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Cuando el mundo acelera, poner en valor lo breve

Antoni Gutiérrez-Rubí

Breve elogio de la brevedad, el nuevo libro de Antoni Gutiérrez-Rubí, es una reflexión acerca de la profundidad que entraña lo breve, esencial en nuestros tiempos acelerados. Su autor, reconocido asesor de comunicación y consultor político, hace un recorrido por la historia y la cultura buscando reivindicar el valor que tiene lo breve en una sociedad "enferma de frenesí".

infoLibre adelanta aquí el capítulo titulado 'Brevedad en tiempos de ChatGPT'. El ensayo llega estos días a las librerías, editado por Gedisa.

Brevedad en tiempos de ChatGPT

En los últimos 25 años, Google nos ha enseñado a utilizar palabras clave y a usar el álgebra booleana en nuestras búsquedas. Actualmente, gracias a la inteligencia artificial generativa, estamos aprendiendo a escribir prompts, que son las instrucciones que escribimos en ChatGPT o en la herramienta que utilicemos. Y hay una técnica concreta alrededor de estos prompts que indica que es conveniente que sean precisos, claros y... breves. Tal es la complejidad del prompt que ya se ha profesionalizado: los prompt engineers se dedican a interactuar con el modelo hasta dar con la entrada perfecta. Esto es así porque hay una diferencia de base entre Google y ChatCPT: en el buscador nos mueve la curiosidad o el interés (querer saber algo); en ChatGPT, en cambio, buscamos eficacia, es decir, conseguir un resultado en el menor tiempo y con el menor esfuerzo posibles.

El periodista estadounidense Ezra Klein, en un artículo para The New York Times titulado «This Changes Everything›, advierte, precisamente, sobre un cambio en el uso y consumo del tiempo: «Hay un ritmo natural en la deliberación humana. Muchas cosas se rompen cuando se nos niega el lujo del tiempo». Sucede que vivimos en la era de la inmediatez, donde la información fluye de forma constante y nos acostumbramos a tener respuestas instantáneas y soluciones a nuestras dudas y necesidades, al momento.

Hay un tipo de brevedad que se acentúa en tiempos de ChatGPT. Una brevedad túrmix. La que busca la síntesis homogeneizadora. La que puede excluir los matices plurales, las fuentes diversas, las disonancias cognitivas. La rapidez con la que estos sistemas procesan información y generan respuestas nos ha acostumbrado a recibir mensajes cortos y directos de manera inmediata. No obstante, esta agilidad también puede plantear desafíos.

En primer lugar, la brevedad artificial puede llevar a la simplificación excesiva de los mensajes, A medida que nos acostumbramos a obtener respuestas concisas, corremos el riesgo de perder la profundidad y el contexto en nuestras interacciones. Es fundamental, entonces, reconocer que, aunque la agilidad es valiosa, la complejidad de ciertos temas requiere un análisis más detallado que necesita tiempo y ponderación, contraste y reflexión.

Además, la brevedad digitalizada puede afectar, también, a la precisión y la interpretación de dicha información. La inteligencia artificial, por muy avanzada que sea, puede malinterpretar nuestras preguntas o proporcionar respuestas inexactas, si estas no están formuladas con claridad. Aquí radica la importancia de la comunicación efectiva, donde el/la usuario/a debe ser consciente de su papel a la hora de formular consultas claras y específicas.

Esta brevedad, además, puede ser un factor que limite la empatía y la conexión humanas en nuestras interacciones con ChatGPT. Aunque estos sistemas pueden emular respuestas amigables y comprensivas, no poseen la capacidad real de entender nuestras emociones y sentimientos de la misma manera que lo hacen las personas. La inteligencia es artificial, no emocional.

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Su rápido desarrollo ha sobrepasado la capacidad de los gobiernos de definir, diseñar y dar las respuestas y garantías adecuadas, en cuanto a regulación se refiere. Esta realidad ha provocado las alarmas de un sector de la sociedad (científicos, expertos, desarrolla-dores) que ha puesto de manifiesto los riesgos de este progreso desbocado y sin control. Muchos de estos expertos han firmado cartas y/o peticiones públicas masivas para pedir que se detenga, advirtiendo sobre el hecho de que los riesgos se van a intensificar a medida que se presentan sus nuevos avances.

Y, en algunos casos, se lanzan proclamas apocalip-ticas, como las del científico e investigador Eliezer Yudkowsky, que destaca que no es suficiente con detener el desarrollo de la IA: «Tenemos que cerrarlo todo». Desde otra postura, Ramón López de Mánta-ras, investigador en inteligencia artificial del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), rebate: «Si hiciéramos las cosas bien, es evidente que tendremos grandes avances. Esto pasa con todas las tecno-logías. Podemos hacer un uso adecuado o inaceptable o ilegal. Es el ejemplo simplista pero claro del marti-llo: se puede usar para matar o para clavar clavos. La inteligencia artificial es una herramienta más sofisticada y con más potencial para hacer daño. Tenemos que poder controlarla».

En este panorama de avances tecnológicos vertiginosos y debates infinitos sobre el futuro de la inteligencia artificial, la brevedad se destaca como un elemento clave de la comunicación efectiva, especialmente en nuestra interacción con herramientas como ChatGPT. La necesidad de ser concisos en nuestros prompts y consultas subraya la importancia de adaptarse a una era que premia tanto la velocidad como la claridad, así como de mantener al mismo tiempo la integridad y profundidad en los análisis que se produzcan. Así, en lugar de ver la brevedad como una restricción, esta debería considerarse como una habilidad esencial que, cuando se maneja correctamente, facilita un diálogo más eficiente y significativo con la tecnología, permitiéndonos navegar con destreza y surfear el oleaje sin fin de la información y el conocimiento.

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