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Catábasis y anábasis del cuerpo a través de la reflexión lírica

Javier Alonso Prieto

21 odas de invierno

David Pujante

Editorial Milenio (2023 - 82 páginas)

 

Las odas que compone David Pujante destacan por transmitir un canto a la vida alimentada por el recuerdo. Es un constante proceso dialéctico de catábasis y anábasis al que el poeta nos invita a compartir vivencias pretéritas, lecturas y parámetros culturales. Desde los escombros construye un palacio lírico a través de la memoria para explicarnos, a la manera de Simónides de Ceos, quiénes participaron de la fiesta que fue su existencia.

Como poeta parte de la constancia de la vejez y la finitud del goce para asentarse en el plácido refugio de los recuerdos ensoñados. Tenemos en este poemario, cuidadosamente presentado por la prestigiosa colección de poesía de la editorial Milenio, una clara continuación con la obra anterior. En 2019, Pujante publicó El sueño de una sombra (Calambur), título que es una evidente referencia al verso de Píndaro: “sueño de una sombra es el hombre”. En esta ocasión sigue la estela de las odas pindarianas y presenta una cohesión temática y formal desde el título que nos anuncia la lectura de 21 odas de invierno y nos presenta un canto melancólico desde la inevitable pertenencia a la vida y al mundo.

Las reflexiones son profundamente humanistas y gravitan en torno al devenir existencial. David Pujante, en su doble condición de poeta y académico (por esta combinación fue merecedor del premio Dámaso Alonso 2018), trae aquí su bagaje de polímata dedicado al estudio de la Retórica, Eros y Tánatos, la Melancolía... Así, como contrapunto al devenir, aparece el arte, consecuencia de una adaptación cultural a la vida. Alimentos del espíritu frente a los alimentos de la carne, ambos aparecen en los recuerdos del poeta, los momentos de goce exaltado que ahora sirven para nutrir sus ensoñaciones manifestando una unidad vital. Así su poema doblemente titulado Evocación, otoño 2020 (Los puentes de Florencia), parece indicar que tuvo dos momentos compositivos y así funciona la memoria creando presente con el pasado como dice el final: “en el recuerdo aún hay corrientes de agua que dan vida”. Este verso sirve como síntesis temática del poemario y de la melancolía que se va desarrollando en diferentes capas.

Hay una clara asimilación de la vida propia a la cultura de la que forma parte el poeta. El recuerdo lo es también del pasado histórico. La perentoriedad del humanismo que le ha formado es equiparable al ocaso vital. De la misma forma en que se asimila el paso del tiempo personal se entiende el cambio de ciclo cultural. Hasta tal punto que podemos entender que en el libro no hay un mensaje apocalíptico, sino de constatación y aceptación de la muerte propia y de la del paradigma coetáneo en el que se ha criado y educado.

En algunos poemas, David Pujante utiliza la tercera persona para apropiarse de máscaras históricas y literarias, a la manera cavafiana, e indagar en cuestiones personales y universales. Una estrategia lírica que practica desde su primer poemario La propia vida. Aquí aparecen, entre otros, Cernuda, Odiseo, Fudagati, Unamuno y Páladas, el poeta de la antología palatina. A este está dedicado El último heleno, y aquí la identificación, el relato que presenta de su posible angustia vital transmite una urgencia que nos acerca y así sentimos con los dos poetas, el de antes y el de ahora, la asimilación del trágico destino inexorable: “Desde una encrucijada le revela un Heracles destrozado/y tumbado en el polvo del camino/«Yo recibía súplicas y ahora/desde el polvo te digo:/aprende a ser esclavo,/es tu nuevo papel en esta farsa.»

Los 21 poemas que tenemos la fortuna de leer nos embelesan y sumergen en las ensoñaciones gracias a la fuerza de las imágenes, pero también a la consistencia de la métrica de sus versos, que, salvo el soneto dedicado a la temprana muerte del poeta cultista del siglo de Oro Luis Carrillo, son todos de rima libre. La cuidada medida consigue que incluso los poemas más narrativos, fragmentos épicos que aúnan experiencias de lectura y vida disocien líricamente cada verso de las estrofas que funcionan como unidades narrativas.

Si hemos de quedarnos con una sensación aparentemente acultural será la del canto al deseo (Volcánica verdad de la Naturaleza). En el deseo hace coincidir los ejes temáticos que dominan el poemario “en el gozo, el ensueño y el olvido” y el pendular movimiento que nos domina: “gastando nuestras vidas/(en tenue, inadvertido discurrir al barranco),/gestando nuevas vidas (hacia el lago de aguas negriazules),”. Y así celebramos el gozo lector de compartir con David Pujante unas ensoñaciones que resisten el olvido al mismo tiempo que hacia él nos encaminamos.

Ultraempatía

 

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* Javier Alonso Prieto es crítico literario e investigador de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada del CSIC. 

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