Las meninas sin apenas visitantes. El Guernica solitario. Son dos estampas imposibles que se han vuelto cotidianas en este 2020. No hay que detenerse mucho en las razones que han hecho que el número de visitantes de los museos españoles se desplome este pasado año, y con él la taquilla: cierre forzoso para hacer frente al covid-19, aforos estrictos con la reapertura, ausencia de turismo internacional y restricciones de movilidad. Otra cosa es qué efectos tiene sobre los centros de arte el año que acaba de cerrarse: con recursos propios limitados y unas administraciones incapaces de asumir esa diferencia al completo, ¿cómo afrontarán el futuro próximo?
Esta es la foto de llegada. El Museo del Prado, la principal pinacoteca española, ha visto cómo caían sus espectadores de 3,2 millones en 2019 a 852.161 en 2020. Eso ha reducido sus ingresos en taquilla de 22,6 millones de euros en el año anterior a 3,7 millones, según datos provisionales facilitados por el Prado a este periódico, lo que supone un descenso del 83%. Si en sus presupuestos desde 2018 la institución contemplaba unos ingresos propios de más de 20 millones de euros, este año se han reducido a 8 millones, de nuevo según cálculos provisionales del propio museo. Antes de la crisis del coronavirus, el Prado se sufragaba en un 70% gracias a sus recursos propios, hoy severamente dañados.
En el Museo Reina Sofía, el principal centro de arte, ha reducido sus espectadores de 4,4 millones en 2019 a 1,7 millones en 2020. La taquilla ha caído también en un 82%, pasando de 4,9 millones a menos de 800.000 euros. Si el pasado año el centro esperaba obtener unos 8,7 millones de euros generados por la venta de entradas y publicaciones, los patrocinios y el alquiler de espacios, la realidad se ha impuesto y solo se han obtenido 1,8 millones, según el análisis de objetivos de los últimos Presupuestos Generales del Estado. En 2019, los recursos propios suponían un tercio del presupuesto total del Reina Sofía. Y algo similar sucede en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, dependiente como los anteriores del Estado central, que ha pasado de un millón de visitantes en 2019 a algo más de 341.000.
Cultura también ha hecho pública la situación de los museos estatales, 16 centros en 7 comunidades autónomas que dependen directamente del Ministerio, y entre los que se encuentran desde el Museo Arqueológico Nacional en Madrid hasta el Museo de Altamira en Santillana del Mar o el Museo del Greco en Toledo. Ha sido un millón de visitantes los que se han cercado a estos museos en 2020, casi un tercio de los que lo hicieron el año anterior, cuando emitieron 2,9 millones de entradas. En su comunicado, el Ministerio de Cultura destacaba que algunos, como los centros de Toledo, han estado cerrados durante la segunda ola, mientras el Museo del Romanticismo tuvo que ser clausurado durante dos semanas por un brote de covid-19. En estos casos, sin embargo, el daño económico parece menor, porque por su propio modelo se apoyan menos en la taquilla, que supone un porcentaje más bajo del presupuesto total.
Echando cuentas
¿Cómo han actuado los grandes museos ante la nueva situación? Las reacciones han sido diversas. El Museo del Prado contaba, por su parte, con un gran remanente de tesorería, que le ha permitido hacer frente a la bajada de ingresos motivada por el coronavirus. El más perjudicado ha sido el proyecto de rehabilitación del Salón de Reinos, al que la dirección había prometido este remanente y cuya reapertura está prevista para 2024. Pero de cara al futuro, la pinacoteca ha contado con una mano amiga: la del Estado central. En su presupuesto de ingresos de 2018 —prorrogados hasta este ejercicio— el Prado se anotaba 7,7 millones de euros transferencias directas de la administración estatal. Sin embargo, en los presupuestos generales de 2021 el Ministerio de Cultura contempla una transferencia al museo de 20 millones de euros.
“Desde 2013, el museo generaba más recursos propios de los que recibía”, señala Carlos Chaguaceda, jefe de Comunicación del Prado. “En el proceso de negociación de presupuestos con las autoridades competentes, las administraciones han entendido la situación”. Cuenta que la aportación total de las distintas administraciones llegará a los 28 millones de euros, de un total de 45,9 millones según los Presupuestos Generales del Estado. “Hasta ahora hemos llegado a tener un sistema de financiación 70/30, en el que el propio museo cargaba con la mayor parte, y sería deseable que en el futuro se fuera a un sistema de financiación 50/50. Pero también somos conscientes del año excepcional en todos los sectores, y que hay otros sitios donde los recursos son todavía más necesarios”.
El caso del Reina Sofía es distinto. Aunque cuenta con pérdidas de taquilla proporcionalmente similares, lo cierto es que este centro ya contaba con una aportación alta del Estado central, que aportaba 24 millones de euros a sus presupuestos de 2018. Los mismos 24 millones que mantiene ahora. Son ligeramente superiores a los 20 millones que llegó a recibir en 2014, en lo peor de la crisis, cuando su presupuesto total de ingresos se redujo a 33 millones de euros, frente a los 39,5 prorrogados desde 2018. En 2021, el centro contará con un presupuesto total de 38 millones de euros. Eso no le ha impedido, sin embargo, seguir adelante con una exposición ambiciosa preparada durante años y estrenada en la reapertura del museo: Mondrian y De Stijl, que reúne 95 obras de 20 instituciones distintas. “Lo más fácil habría sido cancelarla, pero es precisamente por todo lo que está ocurriendo que era importante hacerla”, aseguraba en su inauguración en noviembre el director del centro, Manuel Borja-Villel. “Somos un servicio público, y haya mil o tres mil personas ese servicio público se mantiene”.
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Esperanzas de futuro
El plato fuerte de 2021 en el Reina Sofía tendrá sin embargo mucho que ver con sus fondos: en noviembre de 2021, y como colofón de su 30º aniversario, presentará la última parte de su colección permanente, desde los noventa hasta la actualidad, una ampliación que se encuentra en marcha desde hace tiempo en la planta 0 del edificio Sabatini. El Museo del Prado ya ha mirado de forma renovada sus propios fondos en 2020, con la exposición Invitadas, que analizaba la misoginia en las propias colecciones del museo a lo largo del siglo XIX. Mantendrá este espíritu en 2021 con la muestra Tornaviaje. Arte Iberoamericano de ida y vuelta, que analiza la presencia de obras latinoamericanas en su colección y su relación de ida y vuelta con el arte europeo. La exposición estaba prevista para noviembre de 2020, pero tuvo que retrasarse. Lo mismo sucedió con Pasiones mitológicas, una muestra de espíritu bien distinto: se trata de reunir las seis pinturas mitológicas pintadas por Tiziano para Felipe II, que se encuentran en el Prado y en otros cinco museos, como la National Gallery de Londres o Isabella Stewart Gardner Museum de Boston.
Las esperanzas para 2021 son también variadas. Hay varios aspectos comunes. Los distintos centros señalan la dificultad de acordar préstamos internacionales, por las dificultades del transporte y el riesgo que pocos museos quieren asumir de que sus obras queden varadas en otro país durante meses. También está la caída del turismo, que supone el grueso de los visitantes de museos como el Prado, tanto internacional como nacional, por las limitaciones de movimiento. Hay que contar con la suspensión de las visitas escolares, gran parte del público matinal entre semana en los centros de arte. Y, por último, también con los aforos, que reducen sustancialmente la capacidad de estas instituciones en sus minutos de oro de fin de semana y festivos. Pero las expectativas difieren. Según los objetivos marcados en los Presupuestos Generales del Estado, el Reina Sofía pretende atraer a 3 millones de visitantes en 2021, frente a los 4,5 de 2019 y los 0,6 de 2019 (estos cálculos tienen en cuenta todas sus sedes, también las gratuitas del Retiro). El Museo del Prado sienta su objetivo en 1,5 millones de visitantes, frente a los 3,2 millones de 2019. ¿Demasiado optimistas o pesimistas? El tiempo lo dirá.