Nativel Preciado: "La industria editorial vive fundamentalmente de lo que no es literatura"
Olivia Casanova es una reconocida escritora en plena crisis creativa y vital tras la muerte de su marido, un poderoso banquero. Con 68 años, en las que considera las postrimerías de su carrera, decide contratar como escritor fantasma a Teo del Valle, un joven aspirante que por más que lo intenta no consigue vivir de la literatura. Ella, que en su día fue autora súper ventas, le necesita para contar la historia definitiva con la que cerrar el círculo de su obra (que es a su vez el de su existencia), ajustar algunas cuentas pendientes con el paso del tiempo y de alguna manera liberarse del peso del pasado.
"Publicar una novela no significa escribir bien, ni siquiera saber escribir. Publicar significa poca cosa, en ocasiones, nada", le dice en un momento dado Olivia a Teo para tratar de convencerle de dos cuestiones: que trabaje para ella y que no se desanime en su vocación literaria. Una reflexión certera y aguda puesta en boca de este personaje pero que nace en realidad de Nativel Preciado, quien en su nueva novela, titulada precisamente Palabras para Olivia (Espasa, 2024), profundiza en asuntos relacionados con el mundo editorial, el oficio de escribir, las servidumbres de la escritura y, al mismo tiempo, triángulos pasionales, infidelidades y amores eternos. Todo ello ambientado en la ciudad de León y las montañas que rodean Boñar -no faltan los sabrosos nicanores-, lugares en los que la propia Preciado pasó su infancia y a los que regresa, como sus personajes, en busca de respuestas.
"Es una buena guía turística y emocional de León y Boñar", concede entre risas a infoLibre la autora quien, sin querer desvelar nada más de una trama en realidad repleta de "misterio" e "intriga", asegura que "luego nada es lo que parece", pues se van descubriendo las verdaderas motivaciones de una Olivia que de alguna manera es el reflejo novelado de la propia Nativel, quien está presente en estas páginas a través de los paisajes, su propia infancia o la música, pues estamos ante una novela que tiene su propia banda sonora e incluso su propio locutor, inspirado por el emblemático Ángel Álvarez y su programa Vuelo 605.
"Es una mujer de mi edad a la que le he prestado todas mis emociones, mis sentimientos, mis aficiones, hasta la música que me gusta. Luego ella es diferente a mí en el sentido de que es muy segura, egocéntrica, no se me parece físicamente... le he prestado sentimientos pero me he distanciado de ella para hacer el juego literario y que no sea yo, sino otra mujer con la que no tengo en realidad luego nada que ver", explica, aclarando a su vez que, al mismo tiempo, ella está igualmente "desperdigada por todos los personajes".
Los recuerdos de la infancia de la autora están presentes en el dibujo de un mundo, el rural, que cada vez parece no ya más vacío, sino como si de alguna manera nunca hubiera existido. "Me da pena que suceda este fenómeno de la España despoblada porque cuando he vuelto a estos lugares donde pasé mi infancia he visto que ha cambiado todo de manera radical", lamenta, trazando una enumeración de pérdidas de "trozos de vida esenciales" en el camino: "Les arrancan la farmacia, el banco, el médico, la escuela... les van quitando todo lo fundamental para la vida". "Yo, que he pasado los veranos de mi infancia en ese Boñar a los pies de los Picos de Europa, aprendí cosas de manera natural el contacto con los animales. Ese contacto con la naturaleza es importante, pero ahora llevamos a los niños a granjas escuela para que vean un burro o un cerdo", reflexiona.
Y aún prosigue: "Es una pena que no haya niños en estos lugares despoblados. La infancia dura muy poco, pero se queda grabada de manera indeleble porque es cuando aprendes las cosas por primera vez y seleccionas lo que te impacta. Los malos recuerdos se van porque la memoria es muy mentirosa, pero te queda la esencia de lo que aprendiste y de lo que quieres ser, así que cuando vuelves a esa etapa y esos lugares, cuando te haces muy mayor, empiezas a comprender el fundamento de tu vida. Por eso, los recuerdos son mi capital. La mejor herencia que tengo en la vida es la cantidad de recuerdos buenos de las cosas estupendas que me han quedado en la vida. Recuerdos de esa infancia, o profesionales o de momentos que he tenido la suerte de vivir como testigo como periodista".
Aunque no tengas suerte, sigue escribiendo, porque escribir es una manera de vivir, es un fin en sí mismo. Gánate la vida con otra cosa, búscate otro oficio para pagar las facturas, pero no te desanimes
En Palabras para Olivia se entremezclan las historias de amor con el retrato del aspirante a escritor que, sin saber muy bien por qué, es incapaz de rendirse a pesar de que nadie publica sus historias (y la autoedición, como vemos, no es precisamente la salvación). Esa pulsión ardorosa de la vocación le mantiene aferrado a un sueño que, inesperadamente, solo puede hacer a través de Olivia, aunque sin que su nombre aparezca en la portada. Un mal menor para quien encuentra un resquicio cuando está a punto de dejarlo todo. Un escritor que se considera a sí mismo escritor (como debe ser) a pesar de que nadie parece reconocerle como tal al no ser capaz de triunfar.
"Es que el éxito es muy escaso", afirma Preciado, quien recuerda que, "como en todas las profesiones, pueden vivir de esto los más grandes, que son realmente media docena". "Los demás somos de la clase media, que cada vez hay menos. Luego están los escritores desconocidos que realmente merecerían tener suerte y ser conocidos por todos, pero se desaniman, desaparecen y tiran la toalla. Por eso, este homenaje al joven escritor, Teo del Valle, es un poco decirle 'no te desanimes, porque de repente puedes tener suerte, o no, pero aunque no tengas suerte, sigue escribiendo, porque escribir es una manera de vivir, es un fin en sí mismo y, si te gusta tanto y aspiras a hacerlo bien, eso da sentido a tu vida. Gánate la vida con otra cosa, búscate otro oficio para pagar las facturas, pero no te desanimes, porque merece la pena que sigas escribiendo'", lanza, como un consejo para su personaje, en realidad extensible a cualquiera de los miles (o millones) que buscan lo mismo que él.
Y es que, según asegura, "la industria editorial no es solo literatura y, mucho menos, buena literatura". "La industria editorial es una industria, como otras muchas, y vive fundamentalmente de lo que no es literatura, es decir, del libro del actor de moda, de los libros de autoayuda, de cocina, para adolescentes y cosas de ese tipo que no son literatura", afirma Preciado, asegurando que gracias a que se "vende mucho de eso", las editoriales publican luego a los "pobres" que, como ella, tratan de "hacer novelas de otro tipo". "Gracias a lo que ganan con eso mantienen un pequeño hilo con la literatura, pero somos una parte muy pequeña de la industria editorial", apostilla.
Para un autor joven, aunque escriba muy bien, es muy difícil publicar como no tenga algún tipo de vericueto afortunado, un trébol de cuatro hojas guardado
Porque, en su dinámica diaria de ir buscando el máximo beneficio, las editoriales "van tanteando, van publicando cosas que a lo mejor no merecen la pena, o sí, porque como es tan arbitrario lo del éxito y lo que se vende o lo que no se vende, depende de muchos factores sorpresa". "Por eso, a veces te dices 'pero cómo es posible que hayan dado esta oportunidad a este bodrio' y, sin embargo, a escritores estupendos jóvenes, que yo conozco porque estoy en jurados literarios de certámenes, no les cae la oportunidad aunque escriben muy bien", señala, para acto seguido sentenciar: "Para un autor joven, aunque escriba muy bien, es muy difícil publicar como no tenga algún tipo de vericueto afortunado, un trébol de cuatro hojas guardado".
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Precisamente por las dificultades para publicar, emerge la figura del escritor fantasma -conocido tradicionalmente como negro literario-, mucho más presente en el universo editorial de lo que los confiados lectores por lo general pueden llegar a imaginar. "Claro que los hay, pero no te puedo decir nombres porque se me querellarían", bromea Preciado, recordando que por ejemplo los políticos, desde el Rey hasta el último concejal de distrito, "rarísima vez escriben sus discursos".
La figura del escritor fantasma ha quedado obsoleta y se va a quedar sin trabajo porque ya tenemos el ChatGPT y la inteligencia artificial. Y eso que hay algunos buenísimos
"Hay también biografías de famosos que jamás escriben esos famosos, e incluso novelas que no escriben quienes las firman", revela como fruto de su extenso conocimiento del mundillo, lamentando en cierta manera que la "figura del escritor fantasma ha quedado obsoleta y se va a quedar sin trabajo porque ya tenemos el ChatGPT y la inteligencia artificial, que al primero que va a dejar sin trabajo es al escritor fantasma, al negro, y eso que hay algunos buenísimos". "Paul Auster lo fue", apostilla, antes de recordar divertida una anécdota histórica: "Alejandro Dumas tenía un equipo muy potente, como otros súper ventas, que tienen equipos muy potentes que les escriben. Pues Dumas le preguntó a su hijo si había leído su última novela y le respondió que sí, pero que dudaba de que la hubiera leído él".
Pasando ya a un plano más personal, vuelve la autora a reivindicar el poder de la literatura y del oficio de escribir porque, según su propia experiencia, "cuando consigues el objetivo de no rendirte, la escritura es terapéutica". Por eso, asegura que sus propias novelas le han servido para liberarse de "confidencias que de otra manera no hubiera podido contar, para acabar con relaciones tóxicas o superar traumas o duelos". "Cuando escribo, entiendo mejor todo lo que me pasa y eso es lo que me mueve a escribir. Por eso, animo a que la gente que le gusta expresarse a través de la literatura lo haga, porque es muy satisfactorio y es un objetivo en sí mismo con el que luchas contra el tiempo, te entretiene, te divierte, aprendes cosas, logras objetivos, te superas y al final pones la palabra 'fin'. Y para un autor lo mejor de todo es llegar a la palabra 'fin' en una novela, eso es maravilloso, porque significa que lo has conseguido", concluye.