Se acabó: el Pavón Teatro Kamikaze cierra sus puertas. Desde que las abriera en septiembre de 2016, a este teatro madrileño le ha dado tiempo a convertirse en uno de los centros de producción y exhibición más celebrados de la capital; a programar obras como Jauría, de Jordi Casanovas con dirección de Miguel del Arco, Las canciones, de Pablo Messiez, o Iphigenia en Vallecas, de Antonio C. Guijosa con María Hervás; a ganar el Premio Nacional de Teatro de 2017. Pero después de mucho pelear, es hora de tirar la toalla. "No podemos destruir nuestras vidas por intentar salvar un teatro", dice Aitor Tejada, productor y uno de los cuatro socios fundadores. Junto a él, se embarcaron en el proyecto el director y dramaturgo Miguel del Arco, el actor y director Israel Elejalde y el productor Jordi Buxó. No era la primera vez que barajaban la posibilidad de cerrar, las cuentas nunca fueron demasiado boyantes. Pero la crisis del coronavirus les ha obligado a tomar la decisión definitiva: el 30 de enero de 2021 tendrá lugar su última función.
Paradójicamente, el Pavón Teatro Kamikaze no dudo en regresar a la actividad en agosto. Con un aforo del 70% y cruzando los dedos. Traición, la obra de Harold Pinter dirigida ahora por Israel Elejalde, llegaba al fin a los escenarios después de que se quedara a las puertas del estreno en marzo. El público les recibía agotando las entradas. Pero no era suficiente. "Los números no han salido nunca", admite Tejada. Los socios decidieron desde el principio ser franca con la marcha económica del teatro, y esto no es precisamente una noticia. "Pero antes había espectáculos que llenaban y compensábamos otras cosas que quizás no llenaban. Ahora es imposible llenar. Y es imposible no tomar esta decisión". Si no echaban el telón, llegaban las deudas inasumibles. Y eso cegaría cualquier posibilidad de futuro. Un futuro en el que por ahora no piensan. Están "tristes", dice el productor, y solo hablan del cierre. El futuro es incierto también para los Kamikaze.
Antes de decidir embarcarse en el Pavón Teatro Kamikaze, los Kamikaze eran solo una compañía. Una compañía responsable de hitos del último teatro español, como La función por hacer, adaptación de Seis personajes en busca de autor, y de adaptaciones sobresalientes de Veraneantes de Maxim Gorki, de Misántropo de Molière, de Hamlet. Vieron la posibilidad de tener una casa fija cuando la Compañía Nacional de Teatro Clásico abandonó el Pavón, que habían alquilado durante 13 años, para mudarse definitivamente al Teatro de la Comedia, recién restaurado. Se vaciaba el Pavón y los Kamikaze hicieron honor a su nombre para ocuparlo. El propio alquiler del espacio, de 360.000 euros al año según los productores, ha sido uno de los mayores pesos económicos para la compañía. Y de hecho en junio de 2018 llegaron ya a anunciar que dejaban su sede para buscar otra. "No somos sostenibles ni lo seremos. El modelo de producción no es rentable", decían entonces. Dos ayudas de la Comunidad de Madrid y otra ayuda del Ministerio de Cultura hicieron que el anuncio se quedara en un susto.
"En el comunicado agradecemos a todas las administraciones, porque todas nos han ayudado", dice Tejada, que a las dos mencionadas suma el Ayuntamiento de Madrid. "Pero cuando llegamos dijimos que nuestra idea era crear una casa del autor contemporáneo, y para eso necesitábamos que las administraciones se pusieran de acuerdo para encontrar esa casa". Para los Kamikaze, la solución estaba en la cesión de un espacio público, que podría haberse alcanzado legalmente si se transformaba la compañía Kamikaze en una fundación. "Hemos insistido todos los años. Nos hemos reunido con todas las administraciones dos veces, porque ha habido un cambio de Gobierno por medio. Pero luego ellos no se han reunido. Y el no hacer algo también es tomar una decisión", critica el productor.
Sea como sea, al Pavón Teatro Kamikaze le queda más de un mes de funciones, que se cerrarán con Las canciones hasta el 10 de enero y Yo soy el que soy hasta el 30. Pero tampoco entonces se habrá terminado todo, porque la compañía tiene cinco espectáculos en gira —Ricardo III, Jauría, Doña Rosita, anotada, Sueños y visiones de Rodrigo Rato y Las canciones— con fechas gasta junio de 2021. Los posibles proyectos futuros tendrán que esperar.
Se acabó: el Pavón Teatro Kamikaze cierra sus puertas. Desde que las abriera en septiembre de 2016, a este teatro madrileño le ha dado tiempo a convertirse en uno de los centros de producción y exhibición más celebrados de la capital; a programar obras como Jauría, de Jordi Casanovas con dirección de Miguel del Arco, Las canciones, de Pablo Messiez, o Iphigenia en Vallecas, de Antonio C. Guijosa con María Hervás; a ganar el Premio Nacional de Teatro de 2017. Pero después de mucho pelear, es hora de tirar la toalla. "No podemos destruir nuestras vidas por intentar salvar un teatro", dice Aitor Tejada, productor y uno de los cuatro socios fundadores. Junto a él, se embarcaron en el proyecto el director y dramaturgo Miguel del Arco, el actor y director Israel Elejalde y el productor Jordi Buxó. No era la primera vez que barajaban la posibilidad de cerrar, las cuentas nunca fueron demasiado boyantes. Pero la crisis del coronavirus les ha obligado a tomar la decisión definitiva: el 30 de enero de 2021 tendrá lugar su última función.