El Festival de Cannes ha conocido este lluvioso sábado su primer flechazo en toda regla, la película que seduce y enamora a un público mayoritario, quizás un tanto convencional para los críticos más sesudos, pero de ese tipo de cine que emociona y divierte, y hace que el espectador salga de la sala con una sonrisa de satisfacción. Se trata de Soshite chichi ni naru (cuyo título internacional podría traducirse libremente como De tal palo tal astilla), del japonés Hirokazu Koreeda. La otra cinta en competencia por la Palma de Oro ha sido la producción francesa rodada en Norteamérica Jimmy P., de Arnaud Desplechin, protagonizada por el puertorriqueño Benicio del Toro, una lección de psicoterapia interesante pero demasiado teatral y aburrida.
Ryoata, un arquitecto obsesionado por el éxito profesional, forma con su joven esposa y su hijo de seis años una familia ideal. Todas sus referencias se esfuman cuando la maternidad del hospital donde nació su hijo les informa de que por error le dieron un bebé que no era el suyo, mientras que su verdadero hijo lleva seis años en el seno de la familia de un modesto comerciante.
En rueda de prensa, Hirokazu Koreeda ha explicado que la recurrencia de las relaciones familiares en sus películas tiene que ver con el hecho de que perdió a sus padres y él mismo se convirtió en padre. "Así que me parece que es natural que hable sobre ello. No es siempre el único tema que toco pero sí es posiblemente el que me resulta más próximo, y me interesa explorarlo", asegura.
Cariño frente a sangre
Koreeda podía haber hecho un melodrama, pero su acercamiento a esta reflexión sobre la paternidad y la crianza, esa vieja polémica entre la prevalencia del cariño y la empatía humana frente al poder de la sangre, es más sutil, con un cóctel de humor, drama y cierto maniqueísmo (el arquitecto es un tipo obsesionado por el éxito profesional, el villano de la película). Pero si se entra en el juego y se acepta este punto convencional, llega el placer de una historia bien rodada, genialmente interpretada (los niños están perfectos), y que llega directa al corazón. Grandes aplausos rubricaron el trabajo más accesible y mayoritario en la carrera del considerado ya un maestro del cine nipón contemporáneo, posiblemente uno de los títulos que en el futuro quedará –independientemente del palmarés– como uno de los fundamentales en esta 66 edición del certamen galo. Spielberg, quien preside el jurado, tendría que sintonizar con esta historia...
Por su parte, el francés Arnaud Desplechin, con una larga relación con este festival, presenta un filme en inglés, Jimmy P. (Psychothérapie d'un indien des plaines), cuyo titulo deja claro el contenido: el espectador va a ser testigo del proceso de recuperación psicológica de un excombatiente de origen indio americano (Benicio del Toro) a manos de un psicoanalista francés especializado en la atención a indígenas (Mathieu Amalric, exvillano de la saga 007). Jimmy sufre todo tipo de desequilibrios y tendencia al alcoholismo desde que regresó del frente europeo, y el especialista, a base de largas y muy dialogadas sesiones de psicoterapia, intentará limpiar su alma torturada.
Trauma de posguerra en psicoterapia
Ver másVicente Pérez Herrero lleva el 15-M a Cannes con 'Crustáceos'
La película parte del libro del antropólogo y psicoanalista Georges Devereux, una obra que Desplechin cuenta se cruzaba a menudo en su camino de visita a las librerías y bibliotecas, y que le llamaba la atención por el título. "Una vez lo abrí al azar y en un momento me encontré delante de un diálogo entre el analista y Jimmy que parecía un texto teatral. Creo que es el único libro sobre psicoterapia que reproduce en su totalidad todas las conversaciones que tuvieron lugar entre paciente y especialista: Está todo, desde el primer saludo al último adiós, como una transcripción dramática".
Por su parte, Del Toro explica que para él no se trata de una película biográfica, "y por encima del libro me parece aún más importante el guión, ya que condensa todas las páginas del libro en tan sólo dos horas de película. Antes de trabajar con Desplechin sólo había visto una de sus películas, pero me hizo muy feliz su idea de invitarme a asumir este papel. Me llamó la atención de inmediato por su apertura a mostrarme todos los antecedentes del proyecto, a partir del libro. Para mí él se convirtió en una especie de segundo psicoanalista de mi personaje".
El problema de Jimmy P. (Psychothérapie d'un indien des plaines) es que por esa reiteración de escenas similares, aunque a veces cambien los escenarios, recuerda demasiado a una obra teatral y se hace pesada. Tampoco el tema brilla por su originalidad, puesto que los traumas de posguerra han sido reiterada inspiración para el cine. Ni siquiera Beno, más controlado que de costumbre, brilla de una manera especialBeno, dentro de su sin duda buena interpretación. En resumen, interesante pero mejor no verla a la hora de la siesta.
El Festival de Cannes ha conocido este lluvioso sábado su primer flechazo en toda regla, la película que seduce y enamora a un público mayoritario, quizás un tanto convencional para los críticos más sesudos, pero de ese tipo de cine que emociona y divierte, y hace que el espectador salga de la sala con una sonrisa de satisfacción. Se trata de Soshite chichi ni naru (cuyo título internacional podría traducirse libremente como De tal palo tal astilla), del japonés Hirokazu Koreeda. La otra cinta en competencia por la Palma de Oro ha sido la producción francesa rodada en Norteamérica Jimmy P., de Arnaud Desplechin, protagonizada por el puertorriqueño Benicio del Toro, una lección de psicoterapia interesante pero demasiado teatral y aburrida.