Bienvenidos a Cannes 2024, el festival encantado de conocerse a sí mismo

Alberto Mira

Enviado a Cannes —

Un año más, tomaremos el pulso al estado del cine. Por supuesto que Cannes no es el único lugar donde se decide el cine, y las citas de Berlín o Venecia presentan atractivo similar en términos de títulos. Pero aunque Cannes no lidere sin más el escaparate del cine, al menos cree que lo lidera, y esta fe en sí mismo le hace mantener la frente muy alta en su apuesta por lo mejor del año. O lo mejor que se puede. Y tal confianza  encuentra respuesta por parte de la industria: este año se esperan unos 35.000 profesionales acreditados de 160 países, que durante doce días saborearán, criticarán, sopesarán, comprarán, juzgarán, amarán y odiarán el cine. Bienvenidos a la septuagésimo séptima edición del Festival de Cannes

Hace un par de años, un gran cartel anunciador de TikTok ocupaba una fachada frente al Palais de festivals. Algunos leyeron en este anuncio el inicio de una nueva era: ¿era una propuesta de colaboración, o sea “hey, nosotros también estamos aquí”,  o un desafío, “acabaremos con vosotros”? ¿Es TikTok la continuación del cine por otros medios o simplemente va a reemplazar lo que fue el séptimo arte? En los últimos años, la respuesta está cada vez más clara, pero Cannes resiste. De hecho, Cannes siempre ha intentado integrar cierto experimentalismo. Este año, por primera vez presenta un programa de “cine inmersivo”. No es resignación: Cannes no puede no saber que las fronteras de lo que se percibe como cine están cambiando, y acepta que algunas de esas fronteras serán porosas. 

Cannes cree en el cine, pero sobre todo Cannes cree en Cannes. Es como una de esas familias de Edith Wharton que consideran que sólo quienes son invitados a sus mansiones valen la pena y que como criterio de lo que vale la pena es el ser invitado a la mansión. Cannes crea autores, y, como muestra, recuerden ustedes el caso de Xavier Dolan. Con apenas 20 años tuvo su primer triunfo con numerosos premios en la quincena de directores de 2009 por la película J’ai tué ma mère. Se convirtió en un verdadero icono del cine. Todo para, juventud divino tesoro, declararse cansado de hacer cine hace un par de años. Hoy preside el jurado de la sección Un certain regard. Cannes crea ídolos que luego absorbe en el proyecto Cannes.

Pero Cannes también es de este mundo y necesita las caras que cuentan en el mundo. En el jurado de la Palma de oro, el premio gordo, Greta Gerwig, justo tras el fenómeno de Barbie, acompañada por otros de los nombres que destacaron en el último año: Lily Gladstone (protagonista de Killers of the Flower Moon, estrenada en la edición del año pasado), Kore-eda Hirazaku (director de Monster, que también vimos en la edición anterior) y nuestro Juan Antonio Bayona, premiado con numerosos Goyas por La sociedad de la nieve. Junto con otros cinco representantes del cine global, serán quienes decidirán el premio más preciado, que el año pasado se llevó la hoy ya famosa Anatomy of a Fall. Y no sólo eso: en Cannes se presentará en sociedad Furiosa, la secuela de Mad Max Fury Road, típico cine de estudio. Y se homenajea este año a Meryl Streep. Lo cual por supuesto nos dice más de Cannes que de Meryl Streep.

La selección oficial a concurso una vez más incluye nombres destacados de la cinematografía mundial. Presten atención a la sección oficial, sobre las que les mantendré tan informado como me permita el kafkiano sistema de reservas: aquí se verán algunos de los títulos más estimulantes, títulos de los que se hablará, o de los que se deberá hablar. Algunos nombres son viejos conocidos. Francis Coppola, a sus ochenta y cinco años ha logrado terminar Megalopolis, una “película de romanos en clave de ciencia ficción”, que, dice la leyenda, llevaba acariciando 40 años. Se estrena este jueves. Las primeras noticias sobre el mega resultado son buenas y malas. Les cuento en un par de días. Paul Schrader es compañero de generación de Coppola, y presenta su última película Oh, Canada, en la que vuelve a trabajar con Richard Gere cuarenta y cuatro años después de su colaboración con American Gigolo y que trae recuerdos de la oposición a la guerra del Vietnam en un año de protestas contra otra guerra. Y siguiendo la tónica de mirar atrás, Christophe Honoré nos propone Marcello Mio, una evocación del legendario Marcello Mastroianni desde la perspectiva de su hija Chiara, que cuenta con presencias como Catherine Deneuve, Melvil Popuaud y Nicole Garcia. Por otra parte, David Cronenberg, un habitual de Cannes vuelve a probar suerte con The Shrouds, que temáticamente engarza con Crimes of the Future, que se presentó con escaso éxito en 2022. De nuevo, ciencia ficción y una reflexión sobre los cuerpos y la muerte. 

Lo que nos llega sobre la última propuesta de Yorgos Lanthimos, cuya Pobres criaturas es de reciente memoria, sugiere que, tras sus oscarizados títulos recientes, vuelve atrás a sus tiempos de Canino. Su Kinds of Kindness presenta una historia de ribetes absurdistas en un universo ficticio y peligroso. Otro de los grandes del cine de arte, Jia Zhangke, vuelve a la competición por sexta vez con Caught by the Tides, una historia de amor. 

Paolo Sorrentino, con Parthenope (otra evocación mítica sobre su Nápoles natal), Andrea Arnold (que presenta Bird, con Barry Keoghan, otra de las presencias del año pasado) y Jacques Audiard (con el melodrama musical mexicano Emilia Perez), se encuentran entre los títulos más esperados de la sección oficial que este año incluye representación de unas veinte nacionalidades. 

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La sección Un certain regard suele considerarse la hermana pequeña de la sección oficial. Presenta a cineastas emergentes o películas que tienen un interés intrínseco, bien por razones estéticas o sociales. Es aquí, fuera del ruido y la furia que a veces contamina la sección oficial, donde a veces se aprecia el mejor cine, donde se ocultan sorpresas que aquí se comparten con el mundo. Dos de mis películas preferidas del año pasado, Los colonos (de Felipe Gálvez) y Los delincuentes (de Rodrigo Moreno) fueron presentadas en Un certain regard. Pueden no haber tenido tanta difusión como las que optaron al premio del jurado, pero son una muestra del tipo de propuestas que nos puede deparar esta sección. Permaneceré atento al acecho de joyas desconocidas.

Por supuesto las películas son lo más importante de Cannes, pero no sólo de cine de arte vive el público y lo cierto es que lo más espectacular del festival no son las pomposas, estiradísimas “alfombras rojas”, sino el Marché du film, el gran mercado del cine, que reúne a distribuidoras y productoras de todo el mundo, dispuestas a presentar sus catálogos y a la espera de realizar ventas. Un paseo por el Marché, entre los pósteres, da la perfecta medida del cine que se avecina, del cine que realmente se hace, quizá del cine que realmente se ve. Cannes es el sitio donde se habla del cine como arte, pero también del cine como producto, como entretenimiento, en su visceralidad más pura. Cannes sabe, aunque intente disimularlo, que lo uno no existe sin lo otro.

Les iré contando las cosas tal como sucedan, aquí, en infoLibre.

Un año más, tomaremos el pulso al estado del cine. Por supuesto que Cannes no es el único lugar donde se decide el cine, y las citas de Berlín o Venecia presentan atractivo similar en términos de títulos. Pero aunque Cannes no lidere sin más el escaparate del cine, al menos cree que lo lidera, y esta fe en sí mismo le hace mantener la frente muy alta en su apuesta por lo mejor del año. O lo mejor que se puede. Y tal confianza  encuentra respuesta por parte de la industria: este año se esperan unos 35.000 profesionales acreditados de 160 países, que durante doce días saborearán, criticarán, sopesarán, comprarán, juzgarán, amarán y odiarán el cine. Bienvenidos a la septuagésimo séptima edición del Festival de Cannes

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