"La animación no es un género". Esta es la proclama que no dudó en reivindicar este fin de semana el cineasta Pablo Berger al recibir el premio a la Mejor Película de Animación para Robot dreams en la 36 edición de los Premios del Cine Europeo, los European Film Awards (EFA 2023). La animación no es un género, ya lo defendió también Guillermo del Toro por enésima vez desde el escenario de los Oscar, al que subió para recoger el premio por su versión animada de Pinocho.
Aclarar esto es, por tanto, la principal demanda, con tintes de protesta cada vez más airada, de unos profesionales que, cuando se decantan por la animación, no sienten en absoluto que estén haciendo un cine menor. Y pareciera que cierto techo de cristal se está de alguna manera agrietando ya si echamos un vistazo a las candidaturas para los próximos Goya, donde por primera vez una película de animación aparece en la categoría de Mejor Montaje. ¿Cuál? Robot dreams, que también compite en Mejor Guión Adaptado y Mejor Música.
Por supuesto, también lo hace (obviamente) en Mejor Película de Animación, compartiendo honores y aspiraciones junto a la fantasía de Hanna y los monstruos, las aventuras de Momias, la utopía feminista de El sueño de la sultana y Dispararon al pianista (que vuelve a reunir a Fernando Trueba y Javier Mariscal). Esta última cinta, junto a Robot dreams, está entre las treinta y tres inicialmente nominadas al Oscar a Mejor Película de Animación, una categoría en la que está la también española Unicorn wars, de Alberto Vázquez, que se llevó el Goya 2023 en el epígrafe que nos ocupa, el de Mejor Película de Animación. De manera que tres de treinta y tres son films españoles animados a la espera de saber si pasan el corte y quedan entre las cinco finalistas.
"Si no podemos pasar los tres, que sean dos de tres", bromea en conversación con infoLibre el director de la productora Uniko, Iván Miñambres, productor de Unicorn wars y que también se llevó en la misma ceremonia otro Goya por Loop en la categoría de Mejor Cortometraje de Animación. "La situación ha cambiado mucho desde hace años hasta ahora", explica, asegurando que "estamos en uno de los mejores momentos de la animación como industria" en nuestro país como resultado de "mucho remar a favor desde el punto de vista de apoyo institucional, de diversidad de historias" y el trabajo de "gente que está muy formada". "Cuantas más obras hay que llegan a tener premios, eso hace que sea más mediático y que se hable para seguir progresando", apostilla.
Coincide la visión de Miñambres con la expresada por Berger desde el escenario de los Premios del Cine Europeo, desde donde dedicó la distinción a la "creativa y vibrante industria del cine de animación española". "No voy a parar hasta que la industria nos trate como iguales", anticipó el realizador bilbaíno, quien se estrena en la animación con esta su cuarta película y que aún animó a todos los creadores a explorar las interminables oportunidades del cine para contar historias como la de Dog, un perro solitario que vive en Manhattan y que un día decide construirse un robot, un amigo cuya amistad crece hasta hacerse inseparables al ritmo del Nueva York de los ochenta.
Un argumento, basado en la novela gráfica de Sara Varon, que poco o nada tiene que ver con el de Unicorn wars, una película antibelicista en la que, con el telón de fondo de una vieja guerra que enfrenta a los osos de peluche fanáticamente religiosos contra los unicornios ecologistas, subyace la competencia de dos hermanos osos por el amor de su madre. Otro argumento totalmente diferente tiene Dispararon al pianista, un thriller de lo más musical que se sitúa en la década de los sesenta y los setenta, repleta de libertad creativa justo antes de que el continente fuera envuelto por regímenes totalitarios y donde se inició el movimiento musical latinoamericano de éxito planetario, la bossa nova, con un periodista musical de Nueva York envuelto en una trepidante investigación detrás de la misteriosa desaparición del pianista brasileño Tenorio Jr, habitual de Vinicius de Moraes, entre otros.
Queda meridianamente claro comparando los argumentos de las tres películas españolas en la carrera por el Oscar que la animación no es un género. Y así lo reivindica igualmente Miñambres, quien prefiere hablar de una "técnica que se utiliza para contar historias". "Por eso, dentro de la animación podemos hablar de género de comedia, fantástico, thriller... esa proclama que la gente del sector llevamos años diciendo y que se sigue afianzando después de que también lo dijera Guillermo del Toro en la pasada edición de los Oscar. La animación no es un género, ni un formato menor, no son historias que se hagan de menos por estar contadas en esa técnica. Que sea un sector diverso también ayuda a muchísimo a poder ponerlo en valor. Además, por ejemplo, las historias que están nominadas en los Goya este año son de géneros muy diferentes estando hechas en animación", plantea.
"Estamos empezando a resquebrajar el techo de cristal", asegura a infoLibre Sandra Tapia, productora ejecutiva en Arcadia Motion Pictures, la compañía detrás de Robot dreams, quien defiende que "no hay que caer en el reduccionismo" de que una película como esta tiene su "camino hecho" con llevarse la nominación de animación, porque puede estar nominada a montaje, guion o música, como es el caso, o a cualquier otra categoría incluyendo las categorías principales. "En eso hemos estado centrando nuestra campaña y el hecho de trascender la nominación de animación ya ha sido una ruptura más en ese cristal", remarca, recordando que ellos son productores de imagen real con alguna experiencia en animación que ya en el pasado trabajaron con Berger en Blancanieves y Abracadabra, y que de la mano del director vasco se adentran en este "mundo de posibilidades infinitas". "Durante este proceso me he dado cuenta de que hay un talento increíble en España y estamos en la misma lucha de que la animación no es un género, sino un medio para contar una historia. Por eso, la industria y el público debería tratarnos de forma igualitaria y equitativa".
No es extraño que directores de consagrada reputación en el mundo de la imagen real en algún momento decidan pasar al mundo de la animación, porque las posibilidades son infinitas
Al coronarse en los Premios del Cine Europeo, Robot dreams sigue la senda abierta por otras películas de animación españolas que ya se hicieron con esta misma distinción como Buñuel en el laberinto de las tortugas (2019), Un día más con vida (2018) y, unos años antes, Chico y Rita (la anterior producción de Fernando Trueba y Javier Mariscal, 2011). Este último título fue también candidato al Oscar, igual que el éxito de Netflix Klaus (de Sergio Pablos, en 2019). Mención aparte merece El limpiaparabrisas, cortometraje animado de Alberto Mielgo que ganó el Oscar en la última edición en la sección de, claro, Mejor Cortometraje (no largo) Animado.
El auge de plataformas como Netflix, más aún durante y después de una pandemia, es señalado por Tapia como cierto punto de inflexión para la animación española. "En el mundo cambiante de la distribución y las plataformas las películas de animación viajan y se venden muy bien internacionalmente", indica. "En el mundo de la animación están los grandes estudios con películas 3D más comerciales y luego estas otras 2D con una visión más autoral. Nosotros nos hemos colado un poco en esta industria de la animación, pero si que he notado cierto cambio a partir de la pandemia, porque las únicas que no pararon fueron las películas de animación, ya que se pudo trabajar sin parar la producción", explica, añadiendo además que también hay un punto a favor de la financiación, pues los institutos de cine, como en su caso desde Barcelona el Institut Català de les Empreses Culturals (ICEC), tiene una "línea particular para películas de animación".
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"No es extraño que directores de consagrada reputación en el mundo de la imagen real en algún momento decidan pasar al mundo de la animación, porque las posibilidades son infinitas y tú puedes dirigir constantemente al actor. Es un lenguaje que permite muchas posibilidades y que tanto por la parte de la producción, como la industria y la creatividad está en un buen momento", enfatiza Tapia. Tercia en este punto Miñambres para reconocer que la concepción del gran público hacia la animación como un cine más infantil y juvenil es "un poco el talón de Aquiles, sobre todo de cara a la distribución". "Yo creo que el cine de animación familiar e infantil obviamente hay que reforzarlo y apoyarlo, porque tiene gran aceptación, pero no solo quedarnos ahí", afirma, admitiendo a su vez que cuando nota "cierta reticencia" cuando está en el proceso de distribución de animación no dirigida para público infantil, "sobre todo en la distribución en salas, porque no saben muy bien cómo y donde programarlo".
A nivel europeo España, después de Francia, es el país que más animación y de mayor calidad produce. Y comparado con el ecosistema que tiene Francia de ayudas y de apoyos trabajados durante años, podemos sentirnos muy orgullosos de la cantidad y la calidad
"Ese es un trabajo también educacional desde los medios de comunicación y la forma que tenemos promocional nuestras películas. Se trata de educar al espectador en que la animación pueden ser historias de éxito como pudo ser el año pasado Unicorn wars o este año Robot dreams. Todo esto hace que el espectador tenga referencias y sepa que puede encontrar historias de terror, comedias o dramas emocionales", argumenta Miñambres, mientras Tapia prefiere no hablar de educación, pero sí de "penetración" en los espectadores: "En España nos falta todavía. La industria va a todo gas, hay talento y es algo que está creciendo, pero nos falta ver que esto no es una película de animación, es una película, igual que un documental puede ser una película".
Según la productora, en España la animación "no tiene el respeto" que tiene en países como Estados Unidos, Francia o Japón, donde el 50% de la taquilla es de anime. "En Francia, por hablar desde Europa, hay un respeto por la parte de la industria y sobre todo por parte del público, que quiere y cuida mucho estas películas", asegura Tapia, mientras Miñambres remata: "A nivel europeo España, después de Francia, es el país que más animación y de mayor calidad produce. Y comparado con el ecosistema que tiene Francia de ayudas y de apoyos trabajados durante años, podemos sentirnos muy orgullosos de la cantidad y la calidad de las obras que es hacen en España. El sector de la animación español tiene un tamaño pequeño, pero el ambiente de colaboración y de alegrarnos por el éxito de los compañeros es muy grande".
"La animación no es un género". Esta es la proclama que no dudó en reivindicar este fin de semana el cineasta Pablo Berger al recibir el premio a la Mejor Película de Animación para Robot dreams en la 36 edición de los Premios del Cine Europeo, los European Film Awards (EFA 2023). La animación no es un género, ya lo defendió también Guillermo del Toro por enésima vez desde el escenario de los Oscar, al que subió para recoger el premio por su versión animada de Pinocho.