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C. Tangana, el madrileño al borde de la ruina por una 'ambición desmedida': "Ha merecido la pena"

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La ambición suele ser positiva en su justa medida, pero puede convertirse en un problema serio cuando es desmedida porque todo lo complica. De esta manera, por ejemplo, una de las giras artísticamente más aclamadas de los últimos tiempos en la música española puede pasar de ser un jugoso negocio económico a ser el ejemplo perfecto de la ruina. Algo así como tratar de evitar el hundimiento del Titanic sacando cubos de agua.

"Teníamos un espectáculo para un Wanda y hemos hecho un WiZink", lamenta en un momento dado la asesora financiera de C. Tangana con todo el dramatismo inherente al cataclismo en un momento dado de Esta ambición desmedida, el documental que llega este viernes a los cines y que retrata para la posteridad la locura de los últimos cuatro años del artista también conocido como El madrileño -título de su exitoso último disco- o, en la vida real, como Antón Álvarez Alfaro.

Se podría haber forrado, en definitiva, pues llenó con facilidad los recintos en los que actuó presentando este disco en una gira llamada con mucha guasa Sin cantar ni afinar, y que podría haber roto todos los récords de taquilla. Tiempos fructíferos en lo artístico, tiempos aparentemente lucrativos, tiempos en realidad quebrados. Lo resume de nuevo Chave, su asesora, ante las cámaras: "Esto está para que en vez de 15.000 entradas en el WiZink tuviéramos 30.000, esas 30.000 las hubiéramos vendido y entonces ganaríamos dinero". 

Eso de 'tenemos un Wanda pero hemos hecho un WiZink' pasa a ser ya una de las coletillas de la industria musical de nuestro país. Un error de cálculo, por una vez y sin que sirva de precedente, por lo bajo y no por lo alto, con una gira que movía a un centenar de personas entre músicos, bailarines y todo tipo de técnicos y que tenía las entradas con el precio demasiado ajustado para los aforos en los que el espectáculo fue presentado. Para ser rentable, resumiendo, en cada ciudad tendría que haber vendido el doble de entradas cantando en recintos igualmente mucho más grandes.

"Ha merecido la pena", afirma sin dudar en cualquier caso C. Tangana en rueda de prensa este lunes en un céntrico hotel, claro, madrileño. "En concreto, la gira para mí ha sido un éxito porque yo consideraba que mis conciertos no eran una expresión cultural, ni arte, sino una fiesta... que está muy bien hacer fiestas", remarca divertido, asegurando que su objetivo final era ser un "performer", un intérprete de directo. "Como Marc Anthony", apostilla uno de los directores del documental, Rogelio González, a lo que el cantante responde: "Ojalá llegase a ese nivel".

Pero entonces, ¿merece la pena perder dinero para perseguir una obra de arte o, incluso, una buena fiesta? "Por las dos merece la pena", contesta entre risas, poniendo acto seguido más solemne y serio: "Siempre merece la pena y creo que la responsabilidad artística está ahí, en hacer algo que merezca la pena con la atención que tienes, con el público que tienes, sobre todo cuando tienes estas posibilidades... Hay que llevarlo al máximo con todo lo que tengas a tu alcance. En el fondo, aunque parezca que sea como no aprovechar financieramente una situación, rollo 'ahora lo estás petando', es un lujo como artista poder montar este pollo".

A lo mejor mi próximo disco es una mierda, no lo escucha nadie y no puedo volver a montar ese pollo

Es así como concluye el madrileño que hacer un espectáculo de esta magnitud y moverlo por todo el país, es en definitiva un "lujo" tanto artístico como festivo que "tú te das a ti y al resto de gente que lo aprecie". "Es un lujo que te das a ti porque esto no puede pasar siempre. Yo con 20 años no podía montar este show y nunca sabes lo que va a pasar en el futuro. A lo mejor mi próximo disco es una mierda, no lo escucha nadie y no puedo volver a montar ese pollo", remarca.

El pollo, desde luego, lo montó, durante sus conciertos de 2022. Fue entonces cuando, tras el éxito del disco El Madrileño, C. Tangana se enfrentó al reto de crear la gira más ambiciosa de su carrera y revolucionar el concepto del directo. Eso es lo que se refleja en Esta ambición desmedida, un viaje documental dirigido por Cris Tenas, Santos Bacana y Rogelio González que sigue al artista durante más de cuatro años. Desde la génesis del disco en Cuba hasta la conceptualización del show, la hostilidad de las negociaciones, los ensayos, las conversaciones incómodas, las celebraciones más íntimas y la vorágine de conciertos por toda España y Latinoamérica.

Es un momento de transformación artística y vital a todos los niveles. En este contexto surgen preguntas importantes acerca de la familia, el compromiso, el genio creativo, la trascendencia, el inconformismo crónico y, sobre todo, qué vendrá después. El proyecto es el resultado de un recorrido muy largo en el que el equipo de Little Spain -productora del documental cofundada por el propio C. Tangana- se ha sumido en la vida del protagonista desde un punto de intimidad muy privilegiado. Tanto es así, que se difumina la línea entre lo real y lo representado, el personaje y la persona, los creadores y la obra. 

Con el documental a punto de llevar este viernes 26 de octubre a los cines de todo el país, siente el artista cierto vacío creativo. Por eso confiesa que no sabe qué va hacer después, cuál va a ser su próximo paso. "Sigo teniendo mucha ambición creativa, no voy a estar quieto, pero no tengo la ruta marcada ahora mismo", admite, sin aclarar si se decantará por el cine o por la música, añadiendo que en los últimos meses ha estado "muy implicado" con Little Spain en "un montón de proyectos que no son este" y por donde "vienen muchas cosas".

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"Respecto a la música, ahora mismo, y viendo esto como una especie de último capitulo de El madrileño, sí que me siento un poco huérfano, como que no estoy sosteniendo ningún proyecto y esta es la despedida del disco. Me siento un poco huérfano de un álbum, de algo que me represente y esté más actualizado", reconoce. Y cuando se da cuenta de que está reflexionando delante de una sala llena de periodistas, apostilla para no pillarse los dedos: "Pero cambio de opinión cada semana, así que todo lo que prometiese sería mentira".

Lo que sí tiene claro es que, aunque la gira no haya sido el éxito financiero que podría haber sido, su imagen pública sí que ha cambiado radicalmente desde la publicación de El madrileño en 2021 y no tiene nada que ver con sus inicios casi veinte años atrás en el rap más underground. "Creo que este disco ya sí queda como una opinión más generalizada de que mi propuesta no es estrictamente como se nos veía entonces. Y creo que la música urbana en general también durante los últimos años ya no es como antes, cuando toda la escena era muy ninguneada", plantea, asegurando además que este álbum ha hecho también que sea "más parecido" a como es fuera y dentro del escenario.

"Todo esto me ha cambiado y me ha puesto en un sitio que lo veo y me siento muy orgulloso de ese show, que es una experiencia artística con la que te puedes emocionar, sorprenderte, llorar... es como ir a ver una peli", destaca, insistiendo en que por eso "ha merecido la pena, seguro". Un paso adelante ciertamente importante y relevante que lleva a Antón a afirmar a sus 33 años que "el disco entero de El madrileño es una crisis de los treinta", que llega ahora a la pantalla grande de los cines donde la realidad se mezcla con la ficción igual que en el escenario, si bien en celuloide para la posteridad y no en vivo y en directo efímero.

La ambición suele ser positiva en su justa medida, pero puede convertirse en un problema serio cuando es desmedida porque todo lo complica. De esta manera, por ejemplo, una de las giras artísticamente más aclamadas de los últimos tiempos en la música española puede pasar de ser un jugoso negocio económico a ser el ejemplo perfecto de la ruina. Algo así como tratar de evitar el hundimiento del Titanic sacando cubos de agua.

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