenta que, cuando empezó a sonar esta contagiosa composición pop, la reina contó a todos los presentes que le encantaba esta canción: "Siempre intento bailar esta canción cuando la escucho porque soy la reina y me gusta bailar".

Apuntalan esta historia las palabras de Lady Elizabeth Anson, prima de la reina y organizadora de todos los saraos reales desde tiempo inmemorial, quien antes de morir a finales de 2020 aseguró que Isabel II era una bailarina fantástica y que tenía un gran sentido del ritmo. No deja de resultar jocoso y diríase que pertinente que Dancing Queen fuera su canción favorita, pues parece escrita para ella. Y, en última instancia, además, ¿a quién demonios no le gusta ABBA?

"Yo creo que lo dijo en serio", apuntaba meses atrás a infoLIbre Máximo Pradera, autor de Están tocando nuestra canción (Libros del Kultrum), donde repasa los gustos musicales de una veintena de variopintas personalidades históricas. Entre ellas, claro está, la reina Isabel II de Inglaterra, fan y experta de la gaita escocesa. De hecho, cuando la familia real británica se instala en Balmoral (Escocia), siempre hay gaita al amanecer y al anochecer. Así que es probable que alguna composición gaitera fuera lo último que escuchó la difunta Isabel, pues en el castillo de Balmoral murió.

Según contó Lady Elizabeth Anson, la ópera estuvo presente en la vida de las princesas desde muy temprana edad. A lo 13, presenció Der Ring des Nibelungen, del compositor romántico alemán Richard Wagner. En lugar de que está ciclo de óperas épicas basadas en elementos de la mitología germana e islandesa, despertara en ella el aburrimiento, les pareció histéricamente divertido que alguien estuviera cantando una oración en lugar de apresurarse y decirla.

Otra prima de la reina, Margaret Rhodes, contaba en el reportaje radiofónico de la BBC2 Our Queen: 90 Musical Years que por orden de Isabel II, cada mañana a las 9:00 un gaitero se pasea por los alrededores del castillo tocando la gaita durante quince minutos. "Es muy bonito escuchar el sonido de la gaita desvaneciéndose poco a poco en la distancia", remarcaba Rhodes en dicho programa.

Otros gustos musicales de la reina Isabel II incluyen a George Formby, conocido popularmente en Reino Unido como 'el rey del ukelele' y quien durante un tiempo fue el artista de variedades mejor pagado del país. Tanto le gustaba que estuvo a punto de aceptar ser presidenta de su club de fans, pero se echó para atrás a última hora al comprender que era la jefa de las Fuerzas Armadas y de la Iglesia de Inglaterra y ese cargo hubiera quedado un poquito raro.

También sentía especial predilección la monarca por una canción en particular: The white cliffs of Dover, emocionante balada de 1942 cantada por Vera Lynn, apodada en su día 'la novia de las fuerzas armadas' porque se pasó la Segunda Guerra Mundial cantando para las tropas. El gusto por Vera Lynn no se queda en esta famosa composición pues, según la BBC, Isabel II también escuchaba con especial placer otra titulada We'll meet again.

Otra de las canciones favoritas de la reina es Cheek to cheek, escrita por Irving Berling, en su versión original de Fred Astaire (algo nada extraño, pues ya hemos comentado su gran pasión por el baile). Más allá de estos acercamientos a la cultura popular, su playlist perfecta se completa principalmente con himnos religiosos, marchas militares y canciones de teatro musical como Showboat, Oklahoma! y Annie Get Your Gun.

La relación de la reina con la cultura en general y la música en particular fue intensa a lo largo de toda su vida. De hecho, Isabel II convirtió en caballeros del Imperio Británico a multitud de músicos en su día contraculturales y peligrosos contra el sistema (sí, los Beatles y los Rolling Stones una vez fueron enemigos de lo establecido). La lista de artistas distinguidos con la Excelentísima Orden del Imperio Británico incluye a los mencionados Beatles (a los cuatro y a Paul McCartney y Ringo Starr después, George Harrison lo rechazó) y a Mick Jagger (su amigo Keith Richards también lo rechazó, como, entre otros ilustres, David Bowie o Paul Weller).

Los que sí aceptaron el título fueron, por ejemplo, Elton John, Bob Geldof, Tom Jones, Bono (irlandés), Brian May, Van Morrison, Robert Plant, Rod Stewart, George Martin, Ray Davies, Eric Clapton, Roger Taylor, Jeff Lyne, Alan Parsons, Sting, Roger Daltrey, Adele o Ed Sheeran. Que todos estos artistas formaran parte de los gustos musicales de la reina Isabel II en mayor o menor medida es algo que queda sin descifrar en lo personal, bien encajonado en los márgenes del protocolo institucional. Pero reconocidos en su nombre fueron.

Y no deja de ser curioso comprobar cómo con el paso de los años, todos aquellos jóvenes airados y revolucionarios se han convertido en los mayores súbditos de la reina Isabel II, despidiéndola tras su muerte con sentidos mensajes en las redes sociales. Con Mick Jagger, Paul McCartney y Elton John a la cabeza.

Los que no iban a ser nunca caballeros del Imperio Británico son los Sex Pistols. Tampoco es que ellos lo hubieran querido. Suponemos, claro, pues todo lo relacionado con Johnny Rotten (John Lydon) está siempre sujeto a improbables giros de guion. Suya es el célebre himno punk que allá por 1977 escandalizó a una nación ya de por sí propensa a escandalizarse: God save the Queen.

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También hizo temblar los cimientos del establishment el tercer disco de The Smiths, The Queen is dead (1986), que generó controversia desde el título hasta la portada, pasando por un tema titular que habla de la muerte de la reina de manera sarcástica y plantea un mundo triste por culpa de la monarquía.

Otro posicionamiento contrario a la monarquía queda para la posteridad con Elizabeth my dear, de The Stone Roses, quienes en 1989 hablaban bien clarito: "No descansaré hasta que ella pierda el trono. Mi objetivo es claro, sin cortinas para ti, Elizabeth, querida". Mensaje meridianamente claro el de Ian Brown y los suyos, que entronca con los de otras bandas como Manic Street Preachers, Pet Shop Boys o The Housemartins.

Diferente es Her Majesty, composición breve escrita por Paul McCartney para cerrar el disco Abbey Road de los Beatles en 1969 y en la que canta así (con irónica dulzura) a Su Majestad: "Quiero decirle que la quiero mucho. Pero tengo que llenarme la barriga de vino. Su Majestad es una chica muy agradable. Algún día la haré mía, oh sí. Algún día la haré mía".

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