El Cercas lúcido, valiente
No callar. Crónicas, ensayos y artículos. 2000-2022
Javier Cercas
Tusquets (Barcelona, 2023)
Se recoge aquí una selección de los artículos (crónicas, ensayos y prólogos) publicados por Javier Cercas en lo que llevamos de siglo. Los más recientes son de hace unos meses, pero los más antiguos se remontan a una época en la que acababa de publicar dos recopilaciones de piezas de ese género: Una buena temporada (1998), donde recoge textos publicados —sobre todo— en el Diari de Barcelona, y Relatos reales (1999), compuesto por artículos de corte literario publicados en la edición catalana de El País. Con el paso del tiempo, por su trabajo como articulista, Cercas ganó en el 2019 el premio Francisco Cerecedo, que concede la Asociación de Periodistas Europeos y, en el 2021, el Mariano de Cavia. Antes había publicado otros dos libros de artículos: La verdad de Agamenón (2006) y Formas de ocultarse (2016). Por tanto, este es su quinto libro —digamos— periodístico.
En el terreno de la ficción, durante el transcurso de un siglo a otro, aparecen también sus primeras narraciones, cuentos y novelas: El móvil (1987) y Soldados de Salamina (2001), novela que lo dio a conocer como un narrador notable; así como su tesis doctoral leída en la Universidad Autónoma de Barcelona, sobre La obra literaria de Gonzalo Suárez, publicada en 1993, un escritor muy distinto de él, a quien parece ser que empezó a leer en Urbana (Estados Unidos), en cuya Universidad trabajó como profesor.
Estamos ante un escritor con una sólida formación académica. Cercas fue alumno nada menos que de Francisco Rico, Alberto Blecua y Sergio Beser, su maestro y director de tesis, y con una temprana querencia por la colaboración en la prensa, por el articulismo literario y de opinión, material que aquí llega a ocupar 734 páginas.
El libro está compuesto de nueve partes, encabezadas por un prólogo suculento. En realidad, sus textos solo tratan —en esencia— de dos asuntos: la política (de la que se ocupa, sobre todo, a partir del 2008) y la cultura y, más en concreto, la literatura. En el prólogo nos dice que no le gusta la palabra intelectual, pero este libro es una prueba fehaciente de que, en estas últimas décadas, ha ejercido como tal, si creemos que un intelectual es alguien que interviene en la esfera pública para opinar de forma crítica e independiente, digamos que para defender su verdad, sobre asuntos que pueden interesarle al público lectores. En suma, un intelectual es alguien que piensa en libertad, sin someterse a intereses, cortapisas ni ideas partidistas o banderías, sean de izquierdas o de derechas, lo hagan popular o le creen problemas; actitud que Cercas quizá no podría haber sostenido sin el apoyo de un periódico solvente que respetara esa independencia. El libro incluye, además, los prólogos, todos ellos de sumo interés, que le puso a la reedición de sus primeros libros, además de comentarios sobre sus distintas novelas, sobre El impostor, el origen de la trilogía Terra Alta, pero destacaría, sobre todo, el artículo titulado "Soldados de Salamina, muchos años después". No quiero dejar de hacerle una pequeña objeción. En un momento dado, critica a aquellos que sostienen que Chirbes sea superior a Borges o Vargas Llosa, pero siendo el valenciano un gran escritor, no conozco a nadie con dos dedos de frente que defienda tal cosa, empezando por el propio autor de Crematorio (página 154).
Las diferencias que observo entre los artículos publicados en el diario El País y los recogidos ahora, estriba en que faltan las entradillas, en que a veces funde párrafos, retoca la puntuación o suprime algún acento, y en que desaparecen las ilustraciones y el retrato del autor obra de Fernando Vicente, que tendría que haberse reproducido. Pero, además, se añaden al volumen algunos textos que permanecían inéditos en español.
Cercas atina en lo esencial, aunque en alguna ocasión generaliza y simplifica demasiado; a lo mejor porque resulta inevitable en trabajos tan breves. Lo que más aprecio es su independencia de criterio, su valentía para transitar —si lo estima oportuno— contra corriente, pero también el empeño por explicar, precisar y razonar, por hacerse entender ante los lectores siempre heterogéneos de un periódico. Cercas escribe, no todos los articulistas lo hacen, para los lectores, como debe ser. Comparto también la idea, que él ha repetido varias veces, de que en las columnas de opinión es lícito el humor, la ironía, e incluso la autoironía, como ocurrió en el caso del polémico artículo Rico, al paredón, que solo los muy limitados no entendieron.
Lo cierto es que, de todos estos trabajos, se desprende una poética, pero además nos confiesa quienes son sus escritores preferidos o, al menos, los que considera canónicos (el Cervantes autor del Quijote, Flaubert, Joyce, Kafka y Borges), al mismo tiempo que, al menos, en parte, cuestiona a otros (Galdós o Delibes). Aunque también aprecia a autores que quizá puedan considerarse -según él- menores, ejemplos de los cuales podrían ser Dino Buzzatti o Stefan Zweig. El caso es que, para Cercas, "las grandes obras literarias no son solo las que determinan el futuro, sino las que reordenan la tradición, obligándonos a leerla a una luz nueva" (página 103), opinión que suscribo.
Muchos de estos artículos merecerían un comentario detenido. Los que más me han interesado, la lista es larga, son: Plumas en el viento, El mal, La tiranía de la memoria, El peso del pasado, Revisar la revisión, El pasado cambiante, La verdad de Agamenón, Los canallas de las buenas causas, Populismo bueno, Tabú del rey, El lenguaje de la mentira, Juan Ferraté, el francotirador tímido, Decálogo apócrifo del escritor de éxito, La épica de los sueños o Autobiografía literaria en cuatro actos, a los que añadiría los cinco últimos del libro. Confieso que he disentido más en lo literario que en lo político, dado que Cercas es dado a los juicios concluyentes, cosa que no me desagrada. El auténtico estilo de Cercas, entre lo serio y lo jocoso, lo chiflado y lo trascendente, se vale de paradojas e intenta decir las cosas de un modo diferente, dándoles un nuevo enfoque, mediante el mecanismo del sí, pero no… Un posible ejemplo: "Nunca me gustaron los perros", confiesa; pero en el párrafo siguiente, reconoce: "Soy el amo de un perro…" (páginas 704 y 705). A Cercas, en suma, le van las grandes preguntas, aquellas que no suelen tener respuesta, pero ante las que no se arredra (página 44).
Tras la lectura del conjunto, se constata que no es lo mismo haber leído los artículos al ritmo en que fueron apareciendo en el diario, eso es obvio, pues esta nueva disposición permite que nos hagamos una idea más precisa del pensamiento del autor, de su gusto literario y de sus opiniones sobre el arte de la ficción, por no hablar de su propia vida. Sea como fuere, esta recopilación nos permite observar mejor un conjunto de ideas recurrentes, volver atrás, releer y comparar.
Cercas se muestra defensor de la Unión Europea, de una Europa confederal, aunque me parece que mientras falte armonía entre las partes, mayor solidaridad y respeto por el conjunto del país, no puede haber confederación. Polemista audaz, en terrenos diversos como la historia, la política o la literatura, no ha rehuido la confrontación, siempre que ha querido defender algo en lo que creía. Quizá por ello, de pocos escritores españoles se ha dicho en lo que va de siglo tantas tonterías y se ha manipulado su pensamiento, a cargo de historiadores fanáticos, hispanistas despistados o críticos literarios perezosos, por no perder el tiempo refiriéndome a ese basurero que a veces son las llamadas redes sociales. Y aunque las novelas de Cercas no son precisamente difíciles de entender, ahora, en estos artículos, aún más sencillos si cabe, aquellos que de buena fe lo deseen pueden saber qué opina Cercas, quien se confiesa "votante de izquierdas" (página 153), sobre la República, la Guerra Civil, el franquismo, Adolfo Suárez (lo llama "el héroe de la traición", página 82; y "el héroe fundacional de nuestra democracia", página 160), la Transición, ETA, el intento de golpe de estado del 23F, la grave crisis del 2008, la monarquía y la república, el nacionalpopulismo (de Berlusconi, Trump y Putin, a los Le Pen, Orban, Meloni, Bolsonaro, Abascal, Puigdemont, Torra o el Pablo Iglesias de turno), o el procès independentista catalán, sobre el que reparte —con razón— toda la estopa que puede, y la denominada Memoria histórica o democrática, distinguiendo entre la Memoria y la Historia, el trabajo del historiador del testimonio del testigo, y todo ello sin que falte a menudo una pizca de humor. Opiniones que son casi exactamente lo contrario de lo que algunos le han venido atribuyendo. Si a estos, la ficción se les resiste, espero que -al menos- puedan entender estos claros trabajos. No comparto, en cambio, la idea, la repite Cercas en varias ocasiones, de que el franquismo fue la continuación de la guerra, a pesar de la represión y la intolerancia con los vencidos, la censura y las infinitas injusticias que propició el régimen, cuando no las alentó.
Este es un libro, en suma, muy útil para lectores inquietos, para aquellos que no tienen un pensamiento monolítico, grabado en piedra, para los historiadores del presente y, desde luego, para los estudiosos de la literatura. Se trata de un conjunto que podría leerse como una historia de los años que van de la Transición al presente, que se ocupa de la vida cotidiana, de la política y de la literatura, española y occidental.
No quiero acabar sin llamar la atención sobre la cubierta del libro, pues no puede estar mejor escogida, ya que resume a la perfección su sentido profundo. Se trata de una fotografía del norteamericano George Rinhart (1942-1997), también cineasta, editor y galerista. En ella un hombre sentado en una silla, con dos de sus pies en el vacío, hace inverosímiles equilibrios. Esa silla se apoya en otra, y esta a su vez sobre una mesa situada en el borde de un edificio lo suficientemente alto para permitirnos observar al fondo la ciudad. Así es como trabajan, en efecto, los mejores escritores, pero también los articulistas más lúcidos y valientes, aquellos pocos que saben argumentar y que escriben en libertad, defendiendo sus verdades.
Nos guste o no, estemos o no de acuerdo con él, Cercas siempre me ha parecido un tipo honesto que anda por la vida pública, y por la privada, de buena fe, que sabe de lo que habla, que no sigue las modas ni las ideologías dominantes, y que intenta convencernos con razones, algo cada vez más infrecuente; un rara avis hoy en día.
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Fernando Valls es profesor de Literatura Española Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona y crítico literario.