¿Quién te crees que eres?Alice MunroTraducción de Eugenia Vázquez NacarinoLumenBarcelona2019¿Quién te crees que eres?
Ni más ni menos que Alice Munro, premio Nobel de Literatura. Su último libro publicado en la editorial Lumen lleva ese título. Una frase que hemos oído miles de veces a lo largo de nuestra vida, frase contundente donde las haya con las que han intentado cortarnos alas: ¿qué pretendes?, ¿qué te has creído? Con todas ellas casi siempre han censurado e intentado encarrilar nuestras aspiraciones: no, eso no lo puedes hacer tú, ¿quién te crees que eres? Cuando eres mayor ya no la oyes tanto, pero adivinas en las miradas de mucha gente que lo están pensando cuando creen (los demás) que estás sacando los pies del tiesto, que tú, precisamente tú, no deberías hacer esto o lo otro, que deberías dejárselo a alguien mejor. Es el título del último cuento que cierra el libro, aunque aún no defino si es un libro de cuentos o una novela desestructurada, fragmentada, porque son los mismos personajes los que lo recorren en diferentes momentos, con diferentes historias. Hablemos del libro. Es eso, un libro tan bueno como todos los de Alice Munro.
Traducido del inglés por Eugenia Vázquez Nacarino, son relatos de 1977 y 1978, pero ven ahora la luz por primera vez en castellano. ¿Relatos? Sí, pueden serlo, porque cada uno de ellos funciona autónomamente, se puede leer fuera del contexto de los demás y tiene pleno sentido. Cada uno abre un episodio de vida y lo cierra, pero son los mismos personajes los que lo recorren de principio a fin. Podría ser un relato muy largo, de más de 300 páginas. O leerse como una novela, con distintos momentos en la vida de estos personajes. Yo me inclino más por varios relatos o cuentos interrelacionados, un libro de cuentos, no con cuentos, más que nada porque ella, la autora, Alice Munro, se considera sobre todo cuentista y dice tener sólo una novela. Este libro está en la línea de otro anterior, La vida de las mujeres, y guarda cierto paralelismo con él, de una lectura adictiva, pasada ya la primera etapa de cuentos en los que el tiempo de narración y el de ficción a veces te podía marear, o cuentos mucho más crípticos que estos, que son de una claridad meridiana. Bueno, es mi opinión.
En todo caso, es de una agudeza impresionante al analizar la naturaleza humana, al evitar el maniqueísmo, al no realizar juicios morales, al plasmarnos la vida con su crudeza, su alegría, sus momentos buenos y malos. Un universo encerrado en unas pocas páginas. Cada vez. Para empezar, y para situarnos a los personajes, inicia el libro con un cuento (o capítulo del libro, como prefieran ustedes), titulado "Palizas soberanas". Y en este caso va de eso, de una paliza soberana que recibe la protagonista del libro, Rose, en su infancia. Y allí está Flo, la madrastra, Brian, su hermanastro, y su padre, el que da la soberana paliza. El universo familiar. Y alrededor de él, los personajes del pueblo, los que pasan por la tienda, las cafeterías y, como telón de fondo, por supuesto, su país y la dureza de un clima y una época. Después viene "Privilegio", Rose en la escuela, el maltrato de compañeras de clase y una frase descomunal, sello de la casa Munro:
Pero no era desdichada, salvo por su incapacidad de ir al retrete. Aprender a sobrevivir, a pesar de la cobardía y la cautela, de los sustos y la aprensión, no es lo mismo que ser desdichado. Y además es interesante.
Nada de victimismo. Muy en la línea, de ese refrán nuestro: Lo que no mata te hace más fuerte.
En "Medio pomelo", Rose va al instituto a estudiar bachillerato. Viene la juventud. Mayor autonomía, el cambio de la gente, ampliar el círculo de amigos, relegar el familiar. Y también algo muy típico de esa edad:
De hecho era sumamente patosa, chapucera, siempre dispuesta a tirar por el camino de en medio. Verla fregar los platos en la palangana salpicándolo todo, con la cabeza en las nubes, más ancha de caderas ya que Flo, el pelo crespo y rebelde; verla tan grandota, indolente y ensimismada, parecía llenarlo (al padre) de irritación, de melancolía, casi de repugnancia. Y Rose lo sabía. Hasta que su padre acababa de cruzar la habitación se quedaba quieta, se miraba a través de sus ojos. Llegaba a aborrecerse también. En cuanto lo perdía de vista, sin embargo, se reponía.
Y viene el descubrimiento de la lectura, de los chicos, de los primeros enamoramientos.
En "La mendiga", Rose ya está en la universidad y Patrick se enamora de ella, un chico rico enamorado de una estudiante pobre, becaria. Su vida va evolucionando, podemos ver a Rose (o cualquier otro nombre, incluso cercano), pasando por las vicisitudes: la separación, el divorcio, asumir su propia vida y trabajar, renunciar a la hija y recuperarla, visitar a Flo en la residencia…
En este libro no hay que parar de leer, como en otros libros de cuentos, de uno a otro. Hay tal continuidad que es como un universo novelístico en el que entras y te dejas llevar. Unos me han gustado más que otros, como siempre, y si tuviera que destacar algunos, escogería el primero, "Palizas soberanas", que ya he mencionado, y sobre todo "Cisnes silvestres", un cuento (o episodio en la vida de Rose) sobre una iniciación sexual, un abuso o, como decíamos antes, alguien que te mete mano en el tren, esa sensación de irrealidad, primero de será o no será cierto lo que me está sucediendo, para después cerciorar, sentir rechazo y no decir nada, dejar hacer, pasividad y algo más, como ella misma describe:
Ver másEl cuento, una puerta a la escritura de las mujeres
Había algo más, de todos modos. Curiosidad. Un impulso más tenaz, más imperioso que la lujuria. Otra clase de lujuria, que te hará retroceder y esperar, esperar demasiado, que te hará arriesgar prácticamente cualquier cosa, sólo por ver qué pasa. “Por ver qué pasa”. A lo largo de los siguientes kilómetros, la mano inició sin prisa una serie de presiones y tanteos sumamente delicados, tímidos… A Rose le dio asco. Sintió una náusea débil, difusa… Pensó en gatos en celo restregándose contra las vallas de madera, maullando con sus gemidos lastimeros. Era patético, infantil, retorcerse y estrujarse con ese frenesí. Tejidos blandos, membranas inflamadas, terminaciones nerviosas suplicantes, olores vergonzosos; humillación.
Y ahí estaba la protagonista: Rose procuró contener la respiración. No se lo podía creer. Víctima y cómplice, sintiendo cómo la mano había subido por su pierna hasta… No les voy a contar más para que corran ustedes a leer el resto. Merece la pena. Alice Munro siempre merece la pena. _________
Carmen Peire es escritora. Su último libro es Cuestión de tiempo (Menoscuarto, 2017).
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