Los diablos azules
Virginia Woolf, después del té
Treinta cuadernos. Entre 1897 y el final de su vida, la escritora Virginia Woolf (Kensington, Middlesex, Inglaterra, 1882-Lewes, Sussex, 1941) llenó treinta cuadernos con sus días. Días repletos de citas y cotilleos, compras y cuentas, descripciones sobre el tiempo y sobre los árboles, breves instantes de lucidez en medio del barullo cotidiano. Un tesoro, no solo para los amantes de la autora de La señora Dalloway, Orlando o Las olas. No solo para los amantes de los diarios, voyeurs ávidos de asomarse a la intimidad más o menos censurada de sus autores. Los cuadernos de Woolf están llenos de historia (las descripciones de los bombardeos durante la Primera Guerra Mundial), de literatura (veloces notas sobre Shakespeare o Dostoievski), de sabiduría (observaciones sobre sus amigos, sobre L., su Leonard, sobre las vanidades de la burguesía). Y, además, sus diarios completos han estado hasta ahora inéditos en España. La editorial Tres hermanas ha recuperado el primero de los cinco volúmenes que editó Anne Olivier Bell, sobrina política de la autora. También editó una versión abreviada en un único tomo. "Se llamó", explica el sello, "
hasta ahora inéditos en EspañaA moment’s liberty, The shorter diary (en español, Diario íntimo), y es la que fue magníficamente traducida a partir de 1992 y hasta 1994 por Justo Navarro, que se hizo cargo del primer volumen de los tres en los que Grijalbo Mondadori fragmentó la obra, y Laura Freixas, que tradujo los otros dos. De The diary of Virginia Woolf, la versión más extensa, que en Tres Hermanas manejamos desde un principio, solo Siruela publicó hace ya algún tiempo uno de los tomos, el que incluía los años entre 1925 y 1930".
El diario de Virginia Woolf Vol. I (1915-1919), traducido por Olivia de Miguel con prólogo de Inés Martín Rodrigo, lleva por primera vez a los lectores las palabras de aquella escritora que perfilaba sus primeras novelas, Fin de viaje y Noche y día. Recogemos aquí algunos extractos del volumen.
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1915
Miércoles, 6 de enero
(...) He pasado la semana escribiendo con absoluto placer, cosa extraña porque siempre tengo la sensación de que no tengo motivos para estar satisfecha de lo que escribo & de que en seis semanas o incluso después de unos días, acabaré por odiarlo. Fui a Londres & pregunté en Grays Inn si alquilaban habitaciones. Había un apartamento disponible; enseguida me imaginé toda suerte de maravilles & pasé a verlo temblando de entusiasmo. Pero era perfecto para una persona e imposible para dos. (...)
1917
Lunes, 22 de octubre
La luna está casi llena & los trenes nocturnos, atestados de gente que se va de Londres. Esta tarde vimos el socavón en Picadilly. Han cortado el tráfico & la gente pasa lentamente por el lugar que los obreros están reparando, aunque ellos parezcan pequeños en comparación con el agujero. Swan & Edgar tienen las ventanas tapadas con arpillera o tablones; se ve a las dependientas que miran por las rendidas desde dentro; no se ve género por ninguna parte, pero "está abierto como siempre", dicen. Los escaparates están rotos aleatoriamente; algunos intactos, unos por aquí y otros por allá. Nuestra Biblioteca de Londres, sin embargo, está de una pieza, & encontramos nuestros libros & volvimos a casa en metro, de pie en todo el trayecto hasta Hammersmith, & ahora acabamos de llegar. (...)
Jueves, 2 de noviembre
Presumí tanto de este diario & de la fascinación por llenarlo de la fuente inagotable de Garsington que me avergüenzo de saltarme días; & aún así, como señalo, es la única posibilidad de que este diario sobreviva es esperar a que yo esté de humor para escribir. Por cierto, Ottoline lleva también uno dedicado, sin embargo, a su "vida interior"; eso me hizo pensar que yo no tengo vida interior. (...)
1918
Martes, 12 de marzo
Esta página debería estar enteramente dedicada al elogio del buen tiempo. Un curioso efecto de la primavera en las afueras de la ciudad es que por las tardes hay muchos hombres & mujeres que cantan. Nos sentamos con las ventanas abiertas & una señora gorjea unas notas en aparente éxtasis. Aunque se le puede perdonar teniendo en cuenta que... Bueno, aquí van algunos hechos: en Kew, decidí sentarme en un banco a la sombra; vi dos mariposas níspola, y sauces, crocus y escilas: todos con brotes & en flor. La ropa negra parece un paño mortuorio polvoriento; en cuanto a las pieles, causan risa. Nos encontramos en Kew.
Puedo decir que me han "despedido de The Times". Para que la herida sea aún más amarga, L. tiene dos libros de The nation. Han pasado dos semanas desde mi despido & como resultado estoy escribiendo mi novela a una velocidad asombrosa. Si continúo despedida, la terminaré dentro de uno o dos meses. Es un trabajo muy absorbente. L. y yo nos damos cuenta de que últimamente hemos escrito a una velocidad asombrosa: L. 40.000 palabras & aún no ha tocado el libro en sí; yo he sobrepasado de largo las 10.000. (...)
Jueves, 18 de abril
Hay un grave defecto en el plan de trabajo de este diario que establece que debo escribirlo después del té. Cuando la gente viene a tomar el té, no puedo decirles: "Ahora, esperen un minuto mientras escribo unas observaciones sobre ustedes". Luego, se van & es demasiado tarde para escribir. Y así, en el preciso momento en el que destilo pensamientos y descripciones para esta página, tengo la desconcertante sensación de que la página desaparece; los pensamientos yacen desparramados por el suelo y, desde luego, es difícil volver a recogerlos. (...)
1919
Pilar Adón se pone en la piel de Orlando y Anna Karenina
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Domingo, (Pascua) 20 de abril
(...) He sacado este diario & lo he leído como siempre se lee lo que uno ha escrito, con una especie de intensidad culpable. Confieso que su estilo tosco & aleatorio, con frecuencia agramatical & con necesidad apremiante de cambiar algunas palabras, me ha hecho sufrir ligeramente. Intento decirle a cualquiera que lea esto en el futuro que sé escribir mucho mejor, que no le dedique mucho tiempo & que le prohíbo que deje que un hombre le ponga la vista encima. Y dicho esto, puedo añadir un pequeño cumplido en el sentido de que tiene ímpetu & vigor, & a veces da inesperadamente en el clavo. Pero lo que aquí viene al caso es mi creencia de que el hábito de escribir solo para mí misma es una buena práctica. Suelta las ataduras. No importan los fallos ni los tropezones. A la velocidad que voy, tengo que realizar disparos directos e instantáneos sobre mi objetivo, & así dar con las palabras, elegirlas & lanzarlas sin más pausa que la de mojar la pluma en la tinta. Creo que a lo largo del año pasado, se percibe cierta mejora en mi escritura profesional, lo que atribuyo a estos ratos informales después del té. Además. aparece ante mí la sombra de la forma que un diario podría llegar a conseguir. Con el tiempo, yo podría aprender qué hacer con esta materia viva que fluye a la deriva; encontrarle en la ficción otro uso que el que ahora tiene, mucho más consciente & escrupuloso. ¿Cómo me gustaría que fuera mi diario? Un tejido suelto, pero no desaliñado, tan elástico que pueda albergar cualquier cosa que se me ocurra, solemne, ligera o hermosa. Me gustaría que se pareciera a uno de esos hondos escritorios antiguos o a una bolsa grande en los que uno mete un montón de cachivaches sin revisar. Me gustaría volver al cabo de uno o dos años & encontrar que la colección se ha ordenado & refinado & fusionado ella sola, como hacen misteriosamente esos recipientes, que forman un molde, lo bastante transparente como para que reflejar la luz de nuestra vida, & que, sin embargo, sea estable y sereno, compuesto con la distancia de una obra de arte. (...)