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La industria cultural se estanca

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Si hay una milagrosa recuperación económica en España, la cultura no la está notando. Es la conclusión que puede extraerse del anuario publicado el martes por la Fundación SGAE. El informe elaborado anualmente por esta organización de la sociedad de gestión de derechos de autor es el más completo sobre el estado de la industria, y compila datos de artes escénicas, de música grabada y en directo y de cine. Quedarían fuera, por tanto, los libros, pero las cifras aportadas por el documento siguen justamente la senda marcada en su propio informe por la Federación de Gremios de Editores de España: un crecimiento muy modesto, lejos de las cifras precrisis, que dibuja líneas horizontales en los gráficos y hace imposibles tanto los grandes titulares como el optimismo del sector. 

Así, la recaudación de música grabada aumentó un 1,7% en 2016; la de teatro y danza, casi un 4%; la de la música clásica creció un 4,2%; y la del cine, un 6,5%. El sector que mejor acaba el ejercicio es el de la música popular en directo, que se embolsó un 12,2% más que el año anterior. El problema es que todos estos aparentes éxitos tienen nota a pie de página, y que todos quedan aún muy lejos de las cifras de 2008, el momento en el que el bolsillo de la industria cultural empezó a vaciarse. 

Miremos a la música popular en directo —que, en el anuario SGAE, viene a ser todo lo que no se considera música clásica—. No solo aumenta su recaudación con respecto al año pasado, sino que crece aún más con respecto a 2008, cuando, pese a las vacas gordas, se embolsaba casi un 20% menos que hoy. ¿Cómo se explica esto? Según la Fundación SGAE, por el "empuje de los macrofestivales y grandes conciertos". Si vamos a la letra pequeña, veremos que, al mismo tiempo, en 2016 hubo casi 2.000 conciertos menos que el año anterior (una caída de un 2,2%) y que entre 2008 y 2016 en España dejaron de celebrarse casi cuatro de cada diez conciertos. ¿Cómo es posible? La respuesta llega al eliminar a los grandes conciertos y festivales de las cifras totales. Sin ellos, la imagen de la industria, la de las salas y las giras modestas, es distinta: pierde casi dos millones de euros de recaudación en un solo año y el 2% de su público. En ocho años, sin contar con el tirón de los grandes eventos, el 35% del público de música en directo se ha esfumado. 

Al otro lado de la industria, las discográficas son las que menos pueden alegrarse por sus datos: su crecimiento en 2016 no llega al 2%. Esto no parece ser, sin embargo, la peor de las noticias para uno de los sectores que más acusó la llegada de la crisis, que se sumó al cambio drástico de modelo que supuso pasar del disco en formato físico al digital. Más de 6 de cada 10 euros invertidos en música grabada van a parar hoy al formato digital, e incluso este ha sufrido una transformación: el 87% de sus ingresos vienen ya del streaming, con plataformas como Spotify copando el mercado. El sector digital ha crecido un 26% solo en el último año, lo que viene a compensar aproximadamente lo que ha caído el mercado físico. Pese a la completa transformación del sector, las pérdidas acumuladas desde 2008 alcanzan el 40%.

Mejor salud parece lucir la música clásica, que, sin llenar estadios ni festivales con cuatro escenarios, crece en 2016 tanto en público (+3,3%), número de conciertos (casi 15.000, un 2,3% más) y recaudación (1,6 millones, 4,2% más). Su curva de descenso desde el inicio de la crisis es menos pronunciada que la de las demás industrias... y quizás eso tenga que ver con que actualmente el 65% de las actuaciones de música clásica son gratuitas. Pese a eso, hoy se celebran 2.887 conciertos menos que antes de la crisis, con 843.559 espectadores menos y 5,6 millones de euros perdidos. 

Las artes escénicas reciben una de cal y una de arena: menos funciones, menos espectadores, y más recintos y recaudación. La disminución en el número de actuaciones y de entradas es casi virtual, no llega al punto porcentual, por lo que el estancamiento aquí se ve claro. La recaudación crece cuatro puntos, 8,5 millones más de un total de 229,7 millones. Teatro, danza y ópera no se reparten el pastel de forma equitativa: el primero se lleva nueve de cada diez espectadores, funciones y euros recaudados. De hecho, la taquilla del teatro ha superado ya las de 2008 y 2009. Ahora bien, el informe advierte: "A pesar de la aparente mejora, recordemos que, en 2012, subió el IVA cultural al 21% [desde el 8%], lo que repercute negativamente en los ingresos netos". No se han recuperado aún, sin embargo, el número de representaciones ni de espectadores: en ambos casos, desde 2008 se ha perdido un tercio de los mismos. 

No son, sin embargo, cifras tan desalentadoras como las de la danza, que tiene hoy en torno a la mitad de representaciones, público y taquilla que antes de la crisis. Y sigue cayendo, aunque ligeramente, sin que en ningún momento se haya revertido esta tendencia, hasta el punto de que solo en Andalucía ha aumentado ligeramente el número de funciones en el último año. La lírica ha sufrido una caída similar en los últimos ocho años, pero el informe de 2016 deja un hueco para la esperanza: el número de funciones crece (menos de un 2%), igual que lo hace, casi imperceptiblemente, el número de espectadores y la recaudación. 

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El cine cerró en 2016 su tercer año consecutivo de crecimiento. Es uno de los sectores culturales que mejor se ha recuperado tras la crisis: está a 5 millones de espectadores y 71 millones de euros de sus cifras de 2008. Las salas llamaron durante el pasado año a 102 millones de espectadores (+7,8%) y 607 millones de euros de taquilla (+6,5%). Los indicadores que siguen cayendo evidencian, más que los últimos rastros de la crisis, un cambio de modelo: siguen disminuyendo el número de pantallas y el número de películas, y durante la crisis se han suprimido una de cada cinco sesiones. Es decir, que el sector del cine está, ahora, más concentrado en un número menor de salas y de creadores. 

El cine es, junto a la música grabada, el único de todos estos sectores cuyo IVA se mantiene al 21%. Los espectáculos en directo respiran tranquilos desde finales de junio, cuando entró en vigor la bajada de la tasa hasta el 10% concedida por el Gobierno del PP. El mismo martes, la Unión de Asociaciones de las Industrias Culturales de España, que representa a seis asociaciones y más de 4.000 empresas de la música en directo, las artes escénicas y el celuloide, pedía al Ejecutivo la reducción de la tasa del cine, excluido "sin razones objetivas del acuerdo alcanzado entre Gobierno y Ciudadanos". Camino de una década después del inicio de la crisis, la cultura española —también— lucha por quitársela de encima. 

 

Si hay una milagrosa recuperación económica en España, la cultura no la está notando. Es la conclusión que puede extraerse del anuario publicado el martes por la Fundación SGAE. El informe elaborado anualmente por esta organización de la sociedad de gestión de derechos de autor es el más completo sobre el estado de la industria, y compila datos de artes escénicas, de música grabada y en directo y de cine. Quedarían fuera, por tanto, los libros, pero las cifras aportadas por el documento siguen justamente la senda marcada en su propio informe por la Federación de Gremios de Editores de España: un crecimiento muy modesto, lejos de las cifras precrisis, que dibuja líneas horizontales en los gráficos y hace imposibles tanto los grandes titulares como el optimismo del sector. 

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