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Marcelino Camacho, entre 'lo posible y lo necesario'

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En la encrucijada vital entre lo posible y lo necesario, Marcelino Camacho (1918-2010) prefirió lo necesario. Lo primero, decía, es lo que nos dejan hacer; lo segundo, lo que se debe realizar. Pero son los que luchan por lo necesario los que cambian el mundo. Él es el primer y mejor ejemplo de esto. Con la persecución y la lucha incansable por sus ideales, consiguió convertirse en una figura imprescindible de la historia de nuestro país. Figura que, además, no se olvida.

Su historia no es particular. Su historia es la de la lucha del movimiento obrero, desde su obligada clandestinidad hasta la legalización con la democracia. Pero también la historia de la oposición a la dictadura franquista y la historia de los presos políticos. Historia que, ahora, en el centenario de su nacimiento, ha inspirado el documental Lo posible y lo necesario, que este jueves llega a las salas de cine de varias ciudades españolas.

"Ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos van a domesticar", dijo el propio Camacho. Y la frase perdura, aunque no es la única. Sus escritos, ahora, han sido recuperados por Adolfo Dufour, director de la cinta, y Marcel Camacho, hijo del histórico sindicalista y coguionista del documental. Han puesto imagen y voz a sus palabras y, con ello, a su historia. "Es el relato de un hombre humilde que, a través de su coherencia y honestidad, consigue luchar por las libertades y tener una gran influencia en la historia del siglo XX", dice Dufour en conversación con infoLibre. 

Se afilió a la Unión General de Trabajadores (UGT) y al Partido Comunista de España (PCE) con tan solo 17 años. Luchó en la Guerra Civil junto al Ejército Popular de la República, lo que le costó la que fue su primera entrada en prisión. Condenado a trabajos forzosos, finalmente terminó en una prisión en Tánger. Pero volvió a España. Era el año 1957 y la dictadura gozaba de buena salud. Impedía cualquier tipo de oposición, pero Camacho, aun así, fundó el sindicato Comisiones Obreras (CCOO). Tras diez años de actividad, fue encarcelado en la prisión de Carabanchel. Hasta 1972.

Tan sólo quedaban tres años para la muerte del dictador, pero el franquismo todavía estaba vivo. No pasó ni un año y Camacho ya había ingresado, de nuevo, en la prisión. Esta vez, acompañado de toda la dirección de CCOO. Comenzaba así lo que se bautizó como Proceso 1001, un juicio que coincidiría con el asesinato del entonces presidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco. La dictadura, debilitada, condenó a todos los sindicalistas a penas de más de 10 años de prisión, rebajadas un año después por el Tribunal Supremo. Junto a Camacho, la sentencia la escucharon desde el banquillo Nicolás Sartorius, Miguel Ángel Zamora Antón, Pedro Santiesteban, Eduardo Saborido, Francisco García Salve, Luis Fernández, Francisco Acosta, Juan Muñiz Zapico y Fernando Soto Martín. 

Tuvieron que esperar hasta el 20 de noviembre de 1975. Con la muerte de Franco llegó su indulto de manos del rey Juan Carlos I. 

No sería Marcelino sin Josefina

Pero la historia de Marcelino Camacho no se entiende sin la figura de Josefina Samper (1927-2018). Fue su mujer y la madre de sus dos hijos, aunque su figura no está, ni mucho menos, detrás de la de él. Para eso luchó, incansable, reivindicando hasta el final la igualdad entre hombres y mujeres. Y así se ha reflejado en la cinta. "Es también una historia de mujeres. Influyeron en Marcelino, pero también fueron grandes luchadoras", explica Dufour. 

"En las luchas siempre se ha relegado a las mujeres, y han sido determinantes y decisorias en la conquista de las libertades, pero sus historias son desconocidas", critica Dufour. Quiere, por ello, recuperarlas. Y qué mejor manera que situar a Samper al lado de Camacho.

 

Marcelino Camacho y Josefina Samper, durante un acto (archivo).

"Es fundamental que se recupere la figura de él, pero también la de ella. Marcelino no hubiera sido Marcelino si no hubiera estado Josefina, una mujer luchadora y con conciencia política. Fue fundamental, indudablemente". Son las palabras de Gloria Vega, la actriz que "evoca" a Samper. Lo hace junto a Carlos Olalla, el actor que revive a Camacho. Ninguno de los dos trata de imitar a estas dos figuras. Dufour prefirió que su papel consistiera en la interpretación de los textos de estas figuras, imágenes que se intercalan con las propias del documental. "Verbalizamos sus palabras y sus discursos y también damos a conocer esa parte cómplice que compartían", explica Vega.

"Su historia de amor es preciosa", añade Olalla. "El documental refleja cómo orientaban toda su vida hacia lo político. Lo hacían para mejorar todo", añade. Pero eran conscientes de que esto, precisamente, podría llevarles a prisión. "Cuando deciden cambiar de piso, Josefina sólo dijo que quería que estuviera cerca de Carabanchel. Nadie sabía por qué. Pero luego se descubrió: acabó yendo todos los días a llevar comida a la cárcel", relata Olalla. 

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Pero la historia de Camacho y Samper no acabó ni con el franquismo ni con su muerte. El documental, de hecho, quiere recuperarlo y llevarlo a la gran pantalla para que esté más presente que nunca. "El cine ayuda a despertar la controversia y a hablar sobre ella. Pero el poder de transformación lo tiene la gente por sí misma", opina Dufour. "Su lucha no terminó cuando llegó la democracia, sino que siguió para que no se fuesen recortando los derechos conquistados y se conquistaran más", continúa, "porque incluso en democracia, las clases trabajadoras son siempre las más perjudicadas". 

"Yo creo que reivindicar hoy estas figuras es fundamental", coinciden Olalla y Vega. Porque uno de los objetivos es que, al menos, se despierte alguna conciencia. "La película se dirige a todos los que vivimos aquella época, pero también a los jóvenes que no lo hicieron. Les queremos decir que a pesar de los pesares y de que cunda el desánimo hay que seguir luchando". ¿Influirá este mensaje en los jóvenes? "Yo creo que sí puede despertar algo", sentencia, positivo, Olalla. 

En la encrucijada vital entre lo posible y lo necesario, Marcelino Camacho (1918-2010) prefirió lo necesario. Lo primero, decía, es lo que nos dejan hacer; lo segundo, lo que se debe realizar. Pero son los que luchan por lo necesario los que cambian el mundo. Él es el primer y mejor ejemplo de esto. Con la persecución y la lucha incansable por sus ideales, consiguió convertirse en una figura imprescindible de la historia de nuestro país. Figura que, además, no se olvida.

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