Jesús Cimarro: “Si ser comercial significa que venga el público, entonces sí lo soy”

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Jesús Cimarro (Ermua, Bizkaia, 1965) llega a la entrevista con la prensa del día bajo el brazo y muestra orgulloso las noticias del festival en las secciones de Cultura. El director del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida sabe de memoria las informaciones que se produjeron en los medios de comunicación sobre la pasada edición: 5.000, que comparte compulsivamente en sus redes sociales. Según avanza la conversación, deja claro en su discurso qué tipo de evento quiere y justifica con datos (siempre defiende con cifras sus respuestas) el camino que ha tomado la gestión de la cita, que se celebra este año entre el 1 de julio y el 23 de agosto.

Este es su cuarto año al frente, tras la salida de la actriz Blanca Portillo y la productora Chusa Martín que abandonaron la dirección compartida en 2011 por desavenencias importantes con la Junta de Extremadura, que ese año pasó de manos del PSOE a las del PP. Quizás por eso, porque 2015 también ha sido año de cambios —tanto en la Junta como en el Ayuntamiento de la capital extremeña vuelven a gobernar los socialistas— Cimarro aboga por un modelo cultural que vaya más allá de los colores políticos. De momento, sólo puede afirmar que seguirá hasta el año que viene, por voluntad propia y del recién elegido presidente de la Comunidad, Guillermo Fernández Vara. “La cultura requiere de tiempo, no de prisa. El trabajo que estamos haciendo tiene que desarrollarse y ahora se están empezando a ver los frutos”, dice.

Con su nombramiento como director, la gestión del festival pasó por primera vez a manos privadas. Cimarro, curtido como empresario de teatro, está al frente de Pentación Espectáculos, una empresa dedicada a la producción teatral y gestora de los teatros madrileños Bellas Artes (desde 2005) y La Latina (desde 2010). Además, este año, Pentación también interviene en la producción de la Medea de José Carlos Plaza y César y Cleopatra, dirigida por Magüi Mira.

Con Cimarro también llegaron los Premios Ceres de teatro,una celebración que ha levantado ampollas por el presupuesto destinado a una gala de una noche, que el año pasado estuvo presentada por Carlos Sobera y contó con caras conocidas como Concha Velasco, Ana Belén, Miguel Poveda o Lluís Homar, entre otros. Entonces, se invirtieron 620.000 euros, lo que provocó una protesta de diversos colectivos sociales de la región, como el Campamento Dignidad, Renta Básica o círculos cercanos a Podemos, criticando el “despilfarro”.

Pregunta. Desde que se hizo cargo de la gestión del festival, el número de espectadores ha aumentado considerablemente, y también la recaudación. ¿Cuáles cree que han sido los aciertos de programación?

Respuesta. Cogí el festival con 50.000 espectadores y la pasada edición tuvimos 123.000 [contando también el público de la programación en off]. En el Teatro Romano, el año pasado hubo 80.000 personas y en el 2011, el año anterior a que asumiera la dirección, hubo 42.000. Es decir, hemos duplicado el número de espectadores en tres años. Yo lo digo siempre, programar un teatro de 3.000 localidades es una de las cosas más difíciles que uno se puede imaginar. Requiere de una programación que combine grandes textos con grandes interprétes, hace falta un reclamo para llenar tantas butacas durante tantos días. Y lo que hacemos siempre con las compañías extremeñas con las que coproducimos, que no tienen figuras [conocidas], es que están al final del festival, cuando ya ha cogido una dinámica y la gente confía.

P. Hay quien le recrimina que su programación es muy comercial.

R. Bueno, si comercial significa que venga el público, sí. Es que yo produzco, y toda la vida lo he hecho, para el público, no para mis gustos personales. Y sobre todo, cuando dirijo un festival público. Desde la iniciativa privada puedo hacer lo que quiera, pero desde la iniciativa pública, con el dinero de todos los extremeños, hay que darle una rentabilidad, no sólo económica, sino también social y cultural. No nos olvidemos que estamos dirigiendo un festival público, donde hay una parte off en la que sí podemos arriesgar, en espacios más pequeños como el Templo de Diana o el Templo del Foro, que son espacios para 200 personas. Ahí es donde puedo hacer otro tipo de propuestas. Y ahí también trabajan las compañías extremeñas. Hay gente que me acusa de comercial porque este festival estuvo a punto de cerrarse, porque la situación con la que lo cogí era una ruina, con una deuda de cuatro millones y medio de euros. Estamos programando lo que el público quiere ver y yo creo que tiene que ser así.

P. Supongo que tuvo que sentir una responsabilidad muy grande al hacerse cargo de un festival asfixiado por una deuda tan abultada.

R. Una de las cosas que siempre digo es que por responsabilidad hacia esta profesión, di un paso adelante. Muchísima gente me aconsejó que no aceptara, y yo dije que sí, y en tres años hemos conseguido darle la vuelta. Afrontar una dirección de un festival de estas características, que es el más longevo de España y uno de los más longevos de Europa, es una responsabilidad. Y esa responsabilidad se transforma en intentar hacer las cosas bien, me rodeé de un buen equipo. Este año hay nueve espectáculos en el Teatro Romano. Yo me conformo con que los espectadores digan “me gusta este, quiero ver este”. Con eso ya he cumplido, porque intento que sea una programación lo más ecléctica posible, dentro de la temática grecolatina.

P. ¿La deuda ya está saldada?

R. Se está pagando. Yo antes no lo decía mucho, pero este es un festival público que tiene externalizada su gestión y mi contrato es así: la Administración aporta una cantidad económica, el resto sale de la taquilla, y de ahí tienen que salir 1.050.000 euros cada año. Si no es así, lo tiene que aportar mi propia empresa. Todo lo que supere de esa cifra, el superávit que se produzca de taquilla, el 85% revierte al consorcio del festival, y el 15% es mi beneficio, que yo lo veo justo. Una empresa privada no se tiene que lucrar de un festival público, tiene que gestionar bien los recursos para que salga [adelante]. En tres años ha habido un superávit de 1.103.000 euros que se han aportado para pagar la deuda. Hay un dato muy significativo, desde que yo soy director del festival, se entregan en el registro mercantil las cuentas. Nunca en 57 ediciones se habían entregado.

P. ¿Y por qué cree que no se hacía antes?

R. Prefiero no opinar de mis antecesores. Miro hacia delante, mi tarea es sacar adelante este festival, que lo hemos sacado, y colocarlo en el lugar que le corresponde, que está colocado. Otra de las cosas que han permitido que el festival haya venido mucha gente es que nos inventamos unos premios, los Ceres, que en un principio tuvieron mucha polémica, pero yo tenía muy claro que esos premios significaban la visibilidad del festival a través de la pequeña pantalla, por una gala que se retransmitía por canal Extremadura, La 2 y el Canal Internacional de TVE, y el año pasado lo vio más de medio millón de personas.

P. De todas formas, quienes se oponen a la gala lo hacen porque creen que se destina mucho presupuesto a una sola noche.

R. Yo te digo que lo que estoy manejando [de presupuesto] es un millón y medio menos de lo que manejaban otros directores en este festival para el conjunto. ¿Por qué? Porque viene público y paga su entrada. Los premios Ceres se podrían pagar con el superávit que hay en taquilla.

P. Fernández Vara ya ha dicho que los premios no se van a hacer si no es con patrocinadores.

R. Todo lo que se consiga a través de patrocinadores sería lo ideal. Cuando yo llegué al festival ninguno quería tener su marca asociada a él, ahora hay muchos patrocinadores. Hay que demostrar que lo que se está planteando es serio y si asocian su marca a la marca del festival les va a rentar.

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P. ¿Pero ve factible encontrar patrocinadores para los Ceres?

R. Bueno, estamos en ello.

Acaba la entrevista y una de las encargadas de prensa le mete prisa para irse. Hay un taxi esperando en la puerta para llevarles a otra entrevista con la radio. En apenas un lapso de dos horas, ha concedido tres. Por ello, presume de la buena relación que han mantenido con los medios de comunicación desde que él está al frente. “No le hemos negado ninguna entrevista a nadie”, asegura. Antes de irse, deja los periódicos en una de las salas del edificio que alberga la sede del festival, donde ha recibido a infoLibre. Risueño y satisfecho porque ya llevan vendidas 24.000 entradas, dice categórico antes de irse: “A mí me critican porque puse en duda lo anterior”.

Jesús Cimarro (Ermua, Bizkaia, 1965) llega a la entrevista con la prensa del día bajo el brazo y muestra orgulloso las noticias del festival en las secciones de Cultura. El director del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida sabe de memoria las informaciones que se produjeron en los medios de comunicación sobre la pasada edición: 5.000, que comparte compulsivamente en sus redes sociales. Según avanza la conversación, deja claro en su discurso qué tipo de evento quiere y justifica con datos (siempre defiende con cifras sus respuestas) el camino que ha tomado la gestión de la cita, que se celebra este año entre el 1 de julio y el 23 de agosto.

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