El gusto por los pequeños objetos, por la belleza, por el fluir de la vida
Cuentos escogidos
Virginia Woolf
Firmamento (2022)
La Editorial Firmamento está demostrando un gusto exquisito a la hora de rescatar obras literarias. Así ocurre también con estos Cuentos Escogidos que, por lo que tengo entendido, van por la segunda edición y nos acercan a una faceta de Virginia Woolf menos conocida, pero de suma importancia, no solo por lo que suponía en ella como experimento para sus novelas, sino por la intensidad que tienen. Quizá por eso, nos dejan entrever mucho más la personalidad de la escritora, así al menos lo he captado yo. Consta de veintitrés relatos seleccionados por Menchu Gutiérrez, que también prologa el libro, en traducción de Amelia Pérez Villar.
Leer un libro de relatos de este nivel lleva tiempo, descanso entre uno y otro, reflexión y, sobre todo, descubrir las diferencias que habitan en ellos, en los que he vislumbrado distintos estados de ánimo de la autora, proclive, como todos sabemos, a grandes cambios. Además, en ellos hay exploración literaria que en algunos casos pudo desarrollar en novelas, pero que están aquí con el impacto de lo corto, con una imaginación desbordante, con un borbotón de imágenes e ideas que hay que digerir de a poco y volver a ellas. No es libro de una sola lectura, muchos no lo son, pero este, desde luego, exige invertir tiempo. Tiempo de disfrute, además, en cada frase, en cada pensamiento, en cada momento que refleja, en la presencia de la naturaleza, en la mirada detenida en una mancha, un pequeño objeto que cobra vida, un cuadro por el que se puede pasear o de nuevo Miss Dalloway asomándose en algunos de los relatos. (Juntos o Separados, Recapitulación) Toda una maravilla.
No voy a escribir apenas sobre el prólogo, para que se lea también con detenimiento. Yo suelo leerlos una vez finalizado el libro, porque no me gusta que me predispongan en la lectura hacia un lado u otro, pero ese prólogo, titulado Pensamientos líquidos, refleja muy bien la intencionalidad con la que se han seleccionado los cuentos, los hilos conductores que ha encontrado.
Hay imágenes que se repiten, como esos libros abiertos que caen al suelo cuando la lectora se duerme. Un libro abierto vuela y no es sólo del lector sino de todo el que pase a su alrededor, para que impregne y tenga un mayor recorrido.
En estos cuentos hay de todo, pero quizá los que más me han llamado la atención son los que se centran en un objeto pequeño, y sobre ello construye la historia, al modo chejoviano, algunos de ellos con un gran sentido del humor, mucho más evidente que la ironía, a veces sutil, de algunas de sus novelas. Con el tercer cuento, Una marca en la pared, me he sorprendido riéndome a carcajada limpia, soltando al final un ¡qué genialidad! En este cuento, para determinar la fecha exacta recuerda la página del libro "cubierta con un velo amarillo"; los tres crisantemos en el florero redondo de cristal, en la repisa de la chimenea. Sí, debió de ser en invierno" A través de esa mancha hace un recorrido por la vida lleno de humor, de imaginación, de recordar cosas y de volver a la marca en la pared constantemente para intentar descifrar lo que es. En ese cuento he encontrado una frase deslumbrante:
"Y es que si queremos explicar la vida con una comparación, podría decirse que es como ser lanzada en el metro a cincuenta millas por hora y llegar al otro extremo del túnel sin que te quede una sola horquilla en el pelo"
En esa línea está también el cuento Objetos materiales, en el que nos cuenta la importancia que puede llegar a tener un pequeño trozo de cristal verde encontrado en una playa, y cómo puede cambiar el destino de quien lo recoge. También La cortina de la señora Lugton, basado en los dibujos que ésta tiene. O Una sencilla melodía, basado en la contemplación de un cuadro. O la historia que se construye a través de unos alfileres que no tienen punta en el cuento instantes de vida, en el que he percibido un temblor autobiográfico. También en el cuento Un cuarteto de cuerda, se pueden encontrar reflexiones del tipo "he olvidado escribir sobre la gotera que hay en la despensa y en que me he dejado un guante en el tren…" La atención que presta Virginia a los pequeños detalles, los nombres de las flores, las plantas o los árboles, así como las referencias a la lectura y a la escritura, atraviesan todo el libro. Otro ejemplo de esto último: El cuento En el pomar se inicia de este modo: "Miranda dormía en el pomar, echada en una hamaca bajo el manzano. Se le había caído el libro en la hierba y aún parecía estar señalando con el dedo la frase".
Me gustaría detenerme algo más en dos cuentos. Uno de ellos se titula Una sencilla melodía y, sobre la base de las reflexiones en torno a un cuadro, encontré una de las reflexiones más profundas y metafóricas del libro, que me permito la licencia de extraer:
"Pero en aquel salón las ideas se apiñaban como los peces en la red, forcejeaban, se arrancaban las escamas unos a otros y se transformaban, en su intento de escapar. Y es que cualquier idea era un intento de escapar de la mente de su pensador, sorteando todos los obstáculos lo mejor posible; toda sociedad es un intento de influir en cada idea, de atraparla y de coaccionarla según surge, de obligarla a someterse a otra"
El otro cuento al que me gustaría referirme, quizá uno de los más bellos del libro se titula Instantes de vida, con el subtítulo "Los alfileres de Slater no tienen punta". De nuevo el pequeño detalle, una rosa que se cae de un vestido porque el alfiler no tiene punta, da pie a toda una construcción en apariencia caótica, a borbotones, saltando de un tema a otro, como me imagino la mente de Virginia Woolf. Es el cuento más feminista, el de la defensa de una mujer que no quiere casarse, que quiere ser autónoma, y también me ha parecido que tiene temblores autobiográficos, la atracción que sentía por una mujer en concreto, aquí, evidentemente, otro personaje, pero los sentimientos están ahí. A la vez me ha parecido algo premonitorio, con una obsesión por el río, el agua que fluye, el arte, la belleza, la soledad, para volver al río, a sus piedras, al agua… No olvidemos que ese fue el fin de su vida.
"Para ella era muy importante contemplar los ríos. Se sentaba un poco encorvada, un poco sesgada, aunque en aquellos tiempos era grácil, y manejaba el timón"
La feminidad a través de cuentos
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Más adelante nos habla de "los paseos hasta el río al amanecer… Tomaba una serie de precauciones increíbles contra el enfriamiento, la fatiga, las comidas muy elaboradas, las comidas inadecuadas, las corrientes, las habitaciones demasiado caldeadas, los trayectos en metro. Porque nunca conseguía determinar cuál de todas era la causante de aquellos terribles dolores de cabeza que habían convertido su vida en un campo de batalla".
Cada lector tiene un mundo propio que refleja y vierte en lo que lee. Me imagino que muchos sacarán distintas conclusiones de las que yo he sacado, pero en todo caso, merece la pena aventurarse en este precioso libro, como todos los que, hasta el momento, está sacando esta pequeña editorial, que trabaja con mimo, como objeto de culto, cada una de sus publicaciones, para que los amantes de los libros paseemos entre sus páginas, disfrutemos con cada una de sus portadas.
Carmen Peire es escritora. Su último libro es 'Cuestión de Tiempo' (Menoscuarto).