Allá para el mes de junio, el sector del libro estaba dividido entre los moderadamente optimistas y los pesimistas moderados. El análisis del mercado editorial en 2015, realizado por la FGEE y publicado cuando el año cumplía sus primeros seis meses de vida, daba argumentos a los pelín mustios y a los apenas positivos: el sector había crecido un 2,8%, fundamentalmente gracias al libro de texto y la novela, pero seguía un muy lejos (-30,8%) del punto álgido alcanzado en 2008.
Dice Mariano Villarreal (Literatura Fantástica), que "en 2016 se han apreciado evidentes signos de recuperación que permiten aventurar un más que probable cambio de tendencia. La percepción de la situación actual por parte de muchos editores es francamente positiva, y todo apunta a que el futuro a corto y medio plazo será halagüeño". Tiempo habrá de confirmar (o no) ese pálpito, de que los responsables de la cosa proporcionen los datos correspondientes al año que acabamos de dejar atrás. Pero, antes de que las cifras zanjen el asunto, hemos pedido a las gentes del libro que escriban, que escriban un deseo para que podamos confeccionar una carta a los Reyes, que por fuerza tendrán que ser Magos (y majos majísimos) para atender sus peticiones.
Queridos Melchor, Gaspar y Baltasar
"Ojalá en 2017 se fortalezca el mundo de las ideas, de los libros, de los creadores, y que le gane la partida a esa corriente que enarbolando la bandera del desarrollo y las nuevas tecnologías termina tristemente privilegiando la inmediatez de la noticia y las reflexiones y opiniones en 140 caracteres al rigor informativo, al análisis sosegado, a la riqueza cultural", pide Roberto Montoya. "Que desaparezcan todos los móviles y su lugar lo ocupen los libros", se anima Javier Sánchez Menéndez (La Isla de Siltolá). "Que las palabras se impongan a los rótulos y que el acto íntimo de la lectura se convierta en un deseo universal", añade Javier Lorenzo.
A Javier Sáez de Ibarra le gustaría "que cada escritor publique un artículo sobre la obra de un colega español o latinoamericano con el que no mantenga un vínculo personal. Reanimemos nuestra literatura con reflexión, independencia y horizontes".
A Carlos Salem, "que el mundo editorial español en 2017 deje de mirarse el ombligo o de mirar siempre el culo de Estados Unidos o de Inglaterra y mire un poco más hacia América Latina, donde se hace buena parte de la mejor literatura del mundo, y paradójicamente es muy difícil verla publicada en España. Y de puertas hacia dentro, desearía que las editoriales apostaran más por trabajar para meter goles literarios, en lugar de buscar los pelotazos fáciles, que siempre son los más difíciles. Cómo soy un optimista incurable, en el fondo creo que será un buen año..."
A Ramón Buenaventura, "que muchos escritores os suministren muchos buenos libros, y que los buenos libros os suministren muy buenos lectores".
Y a Pilar Queralt del Hierro, que "se cumpla el propósito de la plataforma Seguir Creando y el cobro de una pensión de jubilación no sea óbice para que nuestr@s veteran@s plumas puedan seguir escribiendo...y cobrando por su obra".
Los Reyes son los lectores
Manuel Guedán (Demipage) desea a "todos los nuevos lectores, mucho empleo, poco trabajo y ninguna precariedad». Lorenzo Silva, "que los verdaderos lectores resistan y mantengan su amor por el libro bien hecho. De ellos depende la supervivencia de quienes los escribimos. El resto, ya leerá lo que sea, y como sea". Y José Ovejero, "no que se lea más, sino que se lean más títulos diferentes; lo primero enriquece a la industria, lo segundo nuestra cultura". A Alberto Olmos le bastaría "con que en 2017 nacieran los lectores del futuro".
Alexis Ravelo se niega a hablar "de bibliotecas, impuestos o piratería. Me limito a desear que los libros que creemos en este año merezcan convertirse en objeto de deseo de los lectores. Y que estos sean cada vez más. Y más exigentes", y Andrés Neuman comparte "una pequeña triada de deseos: que descubran a jóvenes autores con talento; que cuiden con mimo maniático las traducciones; y que no se arruinen en el intento. ¡Más no se puede desear!"
Para las editoriales
Malcolm Otero (Malpaso) sueña con que "el éxito coincida con los buenos libros", y Julián Rodríguez (Periférica), con que "al menos la mitad de nuestros libros de este próximo año alcancen un número suficiente de lectores aun cuando sean 'demasiado arriesgados' o 'refractarios' para el mercado en algunos casos. Pero así es siempre la verdadera literatura: o todo o nada".
Pedro de Paz, "siendo buenrollista (y simplista)" expresa su ambición de que "todos publiquen muchos y muy buenos libros. :-) Pero mi auténtico deseo de buenaventuranza es para todas esas editoriales pequeñas y modestas que se baten el cobre luchando día a día por publicar aquellas obras en las que de verdad creen. Porque ellas son la verdadera esencia de esa misma chispa que, impulsándolos a ellos a publicar, un día nos empujó a escribir a todos aquellos que disfrutamos haciéndolo".
Pepe Rodríguez anhela… "que editores y libreros entiendan que no solo de novedad vive el lector, y que es absurdo, inmoral y perverso que miles de títulos mueran sin llegar a los tres meses de vida", y Eduardo Vaquerizo, que "2017 nos traiga el futuro de una vez y que las editoriales no lo rechacen, sino que lo abracen y nos lo brinden a los lectores".
En definitiva, y en palabras de Alberto Marcos, "que aumente el número de lectores, que la lectura no siga decreciendo como forma de ocio en comparación con las redes sociales y las plataformas audiovisuales. Que se defienda desde los gobiernos a autores y editores con leyes rotundas contra la piratería".
Los piratas, sólo como personajes
"Acabar con la piratería", es el deseo único de Carme Riera, y también el de Marta Rivera de la Cruz: "El otro día el gremio de editores de Cataluña contó que este año el sector editorial perdió 200 millones por culpa de la piratería. Mi deseo es que empecemos a trabajar, cada uno desde donde nos corresponde, para que esa cifra se reduzca hasta la mínima expresión".
"Como dirían los aparcacoches 'libres' (en lenguaje incorrecto, 'gorrillas'): 'aquí estamos trabajando, así que... ¡respeta, primo!'". Es Ángela Vallvey, que pide "un poco de respeto hacia el trabajo de la cultura en general y la edición en particular, y eso comprende a la industria, sus trabajadores, autores y derechos de propiedad intelectual. Y cuando digo 'respeto' también quiero decir seguridad jurídica y amparo legal".
"Deseo una legislación eficaz contra la piratería y un gobierno que aprecie el lugar de la lectura como forma de crear ciudadanos capaces de imaginar un mundo mejor. Esos son mis deseos", dice Valerie Miles. Pero, añade, "como bien dicen los Rolling Stones, uno no siempre puede tener lo quiere". Pide además, y es casi una exigencia, que sigamos resistiendo en estos momentos complicados, "porque entramos en años 'interesantes' –con Trump, con Europa cada vez más a la deriva– y en estos tiempos la literatura siempre se vuelve más urgente. Los lectores estamos listos. Menos quizás que antes, pero listos. Los malos tiempos, o tiempos conflictivos, siempre han sido buenos para la literatura».
Puestos a pedir, Antonio Salas pide "que el nuevo año nos haga recuperar la libertad para publicar, sin mordazas de Ley. Que los intereses y los temores de los poderes políticos no amordacen la libertad de los periodistas. Insallah".
Los libros os necesitan
Virginia Fernández (Penguin Random House) habla primero de lo suyo: "Como editora dedicada a la no ficción lo mejor que se me ocurre desear para el nuevo año es que siga habiendo lectores curiosos, con ganas de descubrir y aprender", adelanta. Pero hay más: "Me encantaría que acabasen los cierres de librerías (e incluso dar la bienvenida a algunas nuevas) y que encontrásemos soluciones eficaces para reducir la piratería".
Un deseo al que se suman Cristina Morato ("Que no falte nunca un buen libro en nuestras vidas, que las bibliotecas se declaren patrimonio de la Humanidad y a los libreros se les nombre ciudadanos ilustres") y Martín Casariego («Que abran más librerías que las que cierren»).
Desde Pangea, suben la apuesta: "que las librerías que hacen clubs de lecturas y actividades para niños sigan creando nuevos lectores".
Y Max Lacruz (Funambulista) abre el círculo: "que las bibliotecas vuelvan a disponer de presupuestos decentes".
"Como antiguo bibliotecario —apunta Juanma Santiago—, mis buenos deseos se extienden a todo el personal, vilipendiado e invisible, que trabaja en bibliotecas, archivos y documentación", también a "los libreros, esos héroes del sector, siempre viviendo al límite". Además, habla de lo suyo, la corrección. "Ojalá el 2017 nos traiga a los autónomos unos clientes que sean buenos pagadores, no bajen tarifas a mediados de año y a los que, sobre todo, les salgan por fin las cuentas y vuelvan a contar con colaboradores externos".
"Yo corrijo de cuándo en cuándo —coincide Joaquín J. Sánchez—, pero estaría muy bien que pudiésemos pactar de una puñetera vez y todos a una unas tarifas mínimas".
Al pan, pan
Charo Ruano aspira a que, "de una vez por todas, alguien, críticos, lectores atentos, suplementos culturales, 'indignos de tal nombre en muchas ocasiones' y editoriales no nos engañen queriendo hacer pasar por literatura lo que no llega ni a redacción escolar de 2º de bachillerato. Que los criterios a la hora de publicar sean mucho más rigurosos y que los grandes grupos decidan si quieren publicar literatura con mayúsculas o basura encuadernada, eso sí primorosamente". Más exigencia también en la literatura infantil: "Pueden ser piedras contra mi tejado —admite Begoña Oro—, pero me gustaría más y mejor crítica de literatura infantil y juvenil, y (quiero especificar) no solo de álbumes ilustrados. ¡Leña al mono, que es de peluche!".
Al cabo...
Ver másApenas nos da para el bocadillo
"Que crezca inusitada e imparablemente el número de lectores, que se promueva la lectura a todas las edades, de forma imaginativa y eficaz, que desde los gobiernos se tomen iniciativas eficientes para acabar con la piratería, que se rebaje sustancialmente el IVA de los libros digitales, que entre la decena de libros más vendidos y el resto de lo que se publica no haya un abismo, y que entre los best sellers haya una cantidad pequeña pero significativa de libros que aporten algo para que los humanos nos entendamos un poco más. —Marisa Tonezzer (Ediciones B) tiene muchas peticiones en el tintero—. Seamos ambiciosos en lo que pedimos. Aunque algunos de nuestros deseos sean utópicos, al menos sabremos dónde está el norte".
Care Santos sueña con que el año que acabamos de estrenar "nos traiga una sola de esas lecturas que recordaremos el resto de nuestra vida"; Blanca Rosa Roca (Roca editorial), con que "la pasión por la lectura se contagie y se convierta en una epidemia de grandes dimensiones"; Penélope Acero (Edhasa) con un 2017 ("¡Que sea mejor que los años pasados!", reclama Pablo Sebastià) lleno de "libros, libros… ¡y más lectores!"
Como Jesús Egido (Reino de Cordelia), todos desean "lo mejor para el mundo editorial y para todos los seres humanos de buena voluntad. ¡Faltaría más!". Pero, si de libros se trata, en estos tiempos en los que leer "se ha convertido en un acto de rebeldía", Benito Olmo imagina "un 2017 rebelde y repleto de buenas lecturas. ¡Salud y libros!". Y Eugenia Rico cierra el turno de peticiones: "Paz, amor y sueños y lectores que cambien el mundo leyendo".
Allá para el mes de junio, el sector del libro estaba dividido entre los moderadamente optimistas y los pesimistas moderados. El análisis del mercado editorial en 2015, realizado por la FGEE y publicado cuando el año cumplía sus primeros seis meses de vida, daba argumentos a los pelín mustios y a los apenas positivos: el sector había crecido un 2,8%, fundamentalmente gracias al libro de texto y la novela, pero seguía un muy lejos (-30,8%) del punto álgido alcanzado en 2008.