Lecturas africanas para el 2017

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Hablemos del África subsahariana. Hablemos del África negra. De todos esos escritores que están surgiendo, hijos de la independencia y de la poscolonización, hijos de la mezcla idiomática y de las culturas. Mi propuesta  es recomendar un autor al mes, porque a través de ellos nos alejaremos de los estereotipos o de las historias únicas acerca de ese continente. Pero sobre todo, porque África está dando una literatura muy pujante y creo que estos escritores deberían tener un lugar en nuestras bibliotecas. En la mía, desde luego, lo tienen.

Enero. Primer mes del año. Empezar por Wole Soyinka (Nigeria 1934), Premio Nobel de Literatura en 1986, quizá por ello se le conoce más. Propongo La estación del caos, editada últimamente por Baile del Sol, en el año 2011, en traducción de Héctor Silva. La historia de un joven músico, Ofeyi, y de su amada Iriyise, cantante de jazz, a la que pierde y parte en su busca a través de su país con un trasfondo de guerra civil. Plasma en él un presente africano debatiéndose entre la leyenda y la magia, las relaciones y vivencias, el lenguaje y la música.

Febrero. Chinua Achebe (Nigeria,1930- Boston,2013), considerado el padre de la literatura africana anticolonial. Este nigeriano tiene una obra muy extensa, pero basta con Todo se desmorona para hacerse una idea de la influencia de su literatura, un auténtico best seller en el continente africano, con más de un millón de ejemplares vendidos, y que ha formado a toda una generación de jóvenes escritores africanos, hasta el punto de que el centro más importante de literatura africana en Estados Unidos se llama Centro Chinua Achebe. En esta novela, escrita en 1958 cuenta cómo el mundo colonial se apropia de la tradición cultural africana y la ridiculiza, sobre todo con la entrada de las religiones occidentales. Se puede encontrar en Ediciones Debolsillo, traducido del inglés por José Manuel Álvarez Florez.

Marzo. Como es el mes en el que se conmemora el día de la mujer trabajadora, mi apuesta va por  la escritora  Chimamanda Ngozie Adichie (Nigeria, 1977), quizá la más conocida de la nueva generación de escritores africanos y, a la espera de que se reedite su libro de cuentos, propongo Medio sol amarillo, en la editorial Mondadori, traducida del  inglés por Laura Rius Calahorra. Novela histórica que nos acerca a los años sesenta, a la guerra civil en Nigeria y la lucha por la independencia de Biafra, desde las experiencias de una familia de clase media universitaria. También ha tenido mucha difusión un librito pequeño que recoge una conferencia suya titulada Todos deberíamos ser feministas. No es de lo mejor que tiene, pero sí de lo más apropiado para este mes. Por cierto, su última novela, AmericanahAmericanah, en la misma editorial, ya va en nuestro país por la cuarta edición.

Abril. Llega la primavera y con ella Binyavanga Wainana (Kenia, 1971), que ha dirigido el centro de estudios africanos Chinua Achebe hasta sufrir un derrame cerebral, del que se está recuperando en Berlín. De este escritor se puede encontrar su novela Algún día escribiré sobre África (Sexto Piso), traducido por Jesús Gómez Gutiérrez. En ella  nos acerca de forma autobiográfica a una Kenia sin estereotipos de africanitos con moscas en los ojos o safaris fotográficos. Es decir, la otra Kenia tan desconocida para los occidentales, con un lenguaje ágil, con sentido del humor —una constante en muchos escritores africanos—, y de gran calidad literaria.

Mayo. Alain Mabanckou (República del Congo, 1966) y una deliciosa nouvelle titulada Vaso roto,Vaso roto en la editorial Alpha Decay y traducción de Mireia Porta i Arnau.  Inspirada en la mejor tradición oral, en el papel de los bares africanos como lugar de encuentro y de intercambio de historias, tratado con un humor finísimo y desternillante, nos acerca a personajes, situaciones cotidianas, borrachos y mujeres fuertes. Muy original.

Junio es para Ngugi Wa Thiong’o (Kenia, 1938) y sus Sueños en tiempos de guerra. Memorias de infancia, traducido por Rita da Costa, en Rayo Verde. Salió a finales de 2016 y ha aparecido en alguna lista de esas que hablan de los diez mejores libros del año. Este escritor, nominado al Premio Nobel en sucesivos años y que tiene la osadía de escribir en kikuyu (o gikuyu) y no en ninguna lengua colonial, nos cuenta lo que fue su vida en la aldea cuando era niño, cómo vivió la Segunda Guerra Mundial, la guerrilla de los Mau Mau, la lucha anticolonial, y su aprendizaje, el rito de la circuncisión para entrar en la edad adulta, haciéndonos ver también lo que ha sido la historia de la Kenia actual.

Julio-Agosto-Septiembre. Verano y vacaciones. Es para la escritora de novela negra Malla Nunn (Swazilandia) y su trilogía, publicada en Siruela, en la que desarrolla diferentes casos del detective Cooper acompañado de un zulú y de un médico judío que se salvó de los campos de concentración. Un hermoso lugar para morir, la primera de la serie, está ambientada en los años cincuenta, recién instaurado el régimen del apartheid en Sudáfrica, donde se desarrollan las novelas. La segunda se titula Que los muertos descansen en paz y la tercera es Benditos sean los muertos. Tres grandes títulos para disfrutar de ellos mientras se descansa. Los tres traducidos por Clara Ministral.

Octubre. Ahmadou Kourouma (Costa de Marfil 1927- Lyon 2003) y su Alá no está obligado (Muchnik) en traducción de Daniel Alcoba. Las peripecias de un niño soldado que, tras la muerte de su madre, parte a Liberia a encontrar a su tía y va contrastando su lenguaje autóctono con el lenguaje colonial a través de unos diccionarios franceses que le fueron legados. Es un viaje iniciático.

Noviembre. Abraham Verguese (Etiopía, 1955). Este médico de origen hindú nacido en Addis Abeba, escribió Hijos del ancho mundo, novela que narra la vida de dos gemelos que nacen en un hospital de la capital etíope, cuya madre es una monja que muere en el parto y el padre, un médico inglés que desaparece sin dejar rastro. Según van creciendo los niños nos va mostrando la situación de Etiopía en aquellos años. Fue publicada en Salamandra y traducida del inglés por José Manuel Álvarez Florez.

Diciembre. Propongo un encuentro  con Amós Tutuola (Nigeria, 1920-1997), El bebedor de vino de palma. Novela fantástica, más dentro del animismo africano. Su protagonista es un bebedor de vino de palma que pierde al trabajador que le extraía todos los días esa bebida. Se lanza a buscarlo al mundo de los muertos, por los bosques donde habitan, y se encuentra con los seres más estrambóticos que os podáis imaginar. Salió en 1974 en Ediciones Júcar y actualmente puede encontrarse en Navona/Terapias verdes.

Las esperanzas rotas

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Si os cuesta encontrar algún autor, en la librería Traficantes de Sueños (Duque de Alba, 13, en Madrid) tienen una buena colección de libros africanos. Aparte de esto, os deseo muchas y buenas lecturas durante el año.

*Carmen Peire es escritora. Su último libro es Carmen PeireEn el año de Electra (Evohé, 2014).

Hablemos del África subsahariana. Hablemos del África negra. De todos esos escritores que están surgiendo, hijos de la independencia y de la poscolonización, hijos de la mezcla idiomática y de las culturas. Mi propuesta  es recomendar un autor al mes, porque a través de ellos nos alejaremos de los estereotipos o de las historias únicas acerca de ese continente. Pero sobre todo, porque África está dando una literatura muy pujante y creo que estos escritores deberían tener un lugar en nuestras bibliotecas. En la mía, desde luego, lo tienen.

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