Esto es una pequeña huida, porque no es una lista muy exacta. No sé hacer listas. Pero estos son algunos de los libros que fueron refugio para mí en 2020. Los que llegaron cuando no conseguía concentrarme en ninguna lectura. Fue la poesía, para la que nunca tengo el tiempo necesario. O los ojos necesarios. Poesía que sí encontró en este año una nueva sensibilidad. Un nuevo plazo. Unos ojos nuevos. Cuando todo parecía derrumbarse a nuestro alrededor, estas fueron las páginas. Algunos de ellos se escribieron mucho antes, pero llegaron ahora. Ahora que nos parece que cualquier tiempo fue anterior a marzo de 2020.
Madre soltera, Marina Yusczuk. Las afueras, 2020. Madre soltera, Marina Yusczuk. Las afueras, 2020.Este es el libro del asombro y desbordamiento de una madre. De una mujer que aterriza sobre su carne el peso de un embarazo, de un parto y de una crianza. Y lo hace con palabras pequeñas y despojadas de artificio, porque escribe de algo esencial, y todo el libro parece nacer de una oscuridad íntima y caliente, desde la soledad de esos meses, años, tal vez: la llegada de un hijo a unos brazos.
El parto no se puede contar, o mejor dicho, del parto no se puede contar nada que importe. Lo que te rompe y te destruye y te tira contra la vida salvaje desnuda y temblando es otra cosa.
Louise Glück. Premio Nobel 2020. Justo antes de que este año le concediesen el premio Nobel y en España todo girara en torno a los problemas entre la poeta, su agente y la editorial, yo estaba disfrutando a Glück. No sé por qué había vuelto a ella. ¿No les pasó en el confinamiento que hubo un momento brillante en que se pusieron delante de su estantería y volvieron a libros que ya habían leído? De sus títulos, me quedo con Vita nova y Ararat, hasta ayer en Pre-Textos, de este último son los versos:
Y por eso no soy de fiar.Porque una herida en el corazónes también una herida en la mente.
Letraversal. Cuando todo parecía caer, nació una editorial de poesía. Se llama Letraversal y arrancó con dos libros en el mes de enero: En esta casa, de Alberto Conejero, y Excepción, de Elizabeth Duval. Este sello, en cuyo equipo editorial se encuentra el poeta Angelo Nestore, de bellas cubiertas de tacto áspero, se describe como la flor y el cuchillo. ¿Es otra cosa la poesía?
En esta casa, de Alberto Conejero, abre con un hermoso poema de resistencia, “[Vais comprendiendo qué significa julio]”, precedido de una cita de la agencia Reuters del 15 de julio de 2017: “Hallados 45 cerebros conservados de forma natural en fosa de la Guerra Civil”. 45 cerebros y un corazón fue también el brillante debut discográfico de Maria Arnal y Marcel Bagés. Los dos se hunden en la misma raíz. Escribe Conejero:
Vais comprendiendo qué significa julio,qué significa España y su tracción a sangremientras dais a la tierra un tumulto de bocasque suplican aún, que exigen aún piedad—no ya para vosotros—sino para los hombres.
En Letraversal también, en septiembre, se publicó un poemario que contiene ese mismo espíritu que sustenta la editorial y que ya está en su cubierta: una flor que brota del mango de un cuchillo que se hunde en un vaso de agua. El libro se titula así, frágil y contundente, Una flor, su autor es Alejandro Palomas. El autor se pregunta, se repregunta, hace variaciones sobre su propia verdad y sobre el sentido de la poesía para acabar con el descubrimiento en un último poema que responde a todas las preguntas que va disparando en el libro, sobre el sentido del poema, o tal vez, sobre él mismo.
Escribe Palomas en esos últimos versos:
He sido poeta pero no poema. Femenino pero no mujer. Masculino y singular, plural no. Fantasioso pero no fantástico. Viejo demasiado joven. Guapo demasiado tarde. Pobre demasiadas veces. Excesivamente pendiente de mi independencia. Demasiado excesivo en mis tristezas. He sido muchas cosas.Más son las que no he sido.
Al recordar estas lecturas de poemas, descubro que dos de los libros que había seleccionado se escribieron en el mismo año, 1978. Y no me extraña, porque sus poetas escriben acerca del mismo dolor. Son El sueño de una lengua común, de Adrienne Rich, reeditado ahora por Sexto Piso, y El unicornio negro, de Audre Lorde, reeditado por Torremozas. Son dos poemarios que denuncian la opresión contra las mujeres, que reivindican el amor entre ellas. La lengua común de Rich seria aquella que nos permitiera comprendernos sin diferencias. Lorde, traducida por primera vez al español, explora además la pluralidad de identidades de una mujer afroamericana y lesbiana en Estados Unidos en los años setenta.
Escribe Rich:
Pero la ternura es activa,la ternura cura el muñón encostrado,inventa instrumentos más clementespara tocar la herida más allá de la herida.
Y Lorde:
Ven a la curva del vientre abultado del leónyace un rato lejos de la lluvia enjuiciadoranos hemos apareado hemos tenido críases hora de trabajar y de encontrarnos de nuevomujeres que intercambian sangreen las salas más íntimas del momentodebemos probar la fruta de las demásal menos una vezantes de que nos maten.
Tempestad en víspera de viernes, Lara Moreno. Lumen, 2020. Este libro es una antología que recoge toda la poesía de la escritora Lara Moreno. Conozco los poemas de este libro casi desde que fueron escritos, los primeros en 2008. Pero reunidos toman un sentido único: el paso de los años a través de la voz de una mujer que se escribe. También suma una parte inédita hasta ahora, que contiene, entre otros, un final urgente: La noche de la pandemia. Escribe Moreno desde el confinamiento:
Ahora, ciudad, que tú me dejas,veo películas de Bergman a las dos de la nochey leo muchos libros, ciudad,como si tuviera tiempo.Leo libros de ensayo como si fuera listaY subrayo algunos párrafosporque eso significa que por fin los comprendo.
Ver másLo de hoy mismo y lo que felizmente viene de mucho antes y sigue aquí
Léanla, en prosa, en verso, en la prensa. Es una suerte que Lara Moreno esté escribiéndonos.
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Aroa Moreno Durán es periodista, escritora y columnista de infoLibre. Su último libro es La hija del comunista (Caballo de Troya, 2017)
Esto es una pequeña huida, porque no es una lista muy exacta. No sé hacer listas. Pero estos son algunos de los libros que fueron refugio para mí en 2020. Los que llegaron cuando no conseguía concentrarme en ninguna lectura. Fue la poesía, para la que nunca tengo el tiempo necesario. O los ojos necesarios. Poesía que sí encontró en este año una nueva sensibilidad. Un nuevo plazo. Unos ojos nuevos. Cuando todo parecía derrumbarse a nuestro alrededor, estas fueron las páginas. Algunos de ellos se escribieron mucho antes, pero llegaron ahora. Ahora que nos parece que cualquier tiempo fue anterior a marzo de 2020.