Máximo Pradera: "Con el cáncer comprendes el privilegio de una sanidad pública que te cuida"

Máximo Pradera relata su batalla contra el cáncer

Fue en 2019 cuando a Máximo Pradera (Madrid, 1958) le diagnosticaron un cáncer de próstata tan agresivo que los oncólogos no podían creerse que no tuviera metástasis. "Se me quedó cara de especialmente gilipollas porque había cambiado de forma de comer cinco o seis años antes, con lo que pensaba que estaba fuera de peligro", admite a infoLibre el periodista, que ahora cuenta su experiencia durante este largo lustro en El cáncer y la madre que lo parió (Editorial Navona, 2025).

No es ni una pócima mágica, ni un tratado de oncología, eso lo deja diametralmente claro nada más empezar. Este libro es lo que él ha vivido en primera persona, lo que ha aprendido investigando por su cuenta y lo que humildemente recomienda para evitar caer en las garras de esta dichosa enfermedad que a todos nos ronda y que a la que ha conseguido doblegar con total determinación. Comer saludable (mejor la rúcula y el brócoli, aunque dé pereza, que los perritos calientes gigantes, obviedad que defiende con humor), hacer ejercicio, cuidar nuestro peso y la manera de pisar para no destrozarnos las rodillas, controlar el estrés con la respiración, un poco de lectura estoica. Todo eso y mucho más nos puede ayudar a vivir más y, sobre todo, mejor.

Es así como nos lleva al interior de su cuerpo y de su mente en un minucioso viaje de lucha e investigación sobre el mayor adversario de la medicina actual. Desde el diagnóstico inicial hasta la remisión total, Pradera combina consejos prácticos sobre estilo de vida, anécdotas hospitalarias, victorias cotidianas, política, sarcasmo y un más que notable conocimiento sobre bioquímica. Con el sentido del humor como motor en el corazón de la batalla por la supervivencia.

El cáncer y la madre que lo parió no es una poción mágica ni un tratado de oncología. ¿Qué es entonces?

Esto empieza a partir de un diagnóstico de cáncer que podía haber sido mucho peor, porque podía haber sido con metástasis, pero no lo fue por los pelos. Así, me puse a investigar para colaborar en el tratamiento en la medida de lo posible, sobre todo a través de la gestión de la nutrición y del estrés, que son dos puntos de inflamación del cuerpo muy importantes. Entonces me doy cuenta de que toda la sociedad occidental está mal, de que está todo volcado al beneficio de la big pharma, los medicamentos anticáncer y anti más cosas, pero es que también está la 'big zampa', la industria alimenticia, que hace que el 85% de los productos que se venden en las grandes superficies sean ultraprocesados y lleven todo tipo de sustancias dañinas para el cuerpo. Me he dado cuenta de que vivimos en un mundo absolutamente disparatado, en el que la gente merma su calidad de vida porque otros quieren hacer negocio, y eso me lleva a contar todo lo que he descubierto y lo que hay que hacer no solo para vivir más, sino para vivir con más calidad de vida. Para vivir lo más que puedas, pero morirte sano, porque al final estamos programados por la madre naturaleza para vivir x años, y lo suyo es que sea con calidad de vida. 

Durante el cáncer he aprendido que la gestión del estrés es tan importante como la buena alimentación

Insistes mucho en la importancia de comer bien, comer más saludable. Comer mejor, vaya.

Los protocolos médicos en occidente, no solamente en España, no incluyen una pregunta clave. Te preguntan si fumas, si bebes, si tienes alguna alergia grave a algún medicamento, pero no te preguntan qué comes. Porque si le respondes algo disparatado a esa pregunta, el médico te tiene tiene que decir que eso es algo que, si no te va a matar, sí te va a provocar trastornos de salud que vas a lamentar toda tu vida. Desde diabetes a ictus. 

¿No saber gestionar el estrés permanente con el que muchos viven en esta sociedad también nos puede llevar directos a enfermar?

Sí, por eso es muy importante la gestión del estrés a través de tus propios pensamientos. Nos hemos acostumbrado a vivir con un diálogo interno todo el día en el cerebro, como de pelea o miedo, cuando casi la totalidad de estos pensamientos son simplemente ruido. Uno tiende a controlar sus ideas con más ideas, pero hay que controlar el cerebro a través de la respiración. Yo con el apagón del lunes estuve muy nervioso, porque decían que iban a ser entre seis y diez horas, pero es que también el covid también empezó con todo el mundo quitándole importancia y nadie sabía dar una causa. Yo lo gestioné a través de la respiración, porque empezar a tranquilizarte pensando no va a valer, mientras que con la respiración controlas no solamente la naturaleza de tus pensamientos, sino también su cadencia. Yo durante el cáncer he aprendido que la gestión del estrés es tan importante como la buena alimentación.

Cada vez muere menos gente, sí, pero es que los tratamientos que tenemos para curar el cáncer son medievales. Por eso, lo que hay que hacer no es curarlo, sino no tenerlo

¿Cómo se queda uno cuando le dicen que tiene cáncer? Lo resumes en una frase divertida: "El cáncer hace que un ateo tenga tentaciones de rezar".

(Risas). A mí se me quedó cara de especialmente gilipollas porque yo había cambiado de forma de comer como cinco o seis años antes gracias a una nutricionista muy buena, que es la que me prologa el libro, Ángela Quintas, y me había quedado bastante flaco, con lo que pensaba que estaba fuera de peligro. Pero claro, un cáncer tarda a lo mejor quince años en irse formando, así que yo seguramente ya debía tener cáncer de próstata, y es posible que el cambio de alimentación consiguiera retrasarlo o por lo menos que no hubiera metástasis, aunque no pude impedir que brotara cuando yo me creía ya fuera de peligro. Por eso se me quedó bastante cara de gilipollas cuando me dijeron que tenía cáncer. También se pasa mucho susto, porque además en mi caso hay un momento en el que el oncólogo no se cree que no tenga metástasis, a pesar de que me hicieron una prueba radiológica que decía que el tumor no había salido de los límites de la cápsula, es decir, de la próstata. Al mismo tiempo, yo tenía tan alto uno de los marcadores tumorales, el PSA, que el oncólogo me mandó a una clínica a hacer una prueba muy tocha para asegurarse. La verdad es que fueron momentos muy malos.

Detallas el abultado precio de algunas pruebas que decidiste hacerte por lo privado. ¿Si la gente supiera lo que cuestan determinados procedimientos en los hospitales valoraríamos más la sanidad pública?

Sí, sin duda. A mí no me quitaron la próstata, prefirieron radiármela, y juntaron la radioterapia con el bloqueo hormonal, que es una putada, porque te elimina la testosterona, que sirve para muchas cosas además de follar. El medicamento que me inyectaban para bloquearme hormonalmente vale 900 euros cada vez que te lo tienen que pinchar si no te protege la sanidad pública. Así, con el cáncer comprendes un poco el país en el que vives y el privilegio que tenemos de tener una sanidad pública que te cuida.

No sabes la cantidad de pasta que se va en medicamentos, tratamientos y pruebas médicas que no se tendrían por qué hacer. Vivimos en un mundo que es un delirio

Al mismo tiempo, argumentas tus críticas a ciertos protocolos médicos.

Creo que los protocolos médicos en España están fatal, en todo tipo de cosas, como por ejemplo en que los ginecólogos asuman también el tratamiento óseo de las mujeres que están tratando en la menopausia, algo que es una barbaridad, porque ellos saben muy poco de eso y el especialista en huesos y músculos es el reumatólogo. Me he dado cuenta de que hay muchas cosas así y, de hecho, el cáncer está subiendo en España cada vez más. Cada vez muere menos gente, sí, pero es que los tratamientos que tenemos para curar el cáncer son medievales, son brutales, como la quimio o el bloque hormonal. Por eso, lo que hay que hacer no es curarlo, sino no tenerlo. Si empiezas a fijarte en las cosas del día a día y empiezas a preguntarte qué falla en la sanidad en España, en los protocolos de medicina preventiva, aparte de que puedes mejorar mucho la salud pública, vas a proporcionarle al Estado un ahorro en todo tipo de medicamentos que puede ir a cubrir otras necesidades. No sabes la cantidad de pasta que se va en medicamentos, tratamientos y pruebas médicas que no se tendrían por qué hacer. Yo me he dado cuenta de que vivimos en un mundo que es un delirio. Y, mientras tanto, nos pasamos el día hablando del papa y de chorradas que no afectan a nuestra vida para nada, vamos tener quince días de cónclave como si le importara a alguien que salga un papa más o menos conservador. Ver todo esto es un desperdicio de tiempo.

Esa es otra de las cosas que has aprendido con el cáncer: aprovechar el tiempo.

Así es, por eso yo quiero estar a otras cosas, a libros interesantes, por ejemplo. Nuestro tiempo es un bien escaso, y todo el que dedicas a seguir chorradas, enzarzarte en polémicas en Twitter o responder a trolls es como si te robaran dinero. Yo eso lo he comprendido desde hace unos años, y cuando me provocan en Twitter ya ni pienso en contestar. Además, es que se llaman redes pero no porque unan, sino porque pescan incautos. Son redes de pescador, las que utiliza Elon Musk para generar más tráfico y ganar él más dinero.

¿Por qué el libro está dedicado a Ramón Lobo, que murió de cáncer hace un año y medio?

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Una vez coincidí con él en la Feria del Libro y le derivé a mi nutricionista, porque estaba preocupado. Le mandé a ver a Ángela y empezó a cuidarse, pero luego se abandonó, se cansó, porque le gustaba comer más que a mí, y mira que a mí me encanta, que podría estar comiendo a todas horas. Pero se dejó y me dio mucha pena que después de haber encontrado una nutricionista tan buena lo dejara. Hablábamos mucho de lo que se podía hacer con la comida y lo que no, de hacer ejercicio... me dio mucha rabia que no pudiera parar el cáncer.

Además de lo detallado y argumentado que está todo, en El cáncer y la madre que lo parió se desborda el sentido del humor. ¿Esa también es otra salvación?

Es que cuando me puse a escribir me dije 'o meto alguna coña o me voy a aburrir yo mismo escribiéndolo' (risas). Así que metí algunas cuñas, alguna anécdota de la tele e incluso hablo de otra plaga que hay en España como es el dolor de rodillas. Yo tengo las dos rodillas destrozadas, cambié el calzado y ya puedo hacer hasta sentadillas gracias al cambio de biomecánica de la pisada, que también me ha cambiado la vida junto a pesar menos. También considero muy importante en este libro contar el ejemplo de la reina Letizia, que ve las estrellas cada vez que tiene que ponerse zapatos de tacón, porque tiene el neuroma de Morton, que es una dolencia en el pie muy jodida. Por eso tiene la cara que tiene de sufrimiento, porque yo creo que está con dolor crónico en los pies.

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