Valiosos rescates

Se agradece mucho en momentos como los que vivimos asomarnos a la voz de Mahmud Darwish, un gran poeta palestino que hablaba de paz y al que recuperó Luz Gómez para Cátedra hace solo unos meses. Por su parte, guiándose por la emoción, Ricardo Álamo ha reunido un manojo de poemas de Fernando Quiñones, al que su polifacetismo ensombreció como poeta. Gregorio Dávila de Tena ha actualizado a su manera los salmos bíblicos y Antonio Pérez Roldán lo que ha hecho es abrir de par en par el cajón de los poemas que en su día le parecieron meros divertimentos.

¿Por qué has dejado solo al caballo? / Estado de sitio

Mahmud Darwish

Cátedra (2023)

Tenemos un único sueño: que el aire pase / como un amigo, difundiendo el olor del café árabe / por las colinas expuestas al verano y al forastero…

La vida de Mahmud Darwish (1941-2008) quedó marcada a los siete años cuando el ejército israelí arrasó Birwa, el pueblo donde había nacido, para levantar dos asentamientos judíos. Su familia, de labradores palestinos hasta entonces acomodados, tuvo que huir con lo puesto. Perdieron todo lo demás, incluida la certeza de pertenecer a un país. Incluido ese caballo al que alude el título de uno de los dos libros recogidos por Luz Gómez en esta edición bilingüe. 

¿Por qué has dejado solo el caballo? (1997) reúne 33 poemas que fluyen mezclando elementos biográficos con la tradición y con la rabia de vivir en una permanente catástrofe (Nabka). A veces, emergen imágenes crudas que remiten a lo perdido ("Tocó la llave como quien se palpa / un miembro, y se tranquilizó"); remiten a la intemperie en la que siguen viviendo los palestinos ("la tarde es mi montura"); remiten a la esperanza, que nunca se pierde, aunque ("ninguno de nuestros sueños despierta").

El segundo libro, Estado de sitio (2002), es más breve, más preciso y más reposado. "¿A quién hacemos mal?", se pregunta. "¿Hacemos mal / a un país? ¿No habrá de salpicarnos, siquiera una vez, la alegría?". Encontramos, desarrollada, la misma frustración porque no haya tiempo para el tiempo, porque sea la mirilla del tanque la que calcule la distancia entre el ser y la nada, por estar solos hasta la náusea ("por única compañía las visitas del arco iris").

Naturalmente, Darwish convirtió sus 25 poemarios en un instrumento de resistencia, es decir de esperanza: "A la poesía: sitia tu sitio". En absoluto quiso que fuera un arma: "la paz es partir las espadas ante la belleza / natural, aceptar que el rocío mella el hierro". Podría haber sido solo un símbolo, pero la poesía de Darwish tiene valor propio e independiente del fin legítimo de mantener vivo a su pueblo: "aquí de pie. Sentados aquí. Siempre aquí. / Eternamente aquí. Tenemos una sola meta: / estar".

Muchos que me viven

Fernando Quiñones

Renacimiento (2023)

Cuando pasó la poesía / es cuando más nos llega

Para recuperar el nombre y la obra poética de Fernando Quiñones (Chiclana de la Frontera, 1930- Cádiz, 1998), Ricardo Álamo ha espigado un puñado de sus poemas en Muchos que me viven. Álamo asegura que ha dejado que la emoción fuera quien decidiese qué piezas elegir. Rescata así a un poeta desatendido por haber abarcado demasiado. Porque Quiñones fue un hombre múltiple, un escritor múltiple y un poeta múltiple. El título de la antología (Muchos que me viven) es por tanto muy certero.

A partir de Las crónicas de mar y tierra (1968), Quiñones anunció que se desligaba del intimismo para emprender una poesía híbrida de citas y géneros, con un afán épico y narrativo: "Solo dándome hasta el fondo podrían los demás reconocerse / a sí mismos". No obstante, su vocación abarcadora venía de atrás. José Hierro ya la anticipó en el poema Veloz ("Tenso, dispuesto sobre el mundo inerme / igual que las varillas de un paraguas"). Sentía Quiñones en esa primera época que le faltaban herramientas: "porque a ella no se la puede decir, / porque la poesía es una piedra ardiendo, / es una llave sin su puerta, / una racha de aire / que vuela y pasa; la Belleza / vuela y pasa. No estamos / aquí para tenerla, sino para saber / que es verdad y nos huye, y querer / llevarla ―inútilmente― a los labios del pueblo".

En las crónicas de Quiñones hay mucha poesía épica vestida de monólogo interior, pero a menudo se trasluce, bajo los epigramas, el poeta liberado de tabús gracias a la máscara. Puede desparramarse en poemas descarnados como Amor y muerte o El corazón habitado, incluso en La muchacha vive, que disfrazan con toques históricos un erotismo en el límite. "Conocerías temblando / (…) que no es mi boca ya la casa de mi lengua / sino tu cuerpo" dice en uno de los poemas.

Pero la erótica no es su única faceta. Hay intimidad, metapoesía, leyenda, historia y algunos homenajes impagables como el que rinde al flamenco en Oda al cante o a Emily Dickinson en Le ruegas que se quede. Aunque opinara que las antologías son cosa de viejos y de muertos, a Quiñones le favorece mucho esta condensación que le ha preparado Ricardo Álamo.

Entre el diamante y la penumbra

Gregorio Dávila de Tena

Grupo Enuno (2023)

Brisa en la tarde, / la voz de las cigarras / cesa de golpe

Gregorio Dávila de Tena (Quintana de la Serena, 1959) es editor del foro de haiku Paseos.net y su obra nace muy cerca de la filosofía de este poema breve japonés, incluso cuando no escribe haiku. El proyecto de recrear los salmos del Antiguo Testamento acercándolos a nuestro tiempo está emparentado con la misma atmósfera oriental que constituye su campo de trabajo.

Para que el homenaje tenga rigor, Dávila ha compuesto 150 piezas, las mismas que ofrece el original bíblico, y ha ido variando los temas, entre himnos, cantos, súplicas y acciones de gracias, así como los tonos, que son unas veces letánicos, otras jubilosos, a menudo intimistas. Eduardo Moga en el prólogo añade que Dávila también ha usado elementos técnicos de la tradición salmódica, como la anáfora, la repetición o el apóstrofe.

Por lo demás, apreciamos una constante relación romántica entre el paisaje y el estado de ánimo del poeta: "dichosos los sauces que agradecen / la niebla y la mañana". Casi siempre son, de hecho, elementos del paisaje los que le granjean el silencio que le permite el control sobre las emociones: "cosechar el silencio de los árboles / entrar en el otoño / y diluirse". Aunque no es el único don que obtiene del mundo natural: "aprendo el arte del bramido / en la partitura de las olas".  Aparecen pocas personas, pero también contribuyen: "las mujeres traen cántaros de calma". Estos regalos bebidos de la luz, de los árboles, del mar, contrastan con "el rugido de las tecnologías, / la sed de los iconos, / el anzuelo de las redes…".

En general los abismos y los precipicios oscuros, la penumbra del título, son creaciones humanas, "hombres que deshacen la noche / en una liturgia de precipicios". El silencio no es un refugio fácil: "cuanto sé del silencio lo aprendí con dolor". Pero el poeta constata que el odio es amor mutado, que la ignorancia es la polilla del mundo y que la alegría quizás sea demasiado solemne. Dios aparece apostrofado aquí y allá. Siempre responde con silencio, lo que ya se ha convertido en tradición, aunque más reciente que los salmos bíblicos. 

Juglar con fuego

Antonio Pérez Roldán

Corona del Sur (2023)

Pero es bello fingir que somos dueños / de algo que dura más que nuestros sueños

Por si no ha quedado claro en la paranomasia del título (juglar por jugar), el poeta advierte que éste es un libro de divertimentos acumulados durante casi 40 años. Y los encabeza con una cita de Cortázar contra la solemnidad.

En su poemario anterior, Que respondan los pájaros (2022), el cordobés Antonio Pérez Roldán (Nueva Carteya, 1945) conversaba consigo mismo en un tono contenido. En esta nueva entrega, lo mismo usa el yo, que el tú, que conversa con la muerte, a veces para insultarla. De hecho, el poema Odios es una relación de dones a la inversa, y en Caterva dedica 60 cuartetos a poner en solfa a los corruptos y demás parentela en un alarde de retórica. 

Juglar con fuego es un cajón de sastre: el autor ha sacado todo lo que había quedado fuera de anteriores libros, sin preocuparse por los altibajos. El tema del tiempo agotándose es constante, tratado con desenfado, con neologismos, con ironía: "días que pasan como un tren expreso, / como tu pie sobre un escarabajo", o en otro momento: "pronto serás un humo que se esfuma".

No faltan en esta primera parte pasajes en los que asoma la emoción, pero abundan más todavía en la segunda, que ha titulado Libro segundo y que está compuesto exclusivamente por sonetos. Los maneja con soltura gongorina y se apoya en la rima para acentuar los efectos, al modo de d´Ors, de Juaristi o de Salvago.

Distintas versiones de intimidad

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Brillan entre ellos la metapoética ("para saber quién soy y lo que he sido / ordeno el corazón como mi casa", las sentencias de amor ("ama y déjate amar, amar sin tino / que lo demás es polvo del camino"), los cantos epicúreos ("una mujer, un libro, una sonata, / un amigo lacónico y fiable, / un quehacer que libera más que ata / y un perro que mirándonos nos hable"), y de nuevo los poemas sobre la muerte ("no eres más que un fulgor entre dos sombras, / pero cómo te obstinas y te asombras"). Solo le ha faltado cribar tanta paja para que el fuego del juglar genere más llama ("puede ser que tal vez que de algún modo / un inverso big bang lo engulla todo".

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Arturo Tendero es periodista y poeta. Autor de 'A todo esto' (Pre-Textos, 2023) y de 'Con la cabeza clara y el casco de Minerva' (Altabán, 2023). Estas reseñas y otras más pueden encontrarse en su blog 'El mundanal ruido'.

Se agradece mucho en momentos como los que vivimos asomarnos a la voz de Mahmud Darwish, un gran poeta palestino que hablaba de paz y al que recuperó Luz Gómez para Cátedra hace solo unos meses. Por su parte, guiándose por la emoción, Ricardo Álamo ha reunido un manojo de poemas de Fernando Quiñones, al que su polifacetismo ensombreció como poeta. Gregorio Dávila de Tena ha actualizado a su manera los salmos bíblicos y Antonio Pérez Roldán lo que ha hecho es abrir de par en par el cajón de los poemas que en su día le parecieron meros divertimentos.

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