‘Cien años de soledad’, una monumental adaptación colombiana a la altura de un libro reverenciado
Se ha hecho esperar, pero ya se pueden ver en Netflix los primeros magníficos ocho episodios de esta serie colombiana que tendrá una segunda parte para contar los siguientes cincuenta años que recoge el libro de García Márquez.
Es de valientes acometer la adaptación en imágenes de una novela que para varias generaciones fue un Quijote, la más gigante y sobresaliente. Poner caras reales, voz, calles, plantas y luz a unas palabras precisas, a una estructura perfecta.
De la imaginación a la pantalla
La primera sorpresa al ver los minutos iniciales de esta temporada estaba precisamente en la luz materializada. Muchas veces al leer ponemos caras y cuerpos a los personajes, pero también imaginamos, como si dirigiéramos, la fotografía. Una cierta luz, más cálida, más fría, con un tipo de película más limpia o con grano, colores apagados o saturados.
Esta Cien años de soledad es más bonita que la que yo pensé al leer, pero pronto se me hizo la mirada a esa propuesta de vida caribeña. Todos los intérpretes funcionan por mérito indudable del equipo de la serie y por si mismos.
Precisa y preciosa voz en off
Pero también por las palabras hermosísimas con las que son presentados en la voz del narrador, por la pluma de García Márquez. Sus pinceladas dibujan el destino, la posición en la familia, la fuerza o la desazón de quien viene a unirse a la saga de los Buendía.
En el origen de esta historia, los primos José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, al no poder ni querer reprimir su amor dejan su pueblo natal con un grupo de aventureros en busca del mar. Terminan creando la nueva localidad de Macondo y con ella nuevos hallazgos, nuevas prosperidades, nuevos conflictos y nuevos familiares y vecinos llenos de pasiones abrasadoras.
Realismo mágico
Desde el principio resuenan las peripecias de los personajes, conmueven las palabras y embriagan las imágenes con las que se cuenta una historia enorme con este realismo mágico que tan bien se adapta a la selva.
La mezcla entre la educación racional y la magia y la maravilla indígena conviven en una lógica tropical que se hace entender y es poética. Algunos sucesos inexplicables son muy ciertos para quienes los vivieron. Y del deseo de explicarlos vienen tanto la creencia en milagros como la investigación científica.
La historia de la Colombia del siglo XIX
Cien años de soledad es también crónica histórica de su tiempo, en forma de una versión ficticia de las nueve guerras nacionales que vivió Colombia en el siglo XIX. En el caso de Macondo, el conflicto se manifiesta como un problema de crecimiento.
Lo que empieza como una semilla, un humilde poblado, da paso un pueblo próspero que se hace ciudad y atrae luchas por el poder. De una Arcadia feliz en la que cada quien se desarrolla libremente se va pasando a un sometimiento a normas caprichosas, y a ser objeto de codicia para la Iglesia, el Ejército, el Estado y los caciques. La lucha contra ellos atrae a revolucionarios y terroristas con lo que la violencia es inevitable.
El destino de los Buendía Iguarán
Esta dinámica está atravesada por la vida del clan, desde sus Adán y Eva iniciales hasta los que les siguen, hijas e hijos, bastardos y parientes. Los afortunados con atractivo y valor encaran destinos diferentes a los celosos y envidiosos. Los rencores y los anhelos frustrados vuelven con la impecable lógica interna de la novela.
Esta obra sobresaliente se debe al talento colombiano y latino. Ha sido promovida por Rodrigo García, primogénito del escritor, que ha dirigido varias películas en Estados Unidos y episodios de series como A dos metros bajo tierra, Carnivale o Los Soprano.
Sangre nueva para la adaptación
En esta ocasión no ha querido implicarse ni en el guion ni en la dirección y dejar esta tarea a colegas que tuvieran una mirada más libre sobre el material que escribió su padre. Este ha declarado además estar muy contento con la versión para la serie ya que en otras adaptaciones de García Márquez los guionistas se habían visto atenazados por el respeto al escritor.
Naturalismo en lo mágico
El argentino Alex García López, uno de los directores, explica a Trotalibros, que lo mágico se ha incorporado con la máxima naturalidad, evitando la deriva a la fantasía o el terror, casi como algo cotidiano. O como la cámara se mueve a veces como la voz en off del narrador, recorriendo los lugares que la voz evoca.
La colombiana ganadora de una Concha de Oro en San Sebastián por su película Los reyes del mundo firma tres de los episodios como directora. Ha declarado a El colombiano que ha descubierto que la literatura es un arte superior porque invoca a la imaginación y una adaptación es una tiranía que opta por una versión.
Un Macondo entre todos los posibles
“Lo hicimos con rigor, con respeto y humildad hacia la obra, con mucha investigación, con mucha disciplina, pero el Macondo que tienes en tu cabeza no sé como sea versus el Macondo que construimos” afirma la directora.
El rodaje se ha convertido en el mayor de la historia audiovisual de Colombia, precedido por Narcos, que era una producción de Estados Unidos. Cuatro Macondos se han levantado de la nada para representar la evolución de la localidad. Cientos de trabajadores acudían diariamente a los sets y cientos han participado en el elenco, más de la mitad de ellos sin ser actores ni actrices profesionales.
Un discípulo de Gabo entre los guionistas
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Entre los guionistas que han traducido el mundo de la novela al guion está José Rivera, puertorriqueño que fue candidato al Óscar por su libreto de Diarios de motocicleta y que tras haberse criado en un hogar con la biblia como único libro se enamoró del teatro y descubrió la literatura latinoamericana a través de este libro. Luego conoció a Gabriel García Márquez, Gabo, que se convirtió en su mentor.
Rivera firma todos los episodios en compañía de colegas como Camila Brugés y Albatros González. Natalia Santa Carrillo es una de ellas. En entrevista a Magazine Larousse, admite que la complejidad de la obra fue un reto, en parte también por sus múltiples lecturas y afirma haberse divertido entresacando los escasos diálogos de la novela que son “magníficos y con un humor maravilloso”.
La segunda parte de Cien años de soledad no tiene aún fecha de estreno, aunque recientemente se terminó el rodaje y la posproducción avanza a buen ritmo. Esta serie importante, emocionante, a la altura, quedará para siempre vinculada a la novela ya que la dificultad de la adaptación la convierte en una pieza única. Sus Úrsulas, Aurelianos, Amarantas y José Arcadios tienen ahora miradas, caras y cuerpos que evocar.