PrismáticosJavier BozalongoEdiciones TreaGijón2017Prismáticos
Javier Bozalongo es poeta y editor, este tarraconense afincado hace muchos años en Granada tiene cinco poemarios y tres antologías, aparte de colaborar en otras con distintos autores, acaba de obtener el Premio de Poesía Blas de Otero con Todas las lluvias son la misma tormenta, y después de esta trayectoria poética, se ha estrenado con otros géneros, el relato corto y el microrrelato, con el libro Todos estaban vivos, y con el libro de aforismos Prismáticos (publicado en Ediciones Trea, sello pionero que se ocupa de este género mínimo). Tienen mucho en común, en ambos prima lo fragmentario y lo conciso, tienen estos una identidad propia y también una característica indispensable en el buen aforismo: el humor, la inmediatez, lo poético y el compromiso, y ese carácter epigramático que ya en sus poemas da muy buena cuenta el autor y que también es un ingrediente necesario en el relato breve y en especial en el aforismo. Gran parte de los aforistas son poetas.
Sus aforismos son verdades compartidas que nos llevan a reflexionar y a contestar e incluso a conversar y a discutir, otro ingrediente imprescindible en el aforismo contemporáneo, que está ya lejos del clásico moralista, grandilocuente y con un fin didáctico. En sus breves frases nos hace el autor, confidencias, hay diarismo, sentimentalismo, ironía y mucha poesía. Sus frases son síntomas de vida que él nos apunta, dispara y nos dan muchas veces en la diana de nuestra existencia.
Este librito aparece con una portada con paraguas que ya nos pronostica que va a protegernos no solo de la lluvia sino de otras inclemencias del tiempo, y que guardan las palabras de Bozalongo que nos acogen con las miradas que nos echa con sus prismáticos en mano.
El volumen lo ha dividido en tres partes, y un suplemento a modo de definiciones de diccionario que titula “Gotas de tinta”, porque son como gotas de palabras que ya no necesitan ni paraguas, ni prismáticos, se nos quedan escritas con esa tinta de su escritura. Antes de pasar a la estructura del libro, comento una particularidad, y es que cada uno de sus aforismos o en las pequeñas agrupaciones que hace de estos, les pone título según el tema que traten. Las divisiones que establece tienen una estructura que parece un laboratorio científico, matemático, muy singular que él denomina: “1x”, “2x” y “3x”. Pero son fáciles de despejar esas “equis”, no son incógnitas, y menos difícil de reconocer esos números. La primera parte, “1x”, es más personal, más intimista, parece que tiene una sola dioptría, su visión. Es una poética en donde su voz está muy presente. Sintomático es el título con el que recoge los tres primeros aforismos de esta sección, y que son los que abren Prismáticos: “Abracadabra”, palabra con propiedades mágicas que se ha utilizado siempre para atraer a los espíritus benevolentes que protegen. Y dicen así: “Cuando apagas la luz desaparece el mundo”, “Cuando cierras los ojos desapareces tú”, “Nunca dejes de asombrarte al abrirlos de nuevo”. Con este prospecto literario comienza este libro.
Ya en la segunda parte, “2x”, ya aparece otra persona, doble dioptrías, doble visión, y nos lanza esta perla: “Quien tiene como meta el equilibrio acaba casi siempre tropezando”. Esta parte es más pesimista, sentimentalmente hablando. Está repleta de ternura, sensibilidad, melancolía, nostalgia, y de búsqueda, hay un por venir, un por llegar, en donde habla del paso del tiempo y de los contratiempos en la vida y en el amor, de sus fugacidades.
Y en la tercera parte, “3x”, ya asoma la vida social, integra e intervienen más personajes, continua en esa búsqueda, pero es más vital, más de regocijo, de disfrute y tiene en su mano todos los recursos para curar ciertos desórdenes, así echa mano de la biblioteca, de botiquines y de ferias del libro. El tono irónico y festivo es más apreciable, la vida y sus distintos sabores, con sus prisas, con sus mentiras, sus certezas y su magia. Una aforismo de esta parte: “Lo verdaderamente revolucionario, en el amor, es ser correspondido”.
A continuación de esta disposición tripartita, concluye con un diccionario alfabético donde recrea su imaginación con cada grafía. Rinde un homenaje a las letras, y también al poeta Ángel González, al que le dedica la letra “A” y la letra “W”.
La escritura de Javier es siempre amable, sutil y elegante, cargada de humanismo y de lirismo, tiene esa dosis de poesía que deja entrever su oficio de poeta. A la vez es una escritura feminista, terapeútica y con cierto guiño didáctico pero sin dar lecciones, son solo formas de expresar que pueden ayudar con la experiencia a vivir mejor. Trata de compartir sus ocurrencias, incómodas verdades que son como “breverdades”, que diría el aforista Manuel Neila, en donde lo agridulce de la vida él lo combina con lo mejor: su humor y su ironía para sacar siempre una sonrisa.
Javier Bozalongo con sus prismáticos nos acerca y agranda nuestro viaje por la vida, trata de combinar con sus aforismos la manera de ampliarnos la realidad desde distintos prismas dándoles color. Las miradas de sus frases exigen tener siempre los ojos bien abiertos, vigilantes para que los sueños no falten nunca, esto es lo que quiere transmitirnos el autor. Por eso nos dice que la libertad es no deberle nada a nadie, ni siquiera obediencia, que una biblioteca es también como una farmacia, porque leer sana, y que en los botiquines de primeros auxilios deberían contener abrazos. Con su ironía y sus palabras con interruptor, apaga y enciende luces, igual que con sus anteojos puede adelantar y atrasar. El autor mide alejando y aproximando el sentido que mejor nos convenga, pero siempre pudiéndolo graduar uno mismo. Se pone sus gafas con perspectiva, bien enfocadas, invitándonos con sus relámpagos a huir del llanto y a resguardarnos hasta de la lluvia. Los tiros que él nos dispara salen por las ventanas, por las orillas, tratando de pescar la felicidad.
Y todo esto es lo que nos escribe Javier Bozalongo, que en la vida caben los besos, la verdad, nunca el rencor. Así en sus frases breves nos apunta que el verbo vivir no se conjuga, sino que se disfruta, y pese a que aumenten las dioptrías porque el pasado, a cierta edad, avanza mucho más deprisa que el futuro, seguiremos soñando. Y éstas son sus recomendaciones, sus recetas, para reflexionar sobre un tiempo repleto de memoria, dejándonos al final del libro, unas gotas de tinta imborrables con todas las letras del abecedario de la gramática de nuestra vida, que él nos ofrece para que nosotros lo regulemos y adaptemos a nuestra óptica.
Como dice Campoamor en un verso de su cuarteta memorable: “Todo es según el color del cristal con que se mire.”
Ver másUnas manos que acarician
*Carmen Canet es escritora y profesora de Literatura. Su último libro, Carmen CanetMalabarismos (Valparaíso, 2016).
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