De los GAL al pequeño Nicolás. Del informe PISA a la Operación Catalunya. De la Camarga a un banquete de boda. El documental Las cloacas de Interior no se contenta con abordar uno de estos complejos casos, sino que los toca todos. En una hora y 20 minutos, la película producida y dirigida por Jaume Roures —"película no, documental", corregiría él— se propone demostrar la existencia de una "estructura paralela" dentro de la Policía y de la Justicia que se dedica a realizar "investigaciones prospectivas" para hundir a los enemigos del Gobierno. Un propósito ambicioso para el que el equipo de Mediapro —grupo audiovisual del que Roures es presidente— ha trabajado durante nueve meses.
Las cloacas de Interior se construye sobre entrevistas a distintos implicados y perjudicados en los casos. Entre estos últimos se encuentran el exalcalde de Barcelona Xavier Trias o Baltasar Garzón. Pero es el primer grupo el que carga con más peso... y el que genera más problemas narrativos: el equipo solo ha contado con la versión de los tejemanejes ofrecida por uno de los dos bandos enfrentados, la del comisario Marcelino Martín Blas y sus afines. Pese a ello, los distintos casos exhibidos, todos muy seguidos en prensa, permiten ver un modus operandi de las cloacas. Lo resume Roures: una estructura paralela de la Policía elabora unos informes, que se filtran a los medios gracias a la cercanía entre estos y ciertos agentes, y el propio ruido mediático justifica que la justicia —u organizaciones como Manos Limpias— lleven los casos, reales o no, a los tribunales.
Como en otras piezas sobre las cloacas, el documental puede resultar del gusto de los iniciados, pero es de difícil digestión para el televidente por el volumen de información manejada. Este está, de todas formas, lejos de ver el resultado final: pese a su cercanía con La Sexta, Roures aseguraba el martes por la tarde que ninguna "cadena generalista" se había mostrado interesada en comprar el documental. Aunque su equipo anunciaba novedades para el miércoles. La película se ha estrenado ya en Barcelona ante más de mil personas —incluidos políticos como el propio Trias o Gabriel Rufián— y se presenta en Madrid el mismo miércoles. No tiene previsto por ahora su estreno en salas.
Roures —con el guion de Jaume Grau y la realización de Andrea Ferrando— construye el filme sobre las grabaciones publicadas en distintos medios y el testimonio de varios implicados en las distintas tramas. Entre ellos, destaca Martín Blas, que como jefe de Asuntos Internos de la policía hasta 2015 estuvo implicado en casos como la Operación Catalunya. "Hemos tenido que esperar a que se jubilara", decía el director sobre la participación del exdirigente. Junto a él figuran el comisario de policía Jaime Barrado, el sargento de la Guardia Civil José Oreja y la misteriosa figura de un anónimo "alto funcionario del Ministerio del Interior" que pide mantener el anonimato y aparece enmascarado y con la voz distorsionada.
Aparecen también otros entrevistados que completan el relato. Cuando se aborda el tema de la falsa cuenta de Trias, habla el propio político: "El único que no se ha enterado de que tiene un ministro deshonesto es el presidente". Si se habla de las cuentas de los Pujol en Andorra, habla Jaume Bartumeu, abogado y jefe del Gobierno del principado hasta 2011, que asegura que agentes españoles vaciaron los archivos de Banca Privada d'Andorra y se quedaron con datos de todos sus clientes. Pablo Laplana, exdirectivo del banco, asegura que su teléfono fue pinchado para interceptar conversaciones que pudieran perjudicar a Venezuela y, por asociación, a Podemos. Si se toca el informe PISA, una supuesta investigación sobre la investigación de Podemos, Pablo Iglesias también aparece ante la cámara.
No es secreta, ni mucho menos, la enemistad entre Martín Blas y el comisario José Manuel Villarejo, otro de los nombres clave en las cloacas del Ministerio. Si este último se despachaba, con mensajes más o menos en clave, contra su enemigo durante la entrevista realizada por Jordi Évole en Salvados, es ahora Martín Blas quien apunta a Villarejo como centro de la trama. "El único problema que hemos tenido es que la otra parte no ha querido estar", admitía Roures. "La otra parte" significa el ministro Jorge Fernández Díaz, el jefe de la Oficina Antifrau de Catalunya Daniel de Alfonso y el propio Villarejo. El relato, que se desarrolla solo a partir de entrevistas y una voz en off que trata de esclarecer la compleja red con la ayuda de diagramas y recortes de prensa, recae sobre la credibilidad de estos protagonistas.
El productor lo sabe, y les defiende: "Tienen una trayectoria que les avala". La periodista Patricia López, redactora de Público.es, dice de sus fuentes que son "funcionarios asqueados". Es ella, junto al exdirector del periódico digital Carlos Enrique Bayo, quien conduce el hilo de la narración. Fue este medio quien publicó las grabaciones entre Fernández Díaz y De Alfonso en las que ambos planeaban investigaciones prospectivas —no basadas en indicios de delitos, sino que tratan de pescarlos— contra dirigentes de ERC y Convergència. "Es que el tema aquí es para hablar con el fiscal general y decirle: 'Oye, mira, hay esto, ¿no?", se escuchaba decir al ministro.
López describe a Martín Blas como un oficial que "se creyó" lo que le vendía su jefe, el ex director operativo de la policía Eugenio Pino, y que pensó que podría "cambiar" ciertos funcionamientos del cuerpo desde Asuntos Internos. Pero Martín Blas es un agente con mucha experiencia, durante años muy cercano al Partido Popular y parte, como demuestra la propia cinta, de las cloacas. En términos narrativos, sería considerado como una voz poco fiable. En un momento dado, los dirigentes del BPA denuncian presiones de los agentes españoles para conseguir datos sobre los Pujol. Martín Blas excusa su participación: según el comisario, se reunió por orden de su superior con el que creía que era un empleado raso dispuesto a colaborar. Se trataba, en realidad, del máximo responsable de la banca, Higini Cierco, que acudía bajo presión. Martín Blas, supuestamente, no le reconoció ni le pidió información alguna. En un momento dado, llega a decir que él no puede estar detrás de la grabación entre Fernández Díaz y De Alfonso porque no sabe "grabar" ni "cómo funciona una grabadora". Sin embargo, su testimonio no se pone en cuestión.
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Lo mismo sucede con el anónimo funcionario del Ministerio. Esta persona denuncia la existencia de una brigada política sustentada en tres patas. Una formada por Pino; su número dos, el inspector jefe José Ángel Fuentes Gago y el inspector jefe Bonifacio Díaz, entre otros. Otra formada por Villarejo y su entorno. Y una tercera, una "Oficina Siniestra" que el funcionario sitúa físicamente cerca de otras dependencias policiales en la calle Rafael Calvo de Madrid, y que se dedicaría a realizar informes falsos para usarlos contra los adversarios políticos. "Eso ya justifica su presencia", asegura Roures sobre el funcionario anónimo.
La comisión que investiga en el Congreso de los Diputados el supuesto uso partidista del Ministerio del Interior por parte de Fernández Díaz ha solicitado que se distribuya el documental entre sus miembros. Pero el director y productor no cree que vaya a tener ninguna consecuencia: "El otro día [por la entrevista en Salvados] salió Villarejo diciendo barbaridades y no pasó nada". La moraleja, entre los nombres y las inextricables redes de poder, es para Roures que "hay que acabar con la concepción de que las cloacas son necesarias": "Yo soy de los que cree que el fin justifica los medios, pero que no todos los medios tienen el mismo fin".
De los GAL al pequeño Nicolás. Del informe PISA a la Operación Catalunya. De la Camarga a un banquete de boda. El documental Las cloacas de Interior no se contenta con abordar uno de estos complejos casos, sino que los toca todos. En una hora y 20 minutos, la película producida y dirigida por Jaume Roures —"película no, documental", corregiría él— se propone demostrar la existencia de una "estructura paralela" dentro de la Policía y de la Justicia que se dedica a realizar "investigaciones prospectivas" para hundir a los enemigos del Gobierno. Un propósito ambicioso para el que el equipo de Mediapro —grupo audiovisual del que Roures es presidente— ha trabajado durante nueve meses.